EL TIEMPO ES ORO

OPINIÓN / 
Por Diana Laura Caffaratti

Es el tiempo el tesoro más valioso que tenemos

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En el muro de una de las personas que más amo, encontré esta parábola, que me llenó de reflexiones y recuerdos: 

AL MORIR UN HOMBRE HIZO 3 PEDIDOS: 

1) Que su ataúd fuese cargado por los mejores médicos de la época. 

2) Que los tesoros que tenía, fueran esparcidos por el camino hasta su tumba. 

3) Que sus manos quedaran en el aire fuera del ataúd a la vista de todos. Alguien asombrado le preguntó cuáles eran sus razones. 

Él explicó: 

1) Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd, para demostrar que ellos NO tienen ante la muerte el poder de curar. 

2) Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros, para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí se quedan. 

3) Quiero que mis manos queden descubiertas fuera del ataúd, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos. Al morir nada material te llevas..." 

"EL TIEMPO" 
Es el tiempo el tesoro más valioso que tenemos; podemos producir más dinero, ¡pero no más tiempo! EL MEJOR REGALO que le puedes dar a alguien es TU TIEMPO. ¡Es verdad! Por algo se dice que el tiempo es oro. 

Muchas veces en la actualidad, las personas se llenan de interrogantes respecto de el tiempo y cómo se lo ocupa: ¿Es el tiempo un bien que debe negociarse? Posiblemente sí: en primer lugar con uno mismo. Es importante, cuando uno trabaja en relación de dependencia, saber hasta dónde se toleran las exigencias del empleador, y hasta dónde nuestras propias fuerzas no flaquearán... Mas, si una persona de medianos recursos económicos se encuentra ante las demandas familiares que a la vez están reñidas con las exigencias sociales de la época: ¿qué debe hacer? 
*¿Rechazar el trabajo extra para estar con la familia? 
*¿No desarrollar nuevos conocimientos que le podrían generar más recursos? 
*¿No descansar porque ha trabajado demasiado? 
¿Cómo enfrentará el inicio del año escolar: o la ida a la facultad de hijos que finalizaron sus estudios o crear recursos para renovar lo que se ha perjudicado en la casa? 

Estos tiempos generan grandes planteos en hogares donde no está definido desde el vamos el subirse a los nuevos tiempos de inestabilidad económica y cambios laborales más de las veces, injustos. 

Recuerdo tiempos de mi niñez, cuando mi padre estuvo muy enfermo y hubo de guardar reposo durante mucho tiempo, ver a mi madre cambiar rotundamente el rumbo de su vida, y convertirse en el sostén todopoderoso de la familia: hubo que arremangarse y hacer de tripas corazón. Mis padres habían comprado recientemente la casa: había que pagarla. Pero, mi padre había perdido los dos clientes principales en inicios de su vida en Villa Dolores: uno, por razones estrictamente de honestidad y familiares, y otro, porque la empresa OFIR -la financiera de la cual era socio, se presentó en quiebra; sumándose su postración por un diagnóstico que por aquél entonces podría haber sido cáncer. 

Ante tal cuestión, madre abrió su nueva ventana al trabajo: aprendió a coser, además de hacer todo lo que correspondía en la casa; se convirtió en enfermera full time de mi padre, y, prometiendose que nada iba a faltarnos a mi hermano y a mí, convirtió al jardín en huerta, y en el fondo de la casa, un rincón se dispuso para gallinas ponedoras. 

Verduras, frutas, gallinas y huevos se producían en casa bajo el cuidado y dedicación de mamá ¿Cómo lo hacía esta mujer que a mis ojos de niña no alcanzaba a valorar? 

Desde mi infancia y adolescencia no supe darme cuenta de que ese tiempo dedicado a la casa, a su oficio, a la tierra, era el tiempo suyo que nos ofrendaba para que sea nuestro. Supe reprocharle sus ausencias en las fiestas escolares donde tenía yo alguna participación, y en algunas otras circunstancias. Y he sido dura con ella en mis rebeldías adolescentes. Cuando me hice madre y las circunstancias me obligaron a sobrevalorar el tiempo dedicado al trabajo, entendí muchas cosas, entre las que cuento como la más importante: dar una dimensión distinta a la representación de mi madre en mi conciencia. Y tuve, felizmente, tiempo para decírselo antes de que deje este mundo. 

De modo que: el tiempo es oro, y no todo el mundo te lo regala con una charla o su tiempo de descanso: a veces el cansancio de otro es el tiempo nuestro. Nuestro tesoro. Pero hay que hacerse grande para entenderlo.

Diana Laura Caffaratti / Especial para Quiénes & Porqué / Imagen: Freepik














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