LOS ABORTOS Y LOS PLANES

OPINIÓN / Por Ernesto Martinchuk

Distintos pero similares

Rumania, ¿como Argentina?

En 1966, un año después de convertirse en el dictador comunista de Rumania, Nicolai Ceausescu, ilegalizó el aborto. “El feto es propiedad de toda la sociedad, -proclamó- cualquiera que evite tener hijos es un desertor que renuncia a las leyes de la continuidad nacional”.

Tales declaraciones eran comunes durante la hegemonía de Ceausescu, porque su plan maestro –crear una nación digna del Nuevo Hombre Socialista- constituía un ejercicio de grandiosidad. Construyó palacios para sí mismo mientras maltrataba y desatendía alternativamente a sus ciudadanos. Al abandonar la agricultura en favor del sector industrial, obligó a gran parte de los habitantes de zonas rurales a trasladarse a fríos edificios. Concedió cargos gubernamentales a miembros de su familia, incluida su esposa, Elena, que requería cuarenta casas y una provisión acorde de pieles y joyas. 

Madame Ceausescu, conocida oficialmente como la Mejor Madre que Rumania podía tener, no era especialmente maternal.

“Los gusanos nunca están satisfechos, no importa la cantidad de comida que les des”, decía cuando los rumanos se quejaban de la escasez de alimentos producida por la mala administración de su marido. Mantenía enfrentados a sus propios hijos para asegurarse su lealtad.

La prohibición del aborto llevada a cabo por Ceausescu fue ideada para lograr uno de sus objetivos principales: fortalecer rápidamente Rumanía incrementando su población. Hasta 1966, el país había contado con una de las políticas en torno al aborto más liberales del mundo. El aborto suponía de hecho la principal forma de control de la natalidad. De pronto, prácticamente de la noche a la mañana, quedaba prohibido. Las únicas excepciones eran las madres que ya tenían cuatro hijos y las mujeres con una posición destacada dentro del Partido Comunista.

Al mismo tiempo, se prohibió toda educación sexual y anticonceptiva. Los agentes del gobierno, sarcásticamente conocidos como la Policía Menstrual, reunían regularmente a las mujeres en sus lugares de trabajo para repartir pruebas de embarazo. Si una mujer no quedaba embarazada durante un período de tiempo prolongado, se la obligaba a pagar un alto “impuesto de celibato”.

Los incentivos de Ceausescu produjeron el efecto deseado. Un año después de la prohibición del aborto, la tasa de natalidad rumana se había duplicado. Esos niños hacían en un país en el que, a menos que se perteneciese al clan Ceausescu o a la elite comunista, la vida les sería miserable.

La generación de niños nacidos tras la prohibición del aborto obtendría peores resultados en casi todas las formas calculables: sus calificaciones escolares serían inferiores, tendrían menos éxito en el mercado laboral y también más probabilidades de convertirse en criminales.

La historia del aborto en Rumanía quizá parezca una forma extraña de comenzar a relatar la historia de lo que pasa en nuestro país. Pero no lo es.

La realidad de nuestro país

En nuestro país, los niveles de pobreza no sólo no bajaron sino que aumentaron a más del 43% y los estratos medios de la sociedad empezaron a recibir más ayuda estatal en una curva ascendente que no parece tener fin.

En la Argentina se ha instalado la cultura de la dádiva y mucha gente se ha acostumbrado a vivir del trabajo ajeno, considerando esa forma de vida como un derecho adquirido. Hay gente que se siente con derecho a no trabajar y a que otros los mantengan. Y ya van tres generaciones que crecen viendo a sus padres sin trabajar viviendo de planes sociales, con lo cual toman como algo normal que otro los tenga que mantener.

Los problemas de pobreza fueron encarados con crecientes planes sociales de todo tipo. Desde AUH, pasando por pensiones no contributivas que incluye a la aparición de más de 1 millón de inválidos más sin que hubiese producido una guerra, o un terremoto a nivel nacional.

A través de las Asignaciones Familiares y la Asignación Universal por Hijo (AUH) se ha alcanzado una cobertura máxima de más de 10 millones de niños y niñas. (Asignación familiar por hijo, Ley N.º 24.714), cubre a los hijos de trabajadores oficialmente registrados) o subvenciones por falta de trabajo. Incluyen las Asignación Familiar Prenatal, la Asignación Familiar por Nacimiento y Adopción, la Ayuda Escolar Anual, la Asignación por Embarazo para Protección Social, la Asignación Familiar por Hijo, la Asignación Familiar por matrimonio, la Asignación Familiar por Maternidad y la Asignación Familiar por Cónyuge. La asignación por hijo con discapacidad es una suma mensual que recibe el trabajador en relación de dependencia por cada hijo con discapacidad que tenga.

Además existen los planes Progresar, el programa Argentina Trabaja, el Plan Nacional de Primera Infancia, el programa Creer y Crear y la Pensión Universal por Adulto Mayor. Programas Alimentarios, la Tarjeta Alimentaria, Precios Cuidados, presente en más de 2.250 puntos de venta en todo el país, el Mercado en tu barrio: está presente en 47 municipios de 12 provincias, y realiza más de 300 ferias al mes en todo el país.

