LLOREMOS

OPINIÓN /
La columna de Diana Laura Caffaratti

Organicemos la bronca

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Yo tengo amigos que no piensan como yo. Y eso no cambiará mi afecto hacia ellos. La amistad y simpatía pasa por el lado del RESPETO. Pasa por el afán de no herirnos. Pasa por la mirada contempladora y compasiva. Pasa por la generosidad del alma. Pasa por pensar dos y más veces lo que vamos a publicar. Pasa por el fino cedazo de la delicadeza. Pasa por el derecho de decir lo que se piensa sin esgrimir la palabra como punta lacerante e hiriente. 

Convertirnos en una jauría y mordernos hasta destruir es reconocer que no conocemos la Historia Universal y que no hemos aprendido nada. Significa que estamos distanciándonos de la realidad y de nosotros mismos también porque si lo único que nos interesa es mirarnos el ombligo, es que en realidad estamos negando que tenemos una cabeza, un corazón, un alma y un espíritu que está ansioso por sacar lo mejor de nosotros. 

Yo me encuentro en este texto que reproduzco más abajo... Y en los que claman por justicia. La que corresponda para cada caso. Sin declararme partidaria de alguna filiación política. Aunque la tenga, coincidiendo con predicamentos de unos y otros y en disenso también con las mismas ideologías que las sostienen. Considero que, si bien las ideologías tienen cuestiones en disarmonía, no son ellas las malas sino la perversidad INDIVIDUAL humana. 

Por eso no generalizo. Mucho menos, hoy, cuando la Patria se SIGUE rompiendo a pedazos. La única solución es el DECORO. Sea con el sistema que sea. Yo deseo que al leer este texto, reconozcas al hermano, al prójimo, al próximo... Deseo que te despojes de las posiciones partidarias. Que no señales, que no juzgues. Porque la URGENCIA es otra cosa. Necesitamos abrir los ojos. No aproveches esto para dejar un comentario que evidencie tu simpatía o tu oposición a partidismos reales o utópicos. No es el momento. Pon tu empatía en situaciones que han existido. Y existen... Leo en algunos muros el reclamo a las distintas Iglesias para que se ocupen de la situación.. (entendiendo como iglesia, al colectivo de personas que profesan un credo)... Y con ello seguimos buscando paliativos... Y desviando la misión de los credos que es otra.

Es otra muy alejada de provocar más escisión cuando claramente toma partido por una ideología, en obediencia a un sospechoso adoctrinamiento político en oposición a lo que se supone natural: centrarse en enseñar la doctrina de su religión. Y a través de ella y no por encima, señalar y exigir corregir lo que no está bien. 

Me duele mi Patria: ayer, hoy y, ojalá, no sea siempre. Leo también despiadados comentarios sobre el destino de las personas. Con un solapado "que se jodan si no son capaces de salir de esto". La solución está en nosotros. Cuando aprendamos a exigir, como soberanos, que lo justo sea lo primero. 

A continuación, el texto que me despertó la reflexión anterior. En esencia, lo que yo también veo. (aunque la intencionalidad no sea la ideal) 

"A veces el impulso es dejarse caer, sentarse en el cordón de la vereda, llevarse las manos a la cara y llorar, llorar largo y tendido. Y está bien. Nunca debe blindarse el corazón. Nunca! Las lágrimas humedecen el alma, nos mantienen humanos, nos lavan los ojos para poder ver siempre las realidades que nos esconden. Llorar es el principio de todo, porque si no nos duele el sufrimiento, nunca estaremos en condiciones de dar ninguna pelea y mucho menos de ganarla. Lloremos por un rato, lloremos todo lo que sea necesario. Lloremos por los pibes que tienen el hambre dibujado en la cara, por los que tapan sus huesos con lo que tienen a mano, por los que bajan sus manos callosas que ya no tienen qué fabricar, qué construir, que reparar. Lloremos por los viejos que sobreviven sus últimos años apagando las hornallas para poder pagar los remedios, por las escuelas convertidas en comedores, por los comedores que no dan abasto. Lloremos. Lloremos todo lo que es preciso en el rinconcito que elegimos para que no nos vean, para masticar la impotencia a solas, sin que pueda contagiarse. Pero cuando los ojos rojos estén por estallar, y los puños crispados nos hagan doler los tendones hasta sentir pinchazos en la espalda, miremos a los lados, a los otros que tienen la mirada igual de vidriosa, a los que también tienen apretadas las mandíbulas de bronca, y hagamos del llanto abrazo. Lloremos! Pero un rato, que no hay tiempo! Que la tristeza se haga militancia y la indignación camino. Organicemos la bronca, levantemos como antorcha los pechos que nos duelen, sostengamos las piernas de los que eligen marchar hacia el futuro, y confiemos a ellos la fortaleza de las nuestras. Duele la Patria. Y está bien que duela. Que duela mucho, para que no se duerma. Para que no dejemos nunca de verla en el Otro. Para jurar que rendirse es traicionar y Vencer, una obligación".
De Pablo Isi

Diana Laura Caffaratti / Especial para Quiénes & Porqué

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