Y CADA TANTO PASARÁ EL TRANVÍA, VIDA MÍA



Con fines turísticos, buscan restablecer el tranvía cordobés

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Por Mónica Hernández

La Asociación Amigos del Tranvía le reclama al municipio el cumplimiento de ordenanzas ya aprobadas en el Concejo Deliberante para recuperar este símbolo de la Córdoba de antaño.

Muchas generaciones recuerdan anécdotas sobre los tranvías. Desde aquellas jóvenes que todos los fines de semana tomaban el “12” en calle Belgrano de barrio Güemes para ir a bailar a la Bancaria hasta quienes subían al “16” para visitar a los parientes que vivían en barrio Pueyrredón y que muchas veces tuvieron que bajar del coche para alivianar el pasaje porque el viejo tranvía no podía subir por la avenida Patria.

Desde la AATC sostuvieron, en diálogo con La Nueva Mañana, que “este nuevo aniversario del paso del último tranvía por la ciudad también despertó el reclamo por una promesa oficial incumplida a través de sendas ordenanzas municipales aprobadas por el Concejo Deliberante desde principios de la década pasada: la puesta en marcha con fines turísticos e históricos de un nostálgico recorrido con el viejo tranvía”.

Asimismo, el presidente de la institución, Lucio Peñaloza, relató: “La efemérides que celebramos en esta fecha tiene una especial significación. El 8 de octubre de 1962 dejaron de rodar por las calles de nuestra capital aquellos tranvías eléctricos que en un día de agosto de 1909 habían inaugurado el servicio de transporte. Todavía los tranvías tirados por caballos criollos habrían de tardar en desaparecer, conviviendo solo con el eléctrico, el Colonia San Vicente, hasta 1925. La gente no dejó de mirar con asombro en 1909 el raudo pasar de los coches”.


El viejo tranvía por calle Santa Rosa. Foto: gentileza

¿Por qué dejaron de circular luego de tantos años de servicio?

Los años se deslizaron con mayor estrépito que los tranvías eléctricos y estos sintieron el peso de tanto traqueteo. Hubo en ellos innovaciones para tratar de evitar el alejamiento del público de aquellos carros andantes que tuvieron su época de esplendor y finalmente debieron resignarse a morir, al ser declarado el servicio como “perimido, anacrónico y obsoleto”.

¿Cómo fue el viaje de ese último coche? 

En aquella madrugada del 8 de octubre de 1962, el interno 76 de la línea 1, a cargo del motorman Osvaldo Pedrocca, fue interrumpido en la Av. Emilio Olmos y Alvear, y obligado a cortar la línea habitual, desviándolo para siempre a su última morada. El resto de los tranvías fueron guardados en los galpones de la calle Mariano Moreno esperando su destino final.

-Habrá causado gran sorpresa y tristeza en los usuarios…

Esos pintorescos tranvías eléctricos de hierro y de madera que surcaron por última vez las calles de Córdoba sorprendieron a los usuarios de aquel transporte esperando en vano ver aparecer los contornos del tranvía y una nostalgia nueva se instaló en la historia de la ciudad.


La línea 71 fue la última en cerrar. Foto: gentileza.

-¿Qué pasó entonces con los coches al año siguiente? 

Transcurrían los primeros meses del año 1963 y los 137 coches de la “Compañía Constructora Tranvías Eléctricos de Córdoba” fueron desmantelados paulatinamente y las carrocerías destinadas en su mayoría a las escuelas con carencia de aulas, todos y cada uno tuvieron destinos desparejos. Chatarra, viviendas precarias y clausurando la extensa red de vías de 84 kilómetros que cubrían las 13 líneas por los barrios más importantes de la ciudad. Quedaron como mudo testimonio algunas vías desiertas que paulatinamente fueron cubiertas por el pavimento y solo sobrevivió el interno 71, denominado Santa Marta, que subsistió en pie para dar testimonio de esa época dorada de la ciudad.

-¿Cuál fue el destino final de ese “71”?

En la actualidad se encuentra muy deteriorado y pasó luego de su estadía en el Jardín Zoológico al Museo de la Industria. Por estos días se encuentra en reparación en los talleres de Av. Rancagua.

-¿Quién dio la orden de la suspensión del servicio?

La institución conoce bien el esfuerzo que significó colocar los tranvías eléctricos y sabe también la razón decisiva que tuvo el gobierno de la Intervención Federal del ingeniero Rogelio Nores Martínez para suprimirlos en 1962.

-¿De qué manera se podrían adaptar los tranvías a la actualidad? 

No pocos cordobeses han añorado aquellos coches londinenses de hierro y de madera, muchas veces crujientes, pero siempre serviciales para el progreso de nuestra ciudad. Con la llegada del siglo XXI asistimos asombrados a una realidad mundial que nos muestra contrariamente a lo que supusimos, el tranvía no solo sigue vivo y está considerado como uno de los medios de transporte más idóneos para solucionar problemas de circulación, polución, energía y seguridad en las ciudades modernas.

Proyecto

Por otra parte, la AATC cuenta que se dio el primer paso para la recuperación del tranvía en 1998 cuando se logró traer desde Lisboa (Portugal) el coche 350, muy similar a los que circulaban en nuestra ciudad.

El recorrido proyectado no sería mayor a las 15 cuadras por algunos de los barrios tradicionales de nuestra ciudad.

