OPINIÓN /
La columna de Diana Laura Caffaratti
"Me agota pelear con hermanos"
Y sí: quién publica poemas o habla del libro que acaba de editar, supone -mal- a una persona que se sustrae de la dolorosa realidad de otros sin "chuparle un huevo" o, en mi caso, los dos ovarios... Bien digo: supone. Sin certeza alguna. Prejuzga... Se olvida o ignora que, quien lee poemas o publica, por fin, un libro cooperativo, también vive en este nuestro país incoherente, paradojal, quebrado, con habitantes que damos manotazos para vivir, y otros para sobrevivir.
Este, nuestro país, en el que la mitad más uno cree que tiene derecho a juzgar las actitudes del otro, y defenestrarlo si no milita en la misma ideología; y la otra mitad, que en realidad es mucho menos, juzga y condena desde sus cómodas posiciones a los que no son "gente como uno"... De uno y otro lado, van aumentando el fuego de la intolerancia, sumándose a las dicotomías, verbalizando ponencias, profundizando brechas...
A lo mejor, esos ciudadanos más que comunes -como yo- que contamos con el derecho a la felicidad de publicar, por fin, al filo de una vida productiva, un libro aunque sea cooperativo, estamos metidos con pies y manos en accionar desde donde creamos necesario, sin alharaca publicitaria. Y entonces, pido "la banca del pueblo" y hago uso de la palabra para exigir lo que esté al alcance de mi exigencia real, tangible, inmediata, convencida de que una gota de agua hace un océano... Y una, levanta la voz en un estrado pequeñito, y recrimina a la misma sociedad el olvido del prójimo más próximo.
Quizás, escribir unos versos, para quién lo hace, sea la única manera de soportar la dolorosa injusticia que prevalece junto a su talega de dolores propios: tal vez un familiar suicida; tal vez un cáncer que le está llevando a un ser querido; tal vez una protesta invocando derechos adquiridos ( lograr una mochila de oxígeno que la burocracia la otorga dos días después de fallecido el enfermo) Tal vez, poniendo en evidencia al que mal maneja los subsidios otorgados y los negocia; tal vez asesorando a un joven tirado en la vereda, drogado, muriéndose en la ignorancia de su propia pobreza. Tal vez protestando o publicando su solidaridad con un juez probo, o enconándose contra la mafia local...
Tal vez, no: ¡Seguro! abriendo la cabeza para descubrir la dignidad de base... No me juzgues. No voy a contarte todo lo que hago. Solo te digo que me agota pelear con hermanos. Me molesta que me sindiquen sin conocerme siquiera. Quiero un país con habitantes soberanos en el que cada quién cumpla con el rol que le corresponda. No me resulta indiferente el abuso de poder. No me resulta indiferente el abuso; ni la violencia, llamando violencia no a la trompada del autoritarismo sino a la que sufre el sometido por su carencia de agua corriente; y a la del que no tiene suficiente para llevar el pan a su mesa; a la del que no puede ir a la farmacia a comprar un remedio; a la del que yendo a un hospital no es atendido por falta de insumos o por falta "del mérito" de tener doble apellido... Y acciono en consecuencia, sin cacareo alguno.
Me molesta la violencia de la falacia, del latrocinio, la del relato periodístico de uno y otro bando; de los que desean el exterminio del disenso, de los que te hablan de planes sociales y los negocian en porcentajes. Me duele la vejez que en lugar de su firma pone la huella de su dedo entintado. Me duele el alfabetismo de guarismos mentidos. Me duele que me estafen. Que NOS estafen.
Y me duele que cinco terratenientes y tres empresarios se crean dueños de un país y usen el atropello y el "vandalismo solapado". Me duele. Y acciono sin cacareos,como puedo y creo conveniente. A vos, seguramente, Argentina "no te chupa un huevo" A mí, tampoco. Es más: te digo que, a mí, Argentina "no me chupa mis dos ovarios" Yo hago lo que debo. Lo que puedo. Y lo inmediato necesario. Y, además, escribo poemas...
Diana Laura Caffaratti / Especial para Quiénes & Porqué
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