EN EL REPARTO DE LAS SUERTES

Lo que se dice que son presentimientos, o pequeñas señales que la vida nos muestra de vez en cuando, fueron apareciendo lentamente a lo largo de este año que se me va, que se nos va.
Y ocurre que uno ni siquiera se da cuenta de eso, de esos presentimientos, de esas cositas, de esos anuncios, de esas circunstancias, de esas casualidades, de esos sucesos que nos ayudan a tomar otros rumbos, en la búsqueda del camino de las buenas intenciones.
Y por eso, uno se enoja, se pelea, patea, insulta. Después piensa.
Empecé el año trabajando en radio, informando de 7 a 8 de la mañana, dando noticias de política y economía, leyendo poesía al cierre. Demostrando las incapacidades de ciertos funcionarios municipales y de ciertos concejales que ni siquiera salieron a defenderse o a demostrar cuán equivocado estaba yo. No les daba la piel.
Y así he ganado, para mi regocijo, más enemigos que amigos.
Las señales, los presentimientos y las circunstancias me alejaron del micrófono.
Soy, porque así consta, uno de los creadores del Café Literario "Locos de la Estación", pudimos reunir a más de veinte escritores y poetas locales, nosotros, desde abajo, sin apoyo ni "sponsor" oficial, sin una mano de la llamada "gente" de Cultura.
Las señales, los presentimientos, las circunstancias, los acontecimientos, los sucesos, me alejaron del grupo. Por principios y por ser leal a mis principios. La lealtad, el respeto y el honor en los procederes, faltaron. No entendieron que no se puede mezclar la política, las ideologías en estos grupos literarios.
Tengo, porque así consta, mi propio blog cultural y de entretenimiento, mi propia página de noticias que, a veces, informa antes que los otros medios. Que a veces la copian y pegan. Que a veces sirven para marcar una editorial que luego en distintos noticieros leerán y, hasta algunos me nombraron. Agradecido por eso. Consta.
Las señales, los presentimientos, las circunstancias en cuanto a estos emprendimientos, de continuar solito, sin aferrarme a nada más que no sea mi instinto, me hicieron sentir una cosita muy parecida a las caricias de mi vieja, cuando le hacía caso, cuando hacía las tareas medianamente bien. Nada más reconfortante que las caricias de nuestras madres y, más aún si sus almitas andan merodeando por el cielo.
Miren, es algo tan conmovedor, como ver las hojitas nuevas en los arbolitos de primavera.
Y solo, sin envidias, sin ninguneos ni censuras, seguí en lo mío.
Valió la soledad del momento, sentado frente a esta máquina, para escribir lo que uno piensa, lo que le parece, lo que cree que es, lo que se le antoja. Las ocurrencias.
Valieron los llamados, los mensajes de personas que me alentaron, que insistieron para que escuche, que mire, que atienda esas señales, esas circunstancias, esas casualidades, y a los paisajes, y a las fotos, y a los libros, y a buscar frases inspiradoras.
Y valió la pena inspirarse como niñito que mira la lluvia a través de la ventana, para escribir mis cuentos, mis editoriales, de nuevo y, porque quiero dejárselos a ustedes, amigos. Quiero llevarlos de paseo a mundos imaginarios a través de mis cuentos. Por aquí, sin papel.
Las señales, los presentimientos, las circunstancias, los sucesos que me fue mostrando, aunque de a pequeños pedacitos este año, consta, están en mis escritos.
En las solicitudes de otros blogueros y escritores como yo, para que los mismos sean publicados y traducidos y hasta les agregaron dibujos. Nada más que eternos agradecimientos a toda esta buena gente.
Hasta hubo quienes me los pidieron para hacer obras de teatro, agregándoles diálogo.
Y mis relatos viajan y, no se por dónde andarán, qué sueños acompañan, qué idea gestaron. Pero qué importa eso, digan que son míos, nada más. en el modo WRQ o José Antonio Ibarrechea también vale.
(Les cuento un secreto. Yo tenía un abuelo llamado José, mi otro abuelo se llamaba Antonio. El apellido de una de mis abuelas era Ibarra, el de mi otra abuela era Etellechea. Por eso mi seudónimo es como es. Un homenaje a esos queridos viejitos cuenteros que me hicieron conocer a Mandinga, al Cuco, al hombre de la bolsa, a los cuentos de la colección Robin Hood, que una noche me treparon al tanque de agua para que toque la luna y, que hace muchos años, me dejaron huerfanito).
No se. Juro que no se, cuánto tiempo de vida me ha designado Diosito en el reparto de suertes. Pero ha sido muy bueno conmigo.
Me ha lanzado esas señales para que transite mis tramos finales por el camino de las buenas intenciones, me ayudó a conocer personalmente a escritores que admiro, y me regaló buenos lectores y buenos amigos. A ustedes.
En realidad, lo que quería decirles es que sea para siempre, mientras dure, en el reparto de las suertes, esta amistad. Y que tengan ustedes un final feliz de este 2018 y un brillante y venturoso 2019.
Walter Ricardo Quinteros

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