OPINIÓN
El azar y la necesidad
Por
Guillermo Javier Nogueira

Como tantas mañanas miro el jardín. Hoy abrigado y con la taza de café doblemente necesaria. Llueve, hace frío, las hojas caen y el elenco volador y sonoro va raleándose. Anticipo de otoño. Nada sorprendente y por eso busco otras explicaciones para mi estado de ánimo triste, por momentos angustiado.
La naturaleza, el universo y yo como parte de ese todo indivisible, dejan de sorprender y pasan a asombrar en la medida que conociendo aprendemos.
Sabiendo entonces cambiamos, nos adaptamos, evolucionamos. Podemos maravillarnos o asombrarnos y entonces, al pensar la sorpresa se desvanece. Aparecen como siempre Copérnico, Galileo, Darwin, Freud, Newton, Einstein, Böhr, Jesús, Voltaire, Nietzche, Cajal, Spinoza, Descartes y en el maravilloso cambalache, Discepolín, Borges, Cortázar, Victoria Ocampo, Picasso, Dalí, Mozart, Bach, Isadora, La Callas, y la lista puede seguir por horas ya que a mi edad la memoria aunque frágil puede ser muy extensa.
De todos modos es individual y por ello sesgada e incompleta; no obstante es rica y compartida, pues plasticidad mediante, mi biología puede aprovechar como siempre la arcilla del pasado para fantasear creativamente en el presente el futuro. Estoy en modo batidora, complemento del modo esponja. Esa amalgama no es otra que la de naturaleza con la cultura. Mezcla de rigidez de las lógicas de la física y las matemáticas base del lado biológico, junto a la variabilidad desafiante de existir aprendiendo, eligiendo e incorporando la cultura.
Tiene muchas caras, por ejemplo: arte, ciencia, política, religión, filosofía. Con el tiempo reconocemos que ellas están llenas de ilusiones, creencias que se convierten en sesgos por ignorar cuánto ignoramos Nos son útiles para ir en pos de ese horizonte huidizo que a veces lo es por su falsedad; en ese caso será pavimento del camino al error y el fracaso. Verdad, mentira, realidad o imaginación, coherencia o incoherencia, identidad o indeterminación, un yo que decide o simplemente expresa lo decidido por “un Otro”: yo y mis circunstancias, coincidencia con Ortega y Gasset. Suspiro y un sorbo de café caliente ayuda a surfear (vivo en Mar del Plata) este mar encrespado de ideas, recuerdos y sentimientos: mi mente.
Me deslizo, miro la orilla de una respuesta y me doy cuenta del equilibrio para mantenerme a flote, aprovechar el sustento y el impulso para llegar allí, quietud y seguridad transitoria de una respuesta hasta que el deseo, la inquietud de una nueva pregunta o la curiosidad por una nueva realidad-ola me impulsan a otro intento en una sucesión inacabable por ahora. El azar: ¿será esta nueva ola o la siguiente?
La necesidad: ¿Este mar y con este viento en este día, posibilitarán surfear; serán las condiciones necesarias? Obvio diría la abuela o elemental Watson diría Sherlock. Conocer y saber hacen posible la elección apropiada. La ignorancia es la madre de las desgracias decía mi padre y hoy su hijo piensa acerca de la toma de decisiones, las funciones ejecutivas, la conciencia, la moral, la ética y el cerebro. Eureka voy ordenando el torbellino y entonces aparece una salvedad: las circunstancias/condiciones tienen un absoluto, la necesidad, pero un condicional: lo suficiente.
Por lo tanto para que algo suceda deben darse ambas condiciones y su magnitud hace a la posibilidad y a la probabilidad. Llegamos a la estación libertad o a esa calle de Buenos Aires donde más o menos libremente se compran y venden objetos de variado valor y procedencia. Vendedores y compradores responden a grados variables de libertad y necesidad.
Pueden reemplazarse el mar del surfista y la calle del mercado por la humanidad, la sociedad con sus ideas, creencias, ilusiones y decisiones determinadas con grados de libertad variable. La conclusión es que la libertad absoluta, llamada libre albedrío, no existe.
Esto es así porque el estudio de la causalidad muestra que establecer ese tipo de relaciones implica conocer las condiciones iniciales de un sistema. Eso no sucede con respecto al universo y por ende a lo viviente en él, incluidos los humanos. Nos conformamos con establecer correlaciones. Libertarios fanáticos abstenerse y dejar de vender una parte por el todo. De hecho los extremismos de derecha e izquierda se igualan en la falacia de una libertad absoluta inexistente. Los de la Internacional (izquierda) hablan de los hijos del pueblo que oprimen cadenas y los otros del estado como prisión determinante (derecha), considerados como absolutos de privación de libertad. Caen en el error de suponer y creer que el libre albedrío existe y que nos autodeterminamos siempre.
