LA LIGEREZA DEL PENSAMIENTO

OPINIÓN / Por Diana Laura Caffaratti

"Necesito más de una vida para terminar de entender"

Yo no creo en la gente perfecta, ni en las relaciones perfectas, ni en los destinos perfectos. Creo que las circunstancias de la vida van modelando otras circunstancias y que cada quién hace lo mejor que puede para vivirlas, gozarlas, o sobrevivirlas. 

La vida es una comedia pero también un drama y una tragedia. Todos pasamos por alguno de esos momentos en alguna oportunidad. Operan también algunos golpes de suerte que no están dispuestos para todos en la misma medida. La risa y el llanto son tan omnipresentes en el vivir como la luna y el sol en nuestro sistema planetario. Y a veces, como en lo pautado planetariamente, suceden eclipses que oscurecen por un lapso la brillantez del sol o la blancura especular de la luna. 

Es entonces cuando nos convertimos en ansiosos observadores de lo extraño y tratamos de explicárnoslo entendiendo a medias las verdades. O tratamos de explicárselo a quienes son capaces todavía de afirmar que la actividad mental no es más que una vacuidad que se llena con conocimientos a repetición. 

La otredad perturba. Y a lo mejor perturba porque nos produce cierto reconocimiento personal. Hay quienes niegan la existencia del alma como ente perceptivo y sufriente, acúmulos de experiencias olvidadas, seleccionadas, retroalimentadas, persitentes, profundas, dolorosas... Y trata de dar por sentado que el llanto y la pena, proceden de la superficialidad y se muestran en la superficie. No imaginan el daño que produce esa mera ligereza de pensamiento. Hasta dónde se puede ahondar un problema si no entendemos la complejidad de la mente, el espíritu y el alma. Simplificar, en estos casos es fabricar la paradoja de hacer que las cosas aparezcan más complejas y enmarañadas. Es perturbar. Es poner el reloj desandando el tiempo. Es andar un camino que confunde el rumbo, es oscurecer la pequeña luz que pueda haber. 

Ser instruído, alfabetizado o profesional no garantiza la capacidad de comprender o mensurar lo que es capaz de pensar y sentir un ser humano profundamente sensible. En todo se da la bilateralidad por lo menos, por no decir la posibilidad de contemplar la realidad como en un caleidoscopio, un collage, un gran panel de distintas fibras que convergen en un punto a la vez que se disparan en infinitos fragmentos para armar. 

Y necesito más de una vida para terminar de entender. 

©Diana Laura Caffaratti.

Comentarios