EL CHÓFER QUE ESCRIBÍA DEMASIADO


La vida actual del chófer Oscar Centeno: 

por qué escribe nuevos cuadernos



Se despierta antes de las 7 y su custodio suele encontrarlo escribiendo solo, en la cocina, al lado del mate. En ese momento cierra el cuaderno. Se lo ve más flaco y con la cara surcada por nuevas arrugas. También está más estable “desde lo emocional” y por eso volvió a escribir, con esa prolija letra manuscrita, casi sin parar.

Oscar Centeno, “el hombre de los cuadernos”, el arrepentido que dio origen a la megacausa de Los cuadernos de las coimas, siempre quiso ser futbolista, no militar y mucho menos chofer de Roberto Baratta, el ex asesor de Julio De Vido.

Lleva más de un año sin libertad pero asegura sentirse emancipado por su rol como imputado colaborador. Dice que siente desahogo; está “más liviano y espiritual” el arrepentido, según cuenta una fuente que compartió viaje, espacio y tiempo con Centeno.

Algunos de sus nuevos escritos ya fueron presentados ante el fiscal Carlos Stornelli y el juez Claudio Bonadio en la ocasión en donde también le pidieron que ratifique algunas de sus manuscritos.

Incluso, en esa última oportunidad acercó nuevas pruebas en hojas enumeradas en el margen superior de cada una.

El pliego estaba abrochado y algunos indicaciones permitieron a la justicia verificar domicilios y otras datos que fueron “cruzados” con una planilla de Excel que armó el equipo de la Justicia Federal.

Los Lobos, a su lado

Taciturno, con pocos amigos y con poca relación con la mayoría de sus trece hijos y sus ex parejas, el hombre de los cuadernos encontró en Los Lobos -sus custodios de las fuerzas especiales del Ministerio de Justicia-, su nueva comunidad: pasa largas horas con ellos, toma mate y comparte algunas sonrisas y detalles de sus nuevos cuadernos que “revelan más información y datos con importancia judicial”.

Está en un lugar “oculto por seguridad y se lo cambia de manera permanente”. La última vez que tuvo un encuentro no previsto, Los Lobos llevaron a la visita por varios caminos de tierra; un método que utilizan para evitar que se localice su ubicación.

“Centeno redacta todos los días y lo hace a escondidas”. Escribe dentro de su habitación esquivando miradas y como “parte de su rutina” reconoce otra fuente que hace su seguimiento oficial.

La memoria de Centeno

La memoria del suboficial del Ejército se activó en forma de catarsis. Libre pero encerrado, el arrepentido atesora los nuevos cuadernos en busca de su redención.

No olvida que los anteriores lo trajeron hasta acá. En esta nueva etapa -según dicen sus confidentes- “escribe con más cuidado y recuerdos sobre aquellos viajes que hizo con Baratta durante la gira de los bolsos con dinero de la corrupción: tiene muy presente a su anterior jefe”.

Rememora con más precisión los lugares adonde llevaban los bolsos con Baratta. Dice que en ocasiones se quedaba solo en el auto y revisaba los bolsos.

“Al principio, después de haber sido contratado en uno de sus primeros viajes, dejaron un bolso en el asiento de atrás y para su sorpresa se dio cuenta de que estaba lleno de dinero”.

A partir de ese momento se propuso medir y contar todo.

Lo hizo por medio de cuartas (una medida de longitud a partir de la palma de la mano). Así por medio de sus manos midió todo. “Un billete se mide desde el pulgar hasta el índice. Así calculaba el volumen del dinero”.

También recuerda a Baratta cuando hablaba por teléfono y decía “voy a buscar tres verdes o cuatro nacionales”, en referencia a los bolsos con dólares o pesos. En las nuevas anotaciones hace mucho hincapié en las direcciones y en la ruta del dinero de los bolsos.

Centeno también escribe anécdotas: dice que una vez se le quemó el lavarropas a Baratta en su quinta de fin de semana. El chófer era el encargado de preparar todo y también era el que recibía el maltrato.

En aquella oportunidad, dice que Baratta lo insultó al enterarse de que el artefacto se había quemado. En otra oportunidad, también recibió “gritos” porque le pidió un adelanto de dinero a Baratta. Incluso recuerda las úlceras que le provocó el estrés que le generaba la recolección de bolsos cargados de billetes con plata negra.

Recordó detalles de episodios ocurridos hace más de cuatro años, diseñó su propia estrategia de defensa y se sentó a escribirla con lujo de detalles.