Todo depende de nosotros exclusivamente, por lo tanto somos responsables sin apelación. Si no lo logramos somos culpables. Tendenciosamente se oculta la posibilidad que alguien o algo lo impidan, incluyendo a los que denuncian y a veces luchan. Se erigen enemigos reales o imaginarios. Ambos extremos pretender ser revolucionarios y justicieros. La historia muestra que terminan devorados por sus propias ideas que actúan como bumerán por exageradas y excesivas. Más corazón que razón. Ignoran que somos determinados por un gran otro poseedor de gran poder real, imaginario, conquistado, otorgado o delegado.
Puede llamarse Dios, naturaleza, oro, armas, tecnología, saberes o “el mercado” que no inocentemente disimula su “mano oculta”. La abuela otra vez diría “se hace lo que se puede” algún político “es lo que hay”. Mi tía “minga de libre elección. Un conocido líder jugueteaba con el “por sí o por no” confundiendo elegir, que tiene un razonable grado de libertad, con optar que está más cerca del azar de la moneda en el aire. Elegir tiene además un grado de error menor y mayores posibilidades de acierto, por ende el resultado es calculable y aparecen posibilidades y probabilidades con las que manejarse prudentemente. Segundo Eureka.
El desastre de Bahía Blanca y nuestros políticos devenidos legisladores, funcionarios y gobernantes, pregonan ética, libertades ilimitadas y sin embargo nunca parecen poder prever, elegir y ejecutar sensatamente. Siempre dejan que lo previsible suceda aunque sea catastrófico y luego buscan culpables en los otros, se desentienden, apelan a la “solidaridad del pueblo” o de la humanidad en general, y no reconocen su ignorancia o sus fallas morales y éticas.
Sorprende que adalides de la libertad absoluta desconozcan que el fundamento de la posible libertad humana está basado en la moral como la opción de “no hacer a los otros lo que no quieras te hagan a ti mismo”. De allí deriva la ética; carencia de larga data.
Aparecen ahora como en un tren de recuerdos la larga lista de desastres previsibles pero ignorados. Buenos Aires se funda dos veces por ser un lugar y una idea inapropiada. Vía para el oro y la codicia, tierras inundables y cercadas por indios no muy amigables. Ahora tiene un puerto caro por inapropiado, aguas contaminadas por los excrementos arrojados allí junto con el Maldonado en el que se bañaban mis padres y luego se inundaba Palermo.
El Río de la Plata Es el mismo de donde se obtiene el agua para beber procesada con un alto costo y múltiples negociados que propician la venta de agua envasada por su mejor sabor. Lo de insípida, inodora e incolora quedó para Billiken. El Riachuelo junto a curtiembres, industrias y asentamientos que vierten plásticos junto a excrementos, da tema e ingresos a reiterados proyectos de “saneamiento” que siempre terminan judicializados por incumplimiento y corrupción.
La Sudestada lleva hasta la nostalgia del tango Sur, Caminito, la Boca y Dock Sud con casas y veredas elevadas, compuertas caseras porque se inundaba y lo sigue haciendo. Pero ya somos “cancheros” y….si llueve o sopla viento del Este no salimos, dejamos el auto en otro lado, llevamos botas y a la nona la ponemos en el piso de arriba. Seguro que lo escuchamos alguna vez: “viento del Este, lluvia como peste” Algo aprendimos pero no cambiamos en serio, solo somos cancheros, piolas. Pestes y epidemias llevaron a mudanzas de poblaciones enteras, Proliferación de roedores.
Por ellos la peste bubónica del 46 en que los vecinos del viejo Palermo salieron a cazar ratas y encalar los árboles. Por encima de todo esto la desproporción y asimetría con respecto al resto del país que se dice federal sin serlo. Gobernantes y legisladores, inclusive intendentes se asientan allí por su mayor grado de desarrollo de espaldas al resto que en algunos casos dicen representar.
La guerra de Malvinas con sus colectas y un periodismo exaltado que le hacía eco a gobernantes y políticos (muy pocas excepciones) en busca de fama y sustento a costa de un sufrimiento claramente predecible pero ignorado Nuestros jóvenes sin experiencia, soldados-héroes, y un pueblo ingenuo o ignorante arrastrados a una guerra injustificable y previsiblemente perdible.
