Un médico está viajando por el norte del país. Al entrar en un pueblito comprueba que se está quedando sin combustible y va a la estación de servicio. No ve a nadie, toca bocina y aparece un joven que le informa: “Señor no lo van a atender. Hoy se murió la hija del patrón y están todos en el velorio”. El médico piensa un momento y, como no se atreve a seguir con el tanque casi vacío, decide ir al velorio. Una vez allí se acerca al ataúd y ve algo raro. Llama al padre de la supuesta difunta y le dice:
—Señor, yo soy médico y le aseguro que esta muchacha no está muerta, está en estado catatónico.
—¡Dios mío! —grita el padre—. ¿Y qué hacemos?
—¿Tiene novio la chica?
—Sí -dice el padre, shockeado.
—Bueno, que el novio la lleve a una habitación y le haga el amor.
Pocos le creen pero, en la desesperación, hacen lo que dice. El novio le hace el amor durante un tiempo y la joven empieza a moverse, hasta que se levanta muy animada. Alborozados, todos festejan, le llenan el tanque de nafta gratis al médico y éste sigue su viaje. Después de unos meses decide regresar al pueblo para ver cómo estaba la chica. Va a la estación de servicio, toca bocina y sale el mismo muchachito.
—¡Doctor, doctor, menos mal que volvió! —exclama—. Venga, que hace una semana se murió Don Ernesto, ya se lo culeó medio pueblo y todavía no resucitó.
Ji jí.
Fuente: Chiste de Quincho.
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