EL MENSAJE DE LAS URNAS


Por Hernán Andrés Kruse


Las urnas volvieron a hablar. Desde ayer a la noche tenemos nuevo presidente y nueva vicepresidenta. La fórmula del Frente de Todos Alberto Fernández-Cristina Kirchner fue votada por 12.473.709 ciudadanos (48,1%), lo que le permitió superar con cierta holgura las tibias exigencias del ballotage consagrado por la constitución a partir de su reforma de 1994. El segundo lugar fue ocupado por la fórmula de Juntos por el Cambio, integrada por el presidente Mauricio Macri y Miguel Angel Pichetto. En esta oportunidad fue apoyada por el 40,4% de los argentinos, lo que significa que obtuvo 10.470.607 votos. Muy lejos se ubicaron Roberto Lavagna (6,2%), Nicolás del Caño (2,2%), Juan José Gómez Centurión (1,7%) y José Luis Espert (1,5%).

Alberto Fernández fue incapaz de mejorar el porcentaje de votos obtenido el 11 de agosto. Prácticamente fue apoyado por el mismo número de votantes, lo que demuestra que, al menos por ahora, el 48% es su techo. Sin embargo le sirvió para ganar a pesar del notable incremento de votos que se volcó hacia la figura del presidente Macri. En efecto, el candidato a presidente por Juntos por el Cambio logró algo que, a priori, parecía inalcanzable: que dos millones de nuevos electores lo apoyaran en las urnas. El alto nivel de participación que se registró ayer (81%) no hizo más que beneficiar a Macri aunque en ningún momento hizo peligrar la victoria de Alberto Fernández. A los nuevos votantes hay que agregarles el alto número de votantes de Lavagna, Gómez Centurión y Espert que decidieron votar a Macri.

Los grandes derrotados fueron, una vez más, los encuestadores. Prácticamente la totalidad de los analistas de opinión pública pronosticaron una diferencia que oscilaba entre los 17 y los 23 puntos de diferencia a favor de Alberto Fernández. O bien cometieron serios yerros técnicos o bien los encuestados les mintieron en la cara. Lo cierto es que el Frente de Todos ganó por una diferencia de 8 puntos, bastante menor a las pronosticadas por los encuestadores.

La pregunta que los analistas políticos se formularon luego de conocerse el resultado electoral fue la siguiente: ¿cómo fue posible que, a pesar de la desastrosa situación económica, Macri haya estado relativamente cerca de forzar un ballotage? Evidentemente el factor económico no jugó un rol tan gravitante en esta elección. La famosa sentencia clintoniana “es la economía estúpido” no sirve para comprender el mensaje que acaban de dar las urnas. Creo que lo que motivó a esos 10 millones de compatriotas para que acompañaran a Macri a pesar de la malaria reinante no fue otra cosa que la posibilidad cierta del retorno de Cristina al poder. La desesperación por impedirlo hizo que quienes hubieran votado naturalmente por Lavagna, Gómez Centurión y Espert, y quienes no habían participado en las PASO ingresaran al cuarto oscuro con una obsesión: evitar el regreso de la “yegua”. Es probable que un buen número de quienes votaron a Macri estén sufriendo en carne propia los estragos del ajuste. No les importó. En la balanza pesó mucho más el odio a Cristina que la imposibilidad de llegar a fin de mes.

Lo cierto es que Alberto Fernández asumirá el 10 de diciembre. Recibirá un país destrozado, quebrado, maltrecho. Deberá poner en práctica todas sus dotes de hábil negociador para garantizar la gobernabilidad. Porque si bien obtuvo una clara victoria lejos estuvo de su ansiado anhelo: ganar por goleada para ser él el conductor de una nueva hegemonía. Los resultados de la elección lo obligarán a lidiar con una oposición fuerte y cohesionada, seguramente liderada por un Mauricio Macri que demostró ser un hueso duro de roer.

¿Con qué oposición se encontrará Alberto Fernández? Ojalá me equivoque pero creo sinceramente que Macri conducirá una oposición muy dura, que será inflexible a la hora de criticar al flamante gobierno. Alberto Fernández no gozará de los famosos 100 días de luna de miel. Apenas tome las primeras decisiones la oposición le clavará sus colmillos en la yugular. Deberá prepararse para una guerra sin cuartel de parte de una oposición implacable e inflexible. También deberá prepararse para soportar los embates del “periodismo independiente”, que así como protegió a Macri durante los últimos cuatro años hará todo lo posible por esmerilar a Alberto Fernández durante los próximos cuatro años.

El país está dividido en dos mitades antagónicas. La grieta está en su esplendor. La presidencia de Albero Fernández no será un lecho de rosas.

Hernán Andrés Kruse / informador Público

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