CRÓNICA DE UN REGRESO ANUNCIADO

Crónica de un regreso anunciado
El momento de mayor tensión, de intenso dramatismo, fue cuando el literato les dijo a las señoritas del barrio La Lomita que guarden el celular, que escupan los chicles, que agarren papel y lapicera, y escriban una carta de amor, como si fuese un susurro sosegado, en los expectantes oídos de la persona que aman.
Así, como aquí lo escribo, fue de apoteósica la vuelta del literato Walter Quinteros con su gente, su anunciado regreso a las redes sociales, a las tarimas y a las mesas donde los escribas leen sus obras.
Fue una vuelta cargada de gran emotividad, casi al borde de las lágrimas, con una brillantez inolvidable, cerrada con los honores que en vida, el literato se merecía. No faltaron las alabanzas en tamaña manifestación de sublime entusiasmo, donde se notaban claras señales de exaltación, donde lo vitorearon como si fuese un Dios, donde, sin nada a cambio, le resaltaron sus méritos en enardecidos aplausos.
Falta poco para Junio, mes en el que anunció su plena reaparición. Atrás quedaron, los días soportados con resignación e incertidumbre por su abstención casi temeraria.
Los galenos que lo atendieron absortos en su estado de salud, estuvieron presentes y permanecieron circunspectos ante tal demostración de valor y dominio sobre los ángeles y los demonios que le dictaron, sin pausa pero sin prisa, la adaptación y el final inesperado de su novela "Cúter" y la posterior venta de su magnífica obra a una editorial extranjera, que propuso simplemente, el cambio del título y con porcentaje en euros de las regalías por ediciones posteriores. Al ser consultados por este medio, uno de ellos explicó que estaban atentos a su estado de ánimo pues, "la presión arterial alta a la que el literato es propenso, hace que estén atentos ante la evidencia de que se presenten síntomas. Si no se controla a tiempo, le puede provocar alguna discapacidad, una calidad de vida deficiente o, incluso, un ataque cardíaco mortal. Sepa usted que en este pueblo, aproximadamente la mitad de las personas con hipertensión sin tratar, mueren a causa de una enfermedad cardíaca relacionada con un flujo sanguíneo deficiente y, otro tercio, como resultado de un accidente cerebrovascular" -argumentó el médico-.
Así, como aquí lo escribo, fue admirable su alocución ante el incansable y nutrido grupo de entusiastas lectores que vociferaban el alejamiento definitivo de los fundamentalistas de la poesía olvidable publicada en las redes sociales y que pagan para ser llevadas al papel.
Y ahora pongo a consideración, solo algunos párrafos, de su diatriba por disponer de pocas líneas en este sitio.
Dijo el brillante literato -ahora con algo de plata en el bolsillo-, que: "El significado de la palabra se enriquece con el sentido que adquiere en el texto y en el contexto. La distinción consiste en que mientras en su singularidad una palabra puede tener un significado más estable y preciso, su sentido puede cambiar en el texto y en la dinámica del contexto".
Tomá, chupate esa mandarina.
Lo que causó en el público asistente un ensordecedor aplauso, agregaba luego que "la palabra cobra sentido en el contexto de la frase, pero la frase lo toma a su vez del contexto del párrafo, el párrafo lo debe al contexto del libro y el libro lo adquiere en el contexto de toda la creación del autor y, para eso, no hace falta ser 'profe' de lengua".
Logrando así, con esas palabras, una inusitada algarabía despertada por su prédica, y agregó que se encontraba cansado de aquellos gobernantes, intendentes y secretarios que no se les cae una idea, una miserable idea que fomente la cultura, que no invierten en ella y que no saben de qué se trata una Tertulia Dialógica Literaria, "pero que increíblemente, la gente los vuelve a votar porque van prendidos de la cola de la pandorga del gobierno de turno. Solos no son nadie, no son nada y así nos va".
Dijo mientras recibía otro estruendoso aplauso, mientras señalaba algunos pasacalles, cerraba el puño derecho y lo elevaba hacia el séptimo cielo lleno de luminosas estrellas.
Y siguió diciendo que se sentía defraudado por aquellos colegas que escribían algo así como: 'hojas de cristal esparcidas en el agua del estanque, danzan en círculos macabros, bajo la luz de la luna', causando vómitos en el lector que por piedad ponen 'me gusta' y que además se nombran presidentes de no se qué cosa, que ni siquiera tienen personería jurídica que respalde cientos de diplomas que entregan así porqué si, como los premios 'Carlos' de una ciudad serrana conocida.
Dijo que gracias a Dios integra el selecto grupo de los que difunden las obras de escritores, poetas, pintores, escultores, fotógrafos, cineastas, músicos y colegas para que sean vistos en el mundo entero y que es uno de los que "propician que en la enseñanza equilibrada, se contemple la necesidad de muchos niños que, por causas culturales o naturales, necesitan ayuda para resolver los problemas de la fonetización, que son propios del sistema alfabético de escritura. Cosa que obliga, a que algunos funcionarios y afines, miren para otro lado, por ser ineptos en su función".
"Sepan todos ustedes que hoy se conocen nuevos modelos pedagógicos que no separan la fonética de la semántica porque es en la semántica donde está la unidad del pensamiento con la palabra. Por eso, para pensar sobre qué se lee hay que llegar al aspecto interno de la escritura, y para expresar lo que se piensa mediante la escritura hay que saber usar el significado de las palabras, y su sentido en el texto y en el contexto", tal como se lee su libro, "Cúter", texto y contexto -puntualizó-.
