EL REGRESO DEL "VAMOS POR TODO"

OPINIÓN /

Volvieron ¿mejores?

Volvieron ¿mejores?

Por Carlos Berro Madero

Es bien sabido que una de las fuerzas principales que dirigen el mundo de la política es la mentira. La utilización de datos históricos falsos, estadísticas trucadas y análisis incomprobables, vertidos por líderes que desinforman sobre la mayoría de los actos del gobierno al que pertenecen, han pasado a ser así moneda corriente.

Esas falsedades son emitidas luego de apelar a la celebración de cenáculos donde se reúnen supuestos “notables” adictos al poder en curso, para elaborar conclusiones que algunos equipos entrenados se encargan de divulgar luego por medio de las redes y portales comprometidos, inoculando a la opinión pública con relatos de supuesta veracidad, amparados por un pluralismo (?) “sui generis” que amputa las informaciones, o las inventa, para enturbiar cualquier proceso de comunicación veraz a la opinión pública.

Entre los adeptos y dirigentes del kirchnerismo, este método perverso ha sido perfeccionado mediante triquiñuelas, esparcidas con el mayor desparpajo por quienes tratan de mejorar la imagen pública de los poseedores de supuestas informaciones fidedignas (?), lanzadas como una suerte de chorro de lava hirviente sobre el hombre del común.

Néstor y Cristina Kirchner han sido dos auténticos modelos de cinismo y el hoy “prescindente delegado” Alberto Fernández es el mejor vocero del proyecto político de la Vicepresidente utilizando el mismo sistema de utilización redundante y vicioso de palabras.

Esto fue favorecido, desde sus albores, por el uso discrecional de fondos públicos sin control ni límite alguno, para sostener una anestesia Informativa de características “benefactoras”, que prometía favorecer las más caras aspiraciones instintivas del ser humano por vivir con dignidad.

Como han señalado algunos filósofos como Henri Bergson y Jaime Balmes, en sus análisis sobre la libertad de opinión, muchos individuos mienten en su afán de lograr objetivos que contienen razonamientos de imposibilidad metafísica, utilizando sus mentiras para adocenar a quienes se sienten orgullosos por participar de los secretos donde se “cocina” el poder político, diciéndoles tentadoramente: “únete al grupo selecto y tendrás el privilegio de pertenecer a nuestra causa y ser uno más entre nosotros”.

Esta tácita tiranía, que se construye mediante creativas acrobacias verbales, engaña a muchos desprevenidos, atraídos por el contenido de primicias que favorecen el sentimiento natural del individuo por “ser parte de algo exclusivo”, Las mentiras del kirchnerismo han reverdecido en estos años la influencia de una poderosa industria de la comunicación inocultablemente hipócrita y sin escrúpulos, ahogando a la gente bajo los tentáculos de una verdadera traición perpetrada al deber de informar apropiadamente sobre la realidad, habida cuenta que ésta constituye la esencia misma de la verdad, construyendo su poder político mediante tergiversaciones que transformaron el conocimiento en una sucesión de interpretaciones ideológicas.

Cultores de un cinismo por antonomasia, fueron capaces de llegar a cualquier extremo para obtener sus fines políticos, y el movimiento que los representa sigue intentando, aún hoy, que aceptemos los abismos de aproximación a una realidad falsa, utilizando un lenguaje con el cual atizan a sus rivales políticos e interpelan a la sociedad toda, cada vez que intentan rebatir sus incuestionables “verdades reveladas”.

En este terreno, inauguraciones de obras sin terminar, disimulo de transferencias “non sanctas” de fondos públicos, apropiación de organizaciones de tercer grado mediante dádivas sin límite, financiación de medios adictos y nombramiento de impresentables a destajo en la función pública, han sido algunas de las muchas herramientas utilizadas en provecho de su discurso único sobre una realidad trucada.

El más perfecto representante de esta construcción de poder por medio de la mentira y la doble moral es hoy Alberto Fernández, que trata de “modelar” sus expresiones, intentando que todos aceptemos un pragmatismo que no es tal, sino una desvergonzada manera de eludir evidencias de su ambivalente pasado histórico, montado sobre una pandemia que le ha dado al Frente para Todos, una gran oportunidad para someter a quienes tiemblan porque el virus logre estacionarse en la puerta de su casa cobrándose una nueva víctima.

Una cuarentena establecida por estadísticas dudosas e incomprobables se ven lideradas así por quien se comporta como un fiel “delegado” de un poder que está en otros (u otra), que va dejando poco a poco la evidencia de que estamos viviendo las consecuencias de su falta de baquía para manejar supuestos modelos de prevención, apropiándose de la neblina informativa provocada por el mismo gobierno y sus “asesores” (?).

Algunos opositores al gobierno se han sumado cándidamente a esta “movida” y parecen no entender qué hay detrás de incongruencias que no guardan relación con las campañas de prevención adoptadas en otros países (mucho más inteligentes que nosotros), demostrando una vez más que nuestros políticos continúan apostando a la originalidad y el talento “argentino” (?) para perorar e innovar sobre lo que se les ocurra pertinente, lo que nos ha mantenido firmemente amarrados a los últimos lugares del ranking mundial de irrelevancia.

A nuestro modo de ver las cosas, detrás de la cuarentena existe un propósito claro que ha nacido de una nueva oportunidad nacida con la pandemia.

¿O alguien cree acaso que el discurso de la diputada Vallejos sobre la apropiación de cuotas partes de las empresas a quienes ayuda en la emergencia el Estado como “contraprestación”, es solamente un exabrupto? ¿O el verdadero sentido del impuesto a la riqueza, no es otra cosa que una gabela a ser aplicada a “los simpatizantes del macrismo apátrida?” (sic)

Todo ello, es similar al tenor del discurso de los que propician en el mundo sistemas de gobierno socialistas autoritarios, camuflando arteramente sus verdaderas intenciones detrás de argumentos esotéricos que “si pasan, pasan” y si no, abren un “rumbo” para volver a la carga cuando sea oportuno, como nos dijo un dirigente K levantando su dedo índice acusador frente a nuestra cara.

Creemos que es la punta de un iceberg que crecerá, porque el gobierno de “los Fernández” en lugar de investigar pronuncia sermones, presentando determinados asuntos de la realidad como si provinieran de informaciones fidedignas, mientras se enfoca con astucia en el “vamos por todo” que siempre caracterizó su fin último.

Debemos reconocer, por supuesto, que las ocasiones favorables no bastan para que las mentiras prosperen: hacen falta individuos prestos para utilizarlas y producir los efectos deseados.

Y en ese aspecto, el kirchnerismo tiene soldados de sobra, reclutados en los ámbitos menos reputados de la sociedad en orden a erudición, conocimientos y/o prejuicios éticos y morales.

No deberíamos olvidar jamás que siempre que un gobierno reclama imperiosamente el derecho a informar, se refiere en realidad a “su” propio derecho de presentar los hechos como a él le gusta, aunque carezcan de exactitud.

A buen entendedor, pocas palabras.

(Tribuna de Periodistas)

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