LEYENDAS

CULTURA 

La Mulánima: una antigua leyenda del norte argentino


Por Alberto Lettieri

Las leyendas han sido utilizadas a menudo para imponer determinados comportamientos sociales en las sociedades ágrafas o con altos niveles de analfabetismo. A menudo refieren a ciertas conductas naturales en los seres humanos, que pretenden ser erradicadas para imponer determinados mandatos culturales o religiosos, y se esparcen a lo largo del planeta.

Nos referiremos aquí a una antigua leyenda del norte argentino, probablemente de origen cristiano, que tiene como protagonista a la Mulánima, Mula Ánima o Ánima Mula.

Cuenta esta leyenda que existió en tiempos inmemoriales una mujer que habitó en la provincia de Santiago del Estero, cuyas bajas pasiones transgredían reiteradamente los códigos morales establecidos. Su voracidad sexual la habría llevado a mantener relaciones con familiares -incluso con su padre y sus hermanos- y hasta el cura de su pueblo, sin preocuparse por ocultarlas. 

Para el resto de la comunidad, la inexistencia de señal alguna de arrepentimiento o de pudor constituía un factor de riesgo, ya que podría animar a otras jóvenes a disfrutar de su plenitud sexual, contraviniendo los mandatos sociales y religiosos.

Como castigo por sus conductas, la mujer habría sido convertida en una Mula cargada con pesadas cadenas –expresión externa de sus pecados-, pero conservó sus ojos hermosos y sensuales. A la Mulánima se la condenó, además, a vagar indefinidamente como simple animal sin pertenencia, para desanimar a otras jóvenes a vivir su sexualidad con plenitud.

La leyenda relata que cruzar una simple mirada con la Mulánima es muy peligroso, ya que quien lo haga quedará bajo su hechizo y se verá obligado a seguir su andar errante durante el resto de su vida, atrapado por un enamoramiento intenso.

También la leyenda la presenta como violenta e irascible, ya que tratará de atacar a cualquier desavenido que pretenda acercársele demasiado.

La Mulánima recorre los alrededores de los pueblos y las ciudades durante los días lluviosos, lanzando sonidos lastimosos que aterrorizan a los más valientes. En su eterno deambular se detiene un momento en la puerta de la Iglesia, para luego volver sobre sus pasos y continuar con su interminable vagar sin rumbo.

La leyenda de la Mulánima presenta un claro sesgo machista y conservador. No solo condena el comportamiento sexual de una mujer transgresora, sino que sobre todo le impone un castigo extremo por no haber demostrado arrepentimiento alguno por sus conductas. De este modo, claramente contaminada por los valores religiosos cristianos, la condena en última instancia está dirigida más a la falta de voluntad de redención que al pecado en sí mismo.

Fuente: NOVA

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