EL HOMBRE QUE VOLABA SIETE METROS



DEPORTES / Por Walter R. Quinteros

Amadeo Carrizo, el mejor arquero del siglo XX




Sepan amantes del fútbol, que Amadeo Carrizo había sido elegido por la La Federación Internacional de Historia y Estadística de Fútbol (IFFHS) como el arquero más destacado del siglo XX. 

Y lamentablemente tuvo que llegar el día que uno nunca quiere, el de escribir sobre la partida de los seres invencibles. Sobre la partida de los ídolos al arco eterno.

Esta madrugada de este viernes 20 de marzo de 2020, a los 93 años, murió Amadeo Carrizo. 

Aprendices de arqueros, sepan que con él, se fue una parte grande de la historia de River, de la Argentina toda. Un referente, aquel hombre que inventó lo que debe hacer un tipo parado en un arco, el que supo darle sentido al puesto de arquero.

Un adelantado. Era el hombre que volaba siete metros, alto fachero, elegante, de sonrisa que enamoraba a la platea femenina. Pero por sobre todas las cosas, fue el que transformó el su puesto a partir de brillantes innovaciones técnicas, tácticas y estratégicas, como por ejemplo dejar el área para participar en la defensa o ayudar en la salida del fondo. 

Esa cosa que tenía de tirarse a barrer para recuperar la pelota o esa otra de sacar rápido para armar los contragolpes. 

Bajar la pelota con el pecho, cabecear y salir gambeteando, era inaceptable para aquellos años.

"La gente tenía que entender la importancia que tiene un arquero en un equipo. Fui uno de los que comenzaron con el arquero jugador. Después se fue haciendo un poco más popular e importante el estilo de mi juego, e indudablemente que me hacía odiar un poco por mi forma de jugar, de venir un centro y agarrarla con una mano o rechazar de cabeza, salir a gambetear un adversario", dijo una vez. 

Amadeo el grande, había sido designado como presidente honorario del club, un reconocimiento más que merecido.

Había nacido el 12 de junio de 1926 en Rufino, Santa Fe. Y con tan solo 19 años recién cumplidos, debutó en el arco de River en un clásico frente a Independiente. 

Atajó en el club de sus amores entre 1945 y 1968, siendo un indiscutido en el puesto que llevaba su sello y consiguió siete campeonatos (45, 47, 52, 53, 55, 56 y 57), una Copa Ibarguren (52) y dos Copas Aldao (1945 y 47). 

Después se fue al fútbol colombiano y se retiró en 1970 haciendo historia con los colores de club Millonarios.

Defendió el arco de la Selección Argentina en dos oportunidades, Mundial 58 y la Copa de las Naciones 64. 

A los 93 años ya no estaba bien, se había recluido en su hogar, compartiendo con sus familiares y el grupo de amigos más cercanos que lo visitaba. El paso de los años y la lucha contra un cáncer ya no le permitían salir a caminar por las calles de Devoto, su barrio. En los últimos días, había sido internado en la Clínica Zabala, en Belgrano. Y fue allí donde murió.

Cientos de veces conté aquella anécdota donde papá me llevó a conocer el monumental y, cientos de veces conté que la gente gritaba su nombre y yo también.

Quería descansar para siempre en su pueblo natal. Lo que nadie sabe en Rufino, es que todos los que amamos el fútbol, todos, tenemos una estampita de él. 

(La Gaceta Liberal)



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