COCODRILO Y CAMALEÓN

OPINIÓN / 

Alberto quiere su club de amigos


Por Sergio Crivelli

En los últimos días proliferaron versiones sobre diferencias internas en la oposición. Paradójicamente esas versiones formaban parte de la interna del oficialismo.­

En su búsqueda de autonomía el presidente Fernández intenta formar un club de amigos con los políticos disponibles. Esos trapicheos alborotaron a buena parte de la dirigencia y el alboroto resultó magnificado por una laboriosidad periodística que no es neutra: procura alejar la atención de un gobierno que tropieza con dificultades económicas serias.­

El ex macrista Emilio Monzó, por ejemplo, salió a militar un "deslizamiento" en el liderazgo opositor desde Mauricio Macri hacia Horacio Rodríguez Larreta y aún más lejos: hasta dirigentes remotos como Gerardo Morales o Rogelio Frigerio. De paso aclaró que si le ofrecen algún cargo en el gobierno, él está para colaborar. No importa el gobierno. Eso es la "rosca".­

Macri perdió el poder pero curiosamente no lleva la peor parte en la presente crisis. Fernández trata de construir la imagen de un liderazgo moderado y tolerante, pero la grieta no se lo permite. En los últimos días los kirchneristas se cansaron de pegarle a Rodríguez Larreta, lo que representa una desautorización a cualquier pretensión del presidente de conducir. Predica paz y amor mientras los otros tiran piedras. No es doble discurso, ni policía bueno y policía malo, sino algo más grave para un político: es falta de poder.­

La imagen de Macri es baja en las encuestas, pero hace sólo siete meses, en el peor momento de su gestión económica, sacó el 40% de los votos. Eso lo vuelve peligroso para cualquier político. El que haya terminado su mandato irrita al kirchnerismo porque lo ve con capacidad de reciclarse. Está en lo que los peronistas llaman "modo cocodrilo": al acecho con apenas los ojo fuera del agua.­

Más difícil aún que Fernández la tiene Rodríguez Larreta que eligió la estrategia camaleón: la de mimetizarse con el presidente para evitar represalias fiscales. La idea no era mala, pero sobreactuó. Hay cosas que el votante peronista tolera, pero el macrista, no. Por ejemplo, verse obligado a pedir permiso para salir a la calle o viajar en transporte público.­

Rodríguez Larreta se pegó a Alberto Fernández cuando subía en las encuestas y recibirá parte del costo político cuando emerja el desastre económico. Además, el presidente ya no se puede despegar de la búsqueda de impunidad. Puede decirse que representa un activo tóxico para Rodríguez Larreta, aunque sólo el desarrollo de la crisis dirá en qué medida y a quién le fue mejor: al cocodrilo o al camaleón.­

Una advertencia para radicales: la idea de colonizar un espacio electoral intermedio entre macrismo y kirchnerismo difícilmente funcione. La grieta es una estrategia que dio enorme éxito al segundo y que el primero aprovechó y espera volver a aprovechar. Entonces las internas se acabarán y sonará la hora de los alineamientos.­

(La Prensa)

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