Haciendo una pausa para que los concurrentes se acerquen al buffet para encargar el libro y otras apetencias culinarias en el mostrador. Mientras encendía el quinto cigarrillo y le alcanzaban un café, contó la anécdota en la que un día encontró a una autora en el famoso bar de la esquina, escribiendo en la pantalla del teléfono celular y que le preguntó:
-¿Qué significa esa palabra que pusiste?
-No lo se exactamente, pero rima bien ¿no? -dice que le contestó la señora-.
La multitud agolpada contra el alambrado de la cancha de Instituto Tráfico no salía del asombro, pero en el barullo existente, se oyó claramente la voz del gordo "cara e' bolsa" pidiendo que esa señora debería ser eutanasiada. (Dicho en pretérito perfecto simple)
Así, como aquí lo escribo, fue de impactante y lapidario al referirse, como no podía ser de otra manera, de sus opiniones vertidas en el Quiénes & Porqué y otros medios nacionales:
En contra del gobierno actual.
En contra del gobierno anterior y del anterior y de todos los anteriores.
En contra de la Justicia perezosa y ambigua.
En contra de la tramposa y mendaz boleta única de la elecciones cordobesas.
En contra de aquellos que no se cuelgan una escarapela ni por las putas.
En contra de los que tararean el Himno Nacional, como si nada le hubiese costado a Vicente López y Planes, escribirlo bajo la luz de las velas que le fiaba Juan Hipólito Vieytes.
En contra de quiénes no conocen la obra cúlmine de Cayetano Silva y Benielli.
En contra de los hermanos Reynafé, Donald Trump, Xi Jinping y Vladimir Putin.
En contra de los "caretas" que celebran el día de la memoria, madre de todas las grietas.
En contra de los políticamente desmemoriados.
En contra de las instituciones que hacen abandono de persona con los jubilados que ven morir su salario en las arrugas de la piel mansa y cansada.
En contra de los chupamedias que creen que CFK y Milagro Sala son ahora escritoras y que hay que invitarlas a los cafés literarios.
Y en contra de la mezquindad de la juventud pedorra que considera, a los abuelos, un estorbo que solo es aprovechable cuando se los acompaña al banco a cobrar.
Quinteros, políticamente incorrecto por dónde se lo mire, es una de las pocas personas que en la actualidad, más aportan a la cultura nacional e internacional. Presentador incansable, difunde obras y autores, incluso la de sus detractores, no acepta distinciones y rehúsa invitaciones a las que deba concurrir gratis, su cachet es elevado, consta.
Una de sus "fans", conocida por todos como la flaca "talón con espinas" (porque camina en puntas de pie cuando sale y cuando entra) nos decía que nunca nadie le dedicó tantas palabras descriptivas al estado actual de las calles del barrio Los Altos como él.
Llamar por ejemplo a los miles de baches existentes como: "Espantoso pozo formado por la desidia de la municipalidad, en el control y mantenimiento y no por hecho natural, donde alguna persona, bestia o cosa, se pierde o desaparece sin que haya esperanza de recobrarla, o lo que es peor, que se la olvide para siempre".
Y de su autoría es también la lápida instalada en una vereda tapada en yuyos: "Aquí yace la Patrulla Verde, heroica cuadrilla de empleados municipales de la sección parques y paseos, emboscados por las Opuntia ficus-indica, comúnmente conocida por nosotros como la 'tuna', los Acacia Caven, conocido por nosotros como 'espinillo', y por el indomable yuyo Nassella trichotoma, conocido como la 'paja brava', invadiendo con apetito voraz, esta importante arteria a cuatro cuadras del centro". ¡Eso es prosa, carajo! -aseguraba la flaca-.
Otro vecino que no quiso identificarse, dijo tener los tres tomos completos que denuncian los basurales a cielo abierto de este pueblo y que Quinteros publicó bajo el nombre de: "Todas las bolsitas de supermercado van al cielo".
Hubo fuegos artificiales y sonidos de tamboriles e instrumentos de viento provenientes de la tribuna popular que saludaron su ostentosa despedida. El autor de "El señor de los sobacos ilustrados" (por aquellos que llevan libros a pasear bajo el brazo) bajó del escenario ovacionado, y con la promesa de reinventarse en el mes de Junio, luego ingresó a la ambulancia, con cierta elegancia. Imagen del literato que quedará perpetuada en la memoria de la multitud presente.
Un patrullero abría camino entre las personas agolpadas en los portones del club, donde cientos de pañuelos blancos se agitaban a su paso.
Finalmente, la voz del estadio anunciaba que ya no quedaban choripanes ni vino. Ni empanadas, ni porciones de locro pulsudo. Ni galletitas Manón, ni Rhodesias, ni fernet, ni cubitos, ni turrón, ni tutuca, ni siquiera maní tostado. Tampoco cerveza en jarra. Y anunciaba la liquidación de la última gaseosa Manaos y también, que ya no quedaban más servilletas hechas con hojas de la Antología pagada con dinero proveniente del ministerio de gobierno provincial, con la que algunos se creen superhéroes y, que otros sensatos emplean para encender el fuego del asado del domingo en familia.
Así, como aquí lo escribo, con prodigiosa lentitud todos se fueron retirando.
Los efectivos policiales se agolparon en ventanillas para cobrar sus "adicionales".
Los perros olfateaban las sobras de comida.
Y el directivo del club, que fue el último en salir, apoyaba misericordiosamente una mano en las llaves, para apagar todas las luces.
José Antonio Ibarrechea / Quiénes & Porqué / Humor

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