SAAVEDRA LAMAS, CORDELL HULL Y PERÓN

HISTORIAS / La guerra del Chaco y cómo lograr el Premio Nobel de la Paz

Por Walter R. Quinteros

Encontramos en "Los mitos de la historia Argentina" del revisionista Felipe Pigna, Tomo 3, página 294 que: El canciller del gobierno de Agustín Pedro Justo, don Carlos Saavedra Lamas, yerno de Roque Sáenz Peña y ministro de Instrucción Pública de Victorino de la Plaza, medió en el conflicto que pasó a la historia como la Guerra del Chaco (1932-1935), desatada entre Paraguay y Bolivia e impulsada por las grandes compañías petroleras Shell y Esso. La mediación de Saavedra Lamas permitió alcanzar la paz entre las dos naciones Nuestro canciller fue distinguido por ello con el Premio Nobel de la Paz en 1936, el primero otorgado a un sudamericano.

El diplomático norteamericano Cordell Hull se adjudica la autoría de la mediación que le valió la distinción a Saavedra Lamas. 

Y buscamos. Dice Hull en sus memorias: (Extraídos de: The Memoirs of Cordell Hull, vol. 2, Nueva York, The Macmillan Company, 1948, citado por Alberto Ciria, Partidos y poder en la Argentina moderna 1930-1946) "Pensaba que el verdadero éxito solo puede llegar si se induce a nuestros adversarios a convertirse en nuestros aliados, convenciéndolos de que, básicamente, sus ideas son nuestras ideas. De manera ocasional, ello implica reconocer a estadistas de otros países como autores de las ideas que yo mismo profesaba. Yo he señalado cómo, en el Congreso, con frecuencia permitía a mis colegas hacer uso de mis ideas e información, y que las bautizaran con sus propios nombres. De la misma manera, trasplanté esta práctica a la diplomacia. Yo mismo podría haber presentado a la conferencia, la resolución sobre la paz que había preparado, en lugar de ofrecérsela a Saavedra Lamas, y quizás podría haber asegurado una mayoría de votos a su favor. Pero si lo hubiese hecho, sin duda la Argentina la hubiera combatido en base a argumentos técnicos, y la unanimidad que requería se habría desvanecido. Me pareció más prudente, dadas las circunstancias, que la presentara el jefe de la delegación argentina".

En el sitio: paraguaymipais.com leemos que: El acuerdo para el cese de hostilidades en el campo de batalla se había alcanzado en Buenos Aires, Argentina, el 12 de junio, fecha en que los cancilleres de ambos países –Tomás Manuel Elío de Bolivia y Alberto Riart de Paraguay- firmaron el Protocolo de Paz. Era el resultado del trabajo de un grupo mediador de diplomáticos, inicialmente de Brasil, Chile y Perú, que comenzó el 9 de mayo de 1935. "Los habitantes de ambos países recibieron con júbilo la noticia pues la mayoría había perdido a esposos, hermanos o hijos en tres años de guerra”.

Para el historiador boliviano Pablo Michel, la Guerra del Chaco representó un éxito para Bolivia pues logró sus objetivos: su acceso al Océano Atlántico e impedir que Paraguay se apoderara del petróleo en el Chaco. Pero este resultado no se alcanzó en el campo de batalla, sino en las negociaciones que se encararon luego del cese de hostilidades el 14 de junio de 1935. Pero a su vez, el alto al fuego pactado marcó el inicio de una “guerra fría” entre Bolivia y Paraguay que culminó el 21 de julio de 1938, cuando se firmó el Tratado de Paz, límites entre ambos países que fueron rubricados por cancilleres de Paraguay, Dr. Cecilio Báez y de Bolivia Dr. Eduardo Diez de Medina.

Con este acuerdo, Bolivia concretó sus objetivos: primero, tuvo acceso al Océano Atlántico por el río Paraguay después de haber perdido su acceso al Pacífico en la guerra contra Chile y, segundo, ninguno de los pozos petrolíferos quedó en poder paraguayo, para tranquilidad y satisfacción de la empresa Standard Oil of New Jersey, el verdadero propietario del petróleo y, por ende, el principal impulsor de este tratado.

Cuando comenzaron las hostilidades 

El 15 de junio de 1932, los bolivianos iniciaron las hostilidades. Aunque el 9 de septiembre de 1932 Paraguay inició la batalla para la recuperación del fortín Boquerón, recién declaró oficialmente la guerra el 10 de mayo de 1933. Eso ocasionó que Bolivia no pudiese aprovisionarse libremente a través del Pilcomayo y del Océano Pacífico a través de Chile.

