Resulta ser que un día a alguien se le ocurrió pensar en el medio ambiente y, mirando a su alrededor, vio con desagradable sorpresa que el viento arremolinaba decenas y centenas de bolsitas de plástico.
Estas bolsitas tapaban cañerías, juntaban basura y que además, tardaban años y años en degradarse. "Pobre mi medio ambiente donde vivo". Eso pensó.
Después, logró que se elevaran voces. Hasta hubo Funcionarios gubernamentales que nos desalentaban el uso de esas malditas bolsitas.
Desde las empresas supermercadistas, desde los almacenes de barrio y hasta algunos intendentes de ciudades, (haciendo alarde de no se qué y llamando a sus ciudades libres de las malditas bolsitas, gestión de...) explicaban que la decisión fue impulsada a nivel nacional para desalentar el uso de las bolsas plásticas y fomentar que los consumidores lleven sus propios bolsos o changuitos.
(Se veía venir el gran negocio)
Y apareció el "amigo" más astuto que vio la luz y se puso a fabricar otras bolsitas.
(Ahí está el tipo, contando plata)
"Se destaca que las bolsas que se entregarán a los clientes que deseen pagar por ellas serán de mayor calidad y oxibiodegradables", dijeron los empresarios supermercadistas y almaceneros de barrio.
Mentira, es lo mismo que decir que este tabaco de esta marca es bueno para la salud.
Y ahí están, las nuevas y caras bolsitas, tapando los resumideros, juntando basura, navegando por ríos y canales, encajadas en álamos y espinillos, saludando en las banquinas de las rutas, inaugurando basurales a cielo abierto y, el viento que las arremolina igual que a las otras.
Hay una diferencia.
Aquellas eran gratis.
Quiénes & Porqué / Redacción Cruz del Eje
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