Discretamente nos hicieron olvidar que la bandera no había sido ni sería jamás “atada al carro de ningún vencedor de la tierra”, junto a los veteranos que fueron regresados sin pena ni gloria ocultando el error y la responsabilidad de militares devenidos dictadores. Nuestros heridos y prisioneros fueron mejor tratados por el ejército profesional enemigo que se apiadó de su inocencia y de la insensatez de la guerra.
Las colectas de objetos de valor rapiñada y las de alimentos y ropa de abrigo mal distribuida pinta de cuerpo entero que nuestra sociedad alberga sujetos indeseables al amparo y en connivencia con el poder de turno. Hoy vemos lo mismo en Bahía Blanca donde se apela una vez más a la solidaridad que siempre se alberga en los trabajadores, los humildes, los pobres, los profesionales de la salud y la educación, mientras los políticos, dirigentes y gobernantes improvisan respuestas a lo que por sabido y previsible debería haberse evitado.
Muchos se apartan, no se hacen cargo o especulan con posibles réditos electorales. El CONICET que lo había advertido va siendo desmantelado por la motosierra economicista en manos de la megalomanía que ya muestra sus pies de barro. Los sufrientes pobladores al ser entrevistados señalan claramente el abandono y la corrupción que inclusive los lleva a pedir que la ayuda material no vaya a las manos o las arcas de los gobernantes, sino a la de los grupos solidarios independientes.
Tuvimos un terremoto en San Juan, epidemias, inundaciones, incendios forestales de magnitud, estafas varias que muestran la vulnerabilidad de la IA y el Big Data que como todo remiten finalmente al pagador. Un sistema de salud puesto en evidencia por una pandemia donde los pagadores se lavaron las manos o aprovecharon la volada.
También tuvimos mal llamados accidentes como Once y Cromañón fruto de la desidia y la corrupción, que incluye la investigación y la aplicación de penas. Se voló un pueblo por un contrabando de armas, se compraron vacunas y se aplicaron discrecionalmente en medio de una pandemia y se negoció con los insumos.
Se mejora el combate con la delincuencia solo en el aspecto de la captura pero luego aparece la torpeza de no tener un poder judicial acorde ni instituciones donde contener y eventualmente reeducar a los delincuentes con posibilidades de ser recuperados.
Dos atentados irresueltos al igual que un magnicidio son muestras suficientes como para pensar seriamente que existen causas y que sus efectos pueden calcularse y preverse siempre que existan líderes y una sociedad educados en la libertad posible a partir de esa implícita en la moral. En el fondo la hipocresía y el cinismo son dominantes y evidentes en este error de no pensar lo que llevaría al reconocimiento de las causas en vez de tomar los efectos como si fueran causas. Por eso hacen lo mismo con la libertad que confunden con anarquía y apelan al relato convincente frente a la ignorancia natural o fomentada.
Hay más Rasputines y Maquiavelos que Zares y Príncipes sensatos o para no ser anacrónicos, círculos de hierro y lobistas que líderes y gobernantes sabios y sensatos que se conozcan a sí mismos, su yo al igual que sus circunstancias con sus azares y necesidades igual a razones necesarias pero no suficientes sin afecto, experiencia y sabiduría:
En otros términos poseedores de una moral convertible en una ética del bien común. Lo contrario lleva a los acontecimientos catastróficos iniciados o favorecidos por líderes fuera de balance en pos del poder absoluto. Se precipitan alucinados por ideas excluyentes que no aceptan someter a escrutinio y debate. Pregonan la libertad que implica la posibilidad de debatir, aprender y cambiar y de ese modo hacer previsible lo posible y probable, pero en los hechos son absolutistas provistos de una egolatría sin límites que los hace considerarse por encima de todos y por ende desprecian el debate pues los inferiores sólo obedecen ya que no están a su altura.
Hay muchos ejemplos actuales. Tarea para filósofos y científicos: descifrar porqué nuevamente aquí y no solo aquí y ahora son el síntoma de la enfermedad que se avecina. Es previsible. No lo ignoremos y menos aún que nos hagan creer que será por azar e imprevisible. Es casi seguro que la abuela una vez más resignadamente diría “siempre que llovió paró”. Además de surfear es bueno bucear en lo inaparente, en los determinantes de la historia que hacemos y nos hace. Disfruto hacer esto, pero los hallazgos a veces me ponen en este estado de ánimo por lo que escribo esta nota.
(Notiar)
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