Esa guerra cimentó el ascenso definitivo de la lengua guaraní como segunda lengua nacional debido al uso de la misma como código radial en el ejército. Como los bolivianos no repararon en ese detalle aparentemente nimio, no supieron luego hacer inteligencia contra el Paraguay.

De los vecinos, solo Argentina ayudaba bajo la mesa a los guaraníes con proyectiles, combustible y recursos varios. Hasta el futuro presidente argentino Juan Domingo Perón, entonces mayor del ejército vecino, había sido coordinador de esos traspasos en Paso de los Libres en el sudoeste paraguayo vestido de coronel paraguayo para evitar una probable captura y fusilamiento como violador de la “neutralidad” argentina (a causa de esa colaboración, Perón años después fue general honorario del Ejército Paraguayo)

Sigue el informe de Pablo Michel diciendo que: Antes del inicio de las hostilidades se propusieron tratados para evitarla pero los mismos litigantes lo dificultaron. También durante el desarrollo de la guerra y antes del Protocolo de Paz hubo muchos intentos diplomáticos para poner fin a la contienda chaqueña que fracasaron estrepitosamente debido a que las posturas sobre los trámites a seguir para conseguir la paz entre el Paraguay y Bolivia eran diametralmente opuestas. Por otra parte, era interés del gobierno norteamericano que el diferendo se solucionase por la Comisión de Neutrales, sin tener que recurrirse a la Sociedad de las Naciones, pues ello socavaría su influencia regional.

Las alas de la paloma de la paz

Nos dice el sitio de la Historia de las relaciones exteriores de la Argentina que: En el tema de la paz mundial, la Argentina intentó retomar la iniciativa en los asuntos internacionales y un liderazgo a nivel regional a través del Pacto Antibélico o Pacto de no Agresión y Conciliación gestionado por el canciller, Carlos Saavedra Lamas. 

El Pacto Antibélico estuvo abierto a la adhesión universal de las naciones y era un mecanismo de paz alternativo al esfuerzo norteamericano de panamericanizar los conflictos a través de la Comisión de Neutrales -formada por Estados Unidos, Colombia, Cuba, México y Uruguay- para solucionar la Guerra del Chaco desatada entre Bolivia y Paraguay. Saavedra Lamas pretendió coordinar los engranajes esenciales de la paz de cinco convenciones existentes: el Tratado Gondra de Conciliación (Chile, 1923), el pacto Briand-Kellogg (París, 1928), los Tratados Interamericanos de Conciliación y Arbitraje (Washington, 1929) y el Pacto de la Liga Covenant. Este pacto presentado por Saavedra Lamas, que recibió las adhesiones de los gobiernos de Brasil, Chile, Uruguay y Paraguay, condenaba las "guerras de agresión", negaba asimismo la validez de las adquisiciones territoriales obtenidas por la fuerza y prohibía el derecho de intervención. 

Saavedra Lamas procuró incluir la consideración de su proyecto de fortalecimiento de mecanismos pacíficos en la agenda de la Séptima Conferencia Internacional de Montevideo a celebrarse en diciembre de 1933, asegurándose así una nueva oportunidad para atacar la posición norteamericana sobre la intervención con el respaldo de los países de la región. Además, el canciller argentino gestionó contactos con personalidades chilenas y aseguró la firma del gobierno de Brasil y de otras cinco naciones. Con este tratado concreto, Saavedra Lamas se preparó para enfrentar en Montevideo al secretario de Estado norteamericano Cordell Hull. 

A medida que se acercaba la inauguración de la Conferencia de Montevideo (diciembre de 1933), Saavedra Lamas comenzó a considerar la real conveniencia de celebrarla. En su opinión, las tensiones engendradas por los disturbios políticos en Cuba y Uruguay y por las disputas fronterizas vinculadas a los territorios de Leticia y Chaco, parecían recomendar la conveniencia de aplazar la reunión panamericana. De este modo, y cuando faltaban apenas cinco semanas para la Conferencia, Saavedra Lamas procuró interesar a los gobiernos de Brasil, Chile y Perú en un aplazamiento. 

En Washington también existieron serias reservas sobre la conveniencia de celebrar la Conferencia de Montevideo. El gobierno de Roosevelt no deseaba sufrir un revés en Montevideo. La aplicación de la “doctrina del buen vecino” en América Latina debía hacer frente a numerosos obstáculos: el nacionalismo económico, el rechazo al intervencionismo norteamericano y el generalizado resentimiento de los países latinoamericanos contra los Estados Unidos. 

