OPINIÓN/
Con perdón de la palabra
Por Juan Luis Gallardo
Hay que escribir llanamente. Como habla una persona educada y al menos medianamente ilustrada. Sin embargo, es frecuente topar con lo contrario. Con el empleo de palabras rebuscadas, pedantes, cursis. O caches como decían en casa. Sobre todo en medios periodísticos. Paso a dar algunos ejemplos.
Mascotas - ¡Cómo mascotas! ¡Animales domésticos, hombre! Mascotas son otra cosa. Son elementos emblemáticos, que a veces se supone sirven para traer suerte y conjurar la yetta. Por ejemplo, el chico que entra a la cancha con un equipo de fútbol, vestido como los jugadores. O el perro o la oveja que pasan al frente de un regimiento cuando desfila.
Empoderar - Palabreja de moda, sinónimo de apoderar pero más rebuscada.
El Maratón - No sé por qué se les ha dado a los periodistas, especialmente a los deportivos, por masculinizar el término maratón. Que siempre fue femenino. Por derivar de la carrera de Maratón, aquella de 42 kilómetros que recorrió un soldado para informar a los atenienses que sus tropas habían derrotado a los persas, definiendo favorablemente la primera de las guerras médicas. Y que hoy día se recuerda en los Juegos Olímpicos (honor a Juan Carlos Zabala, Los Ángeles 1932 y a Delfo Cabrera, cabo de bomberos, Londres 1948).
Los Antípodas - Otra masculinización inexplicable. Siempre se dijo Las Antípodas para referirse a la parte del mundo que se opone a aquella que ocupamos nosotros. Y no veo razón para dejar de hacerlo.
Nosocomio - De nuevo un rebuscamiento inútil. ¿Por qué decir nosocomio y no hospital por las buenas? ¿Se supondrá que hace más fino? Así será, siempre que entendamos por fino lo más rebuscado.
Precipitación Pluvial - Menudo cacherío. O cursilería. ¡Lluvia, caramba, lluvia! O, si prefieren, chaparrón, aguacero, temporal. De esos que nos agarran sin paraguas cuando salimos de casa, calándonos hasta los huesos.
Estado Gripal - Cursilería al cubo para mencionar la gripe, el constipado o, como dicen en España: estar malo.
El Esférico - Rebuscamiento muy propio de los relatores deportivos. Traslada el esférico por el callejón del ocho. Para mencionar la pelota también hay otras palabras tirando a exquisitas: la ball.
O, dechado de perfecciones, el útil.
Puedo también traer a colación otros términos, cuyo empleo es menos grave pero que, asimismo, resulta levemente censurable: Primer Magistrado por Presidente de la República; Magnate por Millonario (y aquí el apelativo, principalmente dedicado a Donald Trump, ya no es empleado por los periodistas deportivos sino por los que escriben sobre política o economía). Cacos por ladrones o chorros. Equino por caballo. Intervención quirúrgica por operación. Odontólogo por dentista.
¡Y basta ya!
(La Prensa)
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