La entidad también posee un valioso Museo Itinerante, ha sido declarada como una ONG por el Ministerio de Desarrollo Social de la Nación y se encuentra abocada desde su fundación en 1994 al estudio de todos los aspectos relativos a este vehículo, incluida la restauración del tranvía 71, pieza original de Córdoba.

También se reclama a la Municipalidad la reposición de las placas, un tramo de vías y catenaria inauguradas en el monolito ubicado en la Plazoleta Deán Funes del Parque Sarmiento, hoy desaparecidas del lugar por la construcción del túnel recientemente inaugurado del Nudo Vial Plaza España.

Coincidentemente con esta nota de Mónica Hernández publicada en lmdiario.com el día de ayer, el sitio diceelwalter.blogspot.com reeditó el mismo viernes, un cuento del año 2012 que hace referencia a este hecho.

Juan y el bolú

Cuando el Interventor Don Rogelio Nores Martínez, disolvió la Compañía de Tranvías, allá por 1962, en Córdoba, Juan se jubiló.

Me lo imagino ahora, arrojando su gorra de Guarda al techo del ropero, su camisa gris a la cama de viudo, salir y sentarse a la sombra en el patio de su casa y encender un cigarrillo, esperando que la menor de sus nenas, vuelva del Primero Superior turno tarde de la Escuela.

Después, Juan puso una verdulería en el Barrio San Martín y colgó dos carteles en la puerta del negocio, en el primero se leía claramente "No Se Fía". En el segundo "Horario de 8 a 12 y de 17 a 21 Hs". De ofertas, ni hablar.

Cuando Juan cerraba su verdulería, el pesado portón de acero golpeaba contra el suelo en forma ruidosa y calzaba entre las orejas del mismo, el candado protector de sus bienes.

Juan se sacudía las manos en el pantalón, las guardaba en sus bolsillos y volvía a su casa silbando.

¡Guay! con ustedes, hijos del Juan, si la cena no estaba lista para cuando él llegase, caminando como un cowboy buscapleitos y empujando las puertas en busca de algún trago fresco.

Diez años después, la hija menor de Juan empezaba a salir conmigo.

Juan no me miraba.
Juan no me hablaba.

La hija menor de Juan me dijo que no debía ir a buscarla a la hora de la cena.

Una noche, esperé el silencio que se produce cuando la loza y la vajilla están lavadas y acomodadas y que el agua de la cocina dejara de correr, para llamar a la puerta.

Salió a atenderme Juan, vi el brillo de sus ojos en la sombra de la noche, bajo la luna de Abril. Sin decirme ni una palabra volvió a entrar y sentí su aguardentosa voz decirle a su hija menor...

—"Te busca el bolú"

El día que la hija menor de Juan, me dio su "prueba de amor" fue en un recién estrenado hotel del camino al aeropuerto. Habíamos pedido permiso para ir a tomar un helado frente a la Iglesia San Fermín, pero tomamos un taxi en el boulevar Los Granaderos bajo un cielo nublado de Diciembre.

Después de atender el teléfono para escuchar "Caballero le quedan diez minutos" pedí otro taxi a la habitación nueve.

Afuera llovía como si fuese el fin del mundo.
Los pasajes eran como caudalosos ríos.
Las calles eran como mares.
Las avenidas eran océanos.

El taxi nos dejó en la esquina de la casa de Juan, todo el mundo estaba en la calle, mojados hasta los huesos, sacando el agua de los zaguanes, de los jardines, de los techos.

Todos, menos nosotros dos, secos y emanando un fuerte tufo a "telo".

Juan estaba allí y nos vio bajar del taxi.

El Taxista no me dio el vuelto y se sumergió como el submarino de la película "El Barco" por las calles del Barrio San Martín rumbo a Los Paraísos.

Juan se vino derechito a nosotros, caminando como gallo de riña en una siesta con calor, caminando como el cowboy que va a desenfundar su revólver, caminando como si llevase una sandía debajo de cada brazo y a dos pasos nuestros, Juan se paró.

Me miró fijamente.
Lo miré fijamente.
Nos miramos fijamente.

El no me hablaba.
Yo no lo hablaba.
No nos hablábamos.

El no se movía.
Yo no me movía.
No nos movíamos.

Éramos dos guapos midiéndose en la esquina.
Cómo se miden dos guapos bajo la puta lluvia.
Sin pestañear.

(Quinteros / diceelwalter.blogspot.com)

Y el escritor, poeta y periodista Daniel Salzano, desde el diario La Voz, nos decía en su relato Oración de un hombre arrepentido:

"La luz de los faroles como naranjas rojas extendidas sin principio ni final a lo largo de la avenida 24 de Septiembre. En el centro de la avenida, dibujado por un niño, había canteros de hechuras tropicales y en cada cantero crecían dos palmeras gordas y bajitas, con algo de obsceno y de perverso.


Con toda seguridad que en un zaguán de la vereda de los pares estábamos nosotros, abrazados, diciéndonos que nos queríamos. Cada tanto pasaba el tranvía 2 haciendo sonar la campanilla con la energía de Colón cuando navegaba en busca de las Indias Occidentales. De los tranvías de la 24, sépase, salieron varias canciones de Los Beatles".


Y habrá por cierto,  miles de historias más.

Berenice Weber / Quiénes & Porqué


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