No obstante estas reservas, el Secretario de Estado Cordell Hull resistió la tendencia de altos funcionarios de Washington y del canciller argentino de querer aplazar la Conferencia. Hull opinaba que a menos que la política del buen vecino demostrara su eficacia en el hemisferio occidental, no tendría ocasión de moderar tensiones en otras partes del mundo. El gobierno norteamericano debía retomar el liderazgo regional, y demostrarle a los países de la región que sus resentimientos hacia Estados Unidos podían ser superados. Finalmente, el deseo de Hull de celebrar la conferencia se impuso y entre el 3 y, el 26 de diciembre de 1933 tuvo lugar la Séptima Conferencia Internacional en Montevideo. 

Comprendiendo el sentido de la estrategia del canciller argentino y el resentimiento imperante en la región por las políticas comerciales y de intervención norteamericanas, Hull resolvió edificar su plan de acción en Montevideo en torno a dos resoluciones amplias: una atacaría el problema de las elevadas tarifas aduaneras y las restricciones al comercio; la otra recomendaría la ratificación universal del Pacto Antibélico de Saavedra Lamas y de los restantes instrumentos de paz. En lo concerniente a la política de intervención norteamericana, Hull estaba dispuesto a aceptar el punto de vista latinoamericano. 

En torno de los sensibles problemas de la recuperación económica y los mecanismos de paz, el secretario Hull persuadió al canciller Saavedra Lamas de patrocinar en forma conjunta las resoluciones presentadas. La estrategia de Hull surtió efecto, ya que ante la invitación del representante norteamericano, el Ministro de Relaciones Exteriores argentino respondió con entusiasmo: "Seremos las dos alas de la paloma de la paz, usted la económica y yo la política". 

Saavedra Lamas cumplió con su promesa de cooperar con Hull. El 12 de diciembre de 1933 apoyó en forma entusiasta la propuesta norteamericana de llevar un amplio ataque contra las perjudiciales barreras comerciales y las elevadas tarifas aduaneras por medio de acuerdos comerciales recíprocos. En retribución, Hull respaldó el 15 la propuesta argentina de que cada delegación comprometiera a su gobierno a suscribir los cinco instrumentos existentes para la organización de la paz. Ambas resoluciones fueron aprobadas en forma unánime por los delegados ante la Conferencia de Montevideo. 

En los puntos críticos, susceptibles de acusar división, Saavedra Lamas mantuvo la palabra empeñada a Hull. Por ejemplo, cuando se trató la espinosa cuestión de la intervención, la delegación argentina dejó que fueran los representantes de otros países los que dirigieran sus ataques a los norteamericanos. Y cuando la delegación mexicana presentó un vasto programa sobre deudas y problemas monetarios, Saavedra Lamas estuvo junto a Hull en la posición de aplazar tal propuesta para una próxima conferencia. Asimismo, al no obtener de los delegados de la Conferencia el respaldo a su proposición de que los países limítrofes censuraran la Guerra del Chaco, el canciller argentino respaldó la resolución de Hull que recordaba a los gobiernos de Bolivia y Paraguay las obligaciones contraídas con el Pacto de la Sociedad de las Naciones y les solicitaba que arreglaran sus divergencias por la vía jurídica. 

La Séptima Conferencia Internacional de Montevideo fue en consecuencia la más exitosa de todas las conferencias panamericanas, en gran medida debido a la mutua actitud adoptada por las delegaciones argentina y norteamericana. Saavedra Lamas abandonó la tradicional actitud de oposición respecto de las propuestas norteamericanas por la de agente catalizador de las mismas. A cambio, obtuvo la receptividad de Washington a su Pacto Antibélico, la seguridad de Hull de que no habría intervención norteamericana en la región y un prometedor programa de reciprocidad bilateral. Además, el canciller argentino recibió el voto de su colega norteamericano para recibir el Premio Nobel de la Paz. 

No obstante, la imagen de cordialidad y mutuas concesiones que caracterizó la gestión de las delegaciones argentina y norteamericana en la Conferencia de Montevideo de 1933 resultó tan sólo una máscara que ocultó la esencial rivalidad entre ambos países. Uno de los ámbitos donde se manifestó a las claras la competencia argentino-norteamericana fue el de las negociaciones que la diplomacia de una y otra nación llevaron a cabo para terminar la Guerra del Chaco (1932-1935) entre los gobiernos de Bolivia y Paraguay. Finalmente, se impuso el criterio argentino ya que la Conferencia de Paz se celebró en Buenos Aires y no en Washington.

Pero la guerra consumió ingentes recursos económicos de ambos países, de por sí muy pobres. El Paraguay sostuvo parte de las necesidades de su ejército con la gran cantidad de material bélico capturado en distintas batallas. Terminada la guerra, los vendió a España con motivo de la Guerra Civil Española. 

Quiénes & Porqué

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