Recuerda como mapas mentales “incluso de la ubicación de los muebles”, dice uno de los hombres que más tiempo pasa con él.

Basado en su memoria y con la perspectiva del tiempo, explica mejor cómo funcionó “esa organización criminal”. El chófer ahora escribe sobre los roles y aporta más datos de varios de los personajes que conoció durante su recorrido.

Autoexorcismo

Para quienes lo acompañan a diario, esa escritura es practicada de modo de autoexorcismo: “Centeno quiere dejar atrás su pasado y tener una nueva oportunidad”. “Ojo que ahora también escribe en una computadora”, dicen. "Alterna entre los manuscritos y el detalle de lo ocurrido más ampliado”.

Con estos nuevos cuadernos quiere ampliar y modificar su fama que comenzó aquel día en que cayó detenido y luego procesado por ser parte de una asociación ilícita que defraudó al Estado por medio de sobornos en la obra pública y que tiene como principal acusada a la ex presidente Cristina Fernández, entre otros ex funcionarios y empresarios.

Por sus escritos anteriores y el alcance de los damnificados a lo largo del país, el Programa de Protección a Testigos del Ministerio de Justicia aseguró que la vida de Centeno corre riesgo.

Las declaraciones

Declaró en varias oportunidades en la justicia federal, escuchó su propio descargo leído en voz alta y respondió las dudas que generó el relato en los funcionarios judiciales. El chofer escribe también a la espera de que sus nuevos cuadernos le permitan evitar el juicio oral.

La rutina del hombre de los cuadernos después de escribir y tomar mate sigue con la caminata. Luego viene el almuerzo, A la tarde luego de la breve siesta suele leer y durante el final del día vuelve a escribir.

“A veces le gusta cocinar incluso para todos” y se acuesta temprano para volver a repetirse al día siguiente. “Centeno tiene un liderazgo muy fuerte y castrense. Es un líder natural y se va ganando al equipo de protección para convivir mejor”, dice una de las personas que lo acompaña desde hace meses.

Centeno sabe que lo que sabe es la llave para una futura libertad. Y que sus escuetas palabras y sencillo lenguaje le fueron compensadas de manera de manera providencial con la capacidad para escribirlo todo.

Obsesión y catarsis de un futbolista frustrado.

Una mezcla entre obsesión y catarsis que comenzó cuando los designios maternos lo transformaron como sargento militar. Él quería ser jugador de fútbol pero el mandato materno pudo más. Centeno dice que su “madre fue muy exigente” y lo mandó al ejército.

Trabajo en distintas unidades militares; entre ellos el Batallón de Arsenales en Boulogne, en la provincia de Buenos Aires. Casi siempre como encargado del acopio, fraccionamiento y mantenimiento de las municiones y explosivos”.

Ahí se destapó su obsesión por anotar todo para respetar el protocolo y cumplimiento de normativas para la manipulación de munición y explosivos. En eso se especializó Centeno como suboficial mecánico armero. El hombre de los cuadernos también se preparó en la reparación y mantenimiento del sector.

Hoy son cuatro hombres de Los Lobos los que lo acompañan en el domicilio donde reside: una casa provista por el Programa de Testigos Protegidos e Imputados Colaboradores del Ministerio de Justicia.

“Cuando sale a la calle se multiplican los efectivos que lo cuidan al ex chofer de Baratta que se refugia en su propio búnker”.

“Todavía sigue algo ciclotímico; estuvo muy deprimido a raíz del procesamiento pero ahora está más místico”.

“Dice que Dios lo puso en este lugar y que está mejor e incluso contento de haber anotado todo para poder colaborar”, le dijo a a24.com una fuente con acceso a la investigación.

Su hermana Laura y su actual pareja Liliana -la que más lo visita- se convirtieron en el sostén religioso. También vienen algunos de sus hijos y la madre. “Las visitas son cada tanto no todos los días”, asegura la fuente.

Con todo el tiempo del mundo a su favor y para pensar en su defensa, el chofer escribe páginas en busca de datos que le puedan pudieran servir para afianzar su posición dentro del expediente; la del simple empleado que transportaba y tomaba apuntes de los bolsos con miles de pesos y dólares sin quedarse con un solo billete.

Centeno se arrepiente de haber construido su propia celda. Por eso escribe, también para encontrarse como “hijo adoptado”. No tiene conexión con la realidad, ni internet. Solo una TV de 32 pulgadas y un teléfono que está en poder de su custodia.

Fuente: www.diariouno.com.ar

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