Programas Alimentarios: el gobierno incrementó la compra de alimentos –mal y sobrevaluados- y la asistencia a merenderos y comedores, que en la provincia de Buenos Aires, -principal bastión del peronismo K- es llevada a cabo por el Ejército, tratando de ser capitalizadas –para la foto- por algunos movimientos sociales.

En el sistema de actualización de datos de Capacitación y estudio, determinó que cerca del 70% de los beneficiarios de este plan no completó sus estudios secundarios mientras que más del 25 % no terminó sus estudios primarios. El embrutecimiento social sirve. Cualquier argumento, sea falso o coloreado, ayuda al propósito de erigirse como los únicos dueños de la verdad.

Mientras tanto, en la Argentina hay más de 700 mil nacimientos por año. El 16% proviene de madres adolescentes de entre 15 y 19 años (en algunas provincias equivale al 25%) y más de 3000 son de niñas de 10 a 13 años. El 70% de esas mujeres adolescentes no planearon (o sí planearon) ese embarazo.

De acuerdo a los datos del Observatorio de la Deuda Social de la UCA, en 2019 el 33,4% de los hogares recibía algún plan social. Puede observarse que entre 2010 y 2015 el gobierno kirchnerista pasó de darle planes sociales del 25% de los hogares al 31%, es decir, 6 puntos porcentuales más. Cambiemos aumento ese porcentaje 2,6 puntos porcentuales. En total, se pasó de entregarle planes sociales al 24,4% de los hogares en 2010 al 33,4%. 9 puntos porcentuales más y a pesar de ello hay más pobreza. En estos momentos lo desconocemos, pero si sabemos que las políticas económicas con fuerte redistribución del ingreso y abundante burocracia, generan todos los estímulos posibles para que la gente no produzca o tenga bajos grados de productividad.

En 2019 el 44% de la población recibía algún plan social, o sea 21 millones de personas y en muchos casos se crean puestos de trabajo en el estado en oficinas para favorecer a sus propios militantes.

Por otra parte, es terrible que para el presidente Alberto Fernández, sea una carga mantener a la gente hasta los 85 años porque cuesta mucha plata. Así piensa de los que se pasaron la vida trabajando.

Personajes que no han terminado sus estudios secundarios son funcionarios. Políticos que no tienen la más pálida idea ocupan puestos, para los que existen personas que se prepararon, estudiaron y se capacitaron durante años, pero este sistema detesta la meritocracia.

La descomposición social que está sufriendo nuestro país es fruto de que tres generaciones siguen viviendo de subsidios del Estado, sin prepararse para la vida laboral y esto nos está llevando a una profunda crisis social, cuyo sólo antídoto es la educación y en estas condiciones no se resolverá de un día para otro. El embrutecimiento social, la propaganda oficial, junto a que no funciona ni el Congreso, ni la justicia, sumados al aislamiento producto de la pandemia, sirven.

Existe una decadencia absoluta de valores fundados en el aprecio a la humanidad, donde la competitividad, el arribismo y la banalización de los valores éticos y morales han hecho y continúan haciendo estragos. Esta es nuestra sociedad hoy, donde reinan la apatía, el desencanto, la corrupción y la hipocresía.

La situación económica, en parte por la pandemia y en parte por la impericia de los sucesivos gobiernos argentinos, es terminal. La situación social se podría complicar gravemente. Ya el dirigente social Juan Grabois -referente del Movimiento de Trabajadores Excluidos- no hace mucho vaticinaba: “Hay mecha corta en Argentina” y “no hay margen para nuevas decepciones“.

Volviendo a Rumania

Retomamos el motivo de esta crónica volviendo a lo sucedido en Rumania. La prohibición del aborto siguió en vigor hasta que finalmente Ceausescu perdió el poder. El 16 de diciembre de 1989, miles de personas se echaron a las calles de Timisoara para protestar contra su progresivo régimen. Muchos de los manifestantes eran adolescentes y universitarios.

Uno de los líderes de la oposición, un profesor de cuarenta años, declaró más tarde que fue su hija de trece años quien insistió en que debía participar en la protesta, a pesar de sus temores. “Lo más curioso es que aprendimos a no tener miedo gracias a nuestros hijos –dijo-, la mayoría de los cuales tenían entre trece y veinte años. La policía mató a muchos de ellos.

Unos días después el dictador y su esposa trataron de escapar con mil millones de dólares, pero fueron capturados, sometidos a un juicio tan sumario como rudimentario y, el día de Navidad, ejecutados por un pelotón de fusilamiento.

No debería pasarse por alto que la muerte del dictador y su esposa fue, en gran medida, precipitada por la juventud de Rumania, gran parte de la cual, de no ser por la prohibición del aborto, nunca habría llegado a nacer.

(Tribuna de Periodistas)

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