DETALLES DE UNA CRISIS

 OPINIÓN

La difusión del índice oficial de inflación para el mes de abril afianzó a la permanente suba de precios como un tema central para los argentinos

Por
Sergio Schneider

Un proceso que viene siendo extremadamente largo, por lo que muchas familias ya no logran mantener la cabeza por encima del agua.

De nuevo la difusión de los datos oficiales sobre inflación agitaron todo lo que se mueve sobre las tablas del teatro nacional. El gobierno volvió a prometer que esta vez sí logrará todo lo que no logró desde su asunción, tres años y cinco meses atrás, y la oposición dio cátedra acerca de cómo resolver algo que le resultó indescifrable cuando le tocó el turno de afrontar el problema. Algo pasa con el poder en la Argentina: cuando llegan a esas alturas, todas las carrozas se nos convierten en calabazas.

Abajo, los índices difundidos por el Indec (8,4% de incremento de los precios en abril con respecto a marzo, 32% acumulado en los primeros cuatro meses de 2023 y 108,8% en la comparación interanual), no sorprendieron a los ciudadanos de carne y hueso. Es más: para muchos las cifras son una mentira piadosa, que lima parte de esa inflación real que cualquiera percibe en su bolsillo cuando entra a un supermercado o a cualquier comercio del país.

Detrás de los números

El proceso inflacionario es bastante más que un andarivel de la economía. Más allá de los discursos, hoy por hoy es la herramienta de ajuste ideal para un gobierno que deja en manos del incremento constante de los precios la licuación de los ingresos de los asalariados y de los emprendedores y productores pequeños y medianos. No hay decretos ni otros instrumentos de recorte como los que dispuso Domingo Cavallo en el tramo final del gobierno de Fernando de la Rúa, pero de todos modos los sueldos pierden como en la guerra.

Los números dicen cosas. El 8,4% de inflación de abril incluye incrementos para nada discretos en alimentos de consumo masivo. Es decir, los aumentos son más fuertes justo en aquello que más compran las familias. En lo más básico de las necesidades de cualquier hogar.

Las cifras no son menores. Algunos datos sobre las remarcaciones de abril: 63% en los tomates, 26% en el kilo de pollo, 21% en el azúcar, 20% los huevos, 19% las naranjas y la merluza, 12% la manteca, 11% el arroz, 10% algunas variedades de queso, 9% las salchichas. Que no se nos pierda de vista: subas que se dieron en apenas un mes.

Comparando con abril de 2022, los números siguen espantando: la naranja aumentó más de un 500% (con mucha influencia, vale decirlo, de cuestiones estacionales y problemas específicos de producción), la batata un 412%, la lechuga 298%, el tomate redondo 262%, la papa 253%, el azúcar 223%, el zapallo 190%, los huevos 182%, el aceite de girasol 159% y la manzana roja 158%. El Indec relevó una canasta de 59 productos esenciales y de ellos 44 sufrieron remarcaciones por encima del 100%.

No es casualidad, por todo esto, que la Argentina haya quedado (con una marca del 107% interanual) segunda a nivel planetario en un ránking elaborado por el Banco Mundial para señalar cuáles son los países con mayor inflación considerando únicamente el rubro alimentos. Las naciones que nos disputan el título hablan claramente de en qué liga estamos: nos supera el Líbano y nos persiguen Zimbabwe e Irán.

Tenemos todo para salir campeones: el Centro para la Recuperación Argentina, de la Facultad de Ciencias Económicas de la UBA, estimó que la canasta nacional de alimentos y bebidas podría aumentar un 197% entre marzo de este año y el mismo mes de 2024. "Este problema aqueja ante todo a los hogares de menores recursos, quienes no cuentan con los medios para protegerse de las subas de los precios, dado que destinan la mayor parte de sus ingresos a subsistencia", dice el informe.

Además, marca algo importante. Advierte que "la inflación anual (actual) narra el comportamiento de los precios durante los últimos 12 meses. Sin embargo, el ritmo general de la inflación un año atrás dista de ser similar al actual (5% mensual promedio en el primer trimestre de 2022 versus 7% para el mismo período de 2023)".

La otra vereda

¿Qué pasa en la vereda de enfrente, la de los ingresos familiares? El Indec reportó que en marzo el índice de salarios tuvo un incremento del 10%. De nuevo el promedio oculta realidades diversas, porque mientras que los trabajadores del sector privado tuvieron una recomposición del 7,9% (que cae a un 6,1 entre los empleados no registrados), en el sector público se más que duplicó ese guarismo: 16,3%. Cada vez más, y a diferencia de lo que sucede en los países normales, en la Argentina la realización laboral pasa por trabajar en el Estado.

Los salarios privados no dejan de usar el tobogán. En agosto de 2012 el salario promedio de los trabajadores registrados de ese sector era de 6.610 pesos y equivalían a 1.421 dólares (al cambio oficial de aquel momento). Cinco años después, en agosto de 2017, ese salario promedio era de 24.912 pesos y eso representaba 1.407 pesos al cambio oficial. Apenas un año más tarde, en agosto de 2018, el salario privado medio bajó a 1.045 dólares (medidos con la cotización financiera del dólar CCL, contado con liquidación). Al pasar otros doce meses, la equivalencia ya era de 856 dólares, y en 2020 aterrizaba en los 485.

En agosto de 2021 remontó levemente (570 dólares), y en agosto del año pasado no varió mucho, quedando en 573. O sea, en diez años una caída de casi 900 dólares sufrida por cada trabajador registrado de la actividad privada.

Mal pero bien

En el Gran Resistencia, el Indec midió en abril una variación de precios al consumidor de 8,2%, dos puntos porcentuales más que en marzo y dos décimas menos que el registro nacional. Fue "la suba mensual más alta de los últimos nueve años: para ver una suba más alta a la actual, hay que remontarse a febrero de 2014 cuando el IPC local creció 10,4%", recordaba en la semana la consultora Politikon Chaco.

El mismo informe indica que "el IPC del Gran Resistencia exhibe un incremento acumulado en el primer cuatrimestre del 30,4%, siendo éste el peor primer cuatrimestre desde 1991, en plena salida de la hiperinflación. En la trayectoria interanual, la suba fue del 107,8% (por debajo del nivel nacional y al regional), siendo el mayor registro desde octubre de 1991".

Politikon apunta que la Canasta Básica Alimentaria para una familia tipo de la capital del Chaco (dos adultos treintañeros, dos niños pequeños) costó en abril 99.057 pesos. Es decir, cien lucas que se deben gastar solamente en alimentos. Por debajo de ese ingreso, es indigencia. A su vez, el instituto Isepci (enrolado con el Movimiento Libres del Sur), mediante su habitual informe de precios en comercios de proximidad, estimó en 185.000 pesos el costo de la Canasta Básica Familiar, que además de alimentación incluye otros gastos de un hogar tipo.

Según datos de facturación del programa Ahora 12 , las ventas de alimentos, bebidas y productos de higiene en cuotas tuvieron subas más pronunciadas en el Norte que en el resto del país. El sitio Norte Grande –asociado con Politikon- había brindado días antes (y NORTE lo reflejó) un trabajo que analizaba los gastos hechos en todo el país mediante el programa Ahora 12, que permite financiar compras en cuotas con tarjetas de crédito. En el caso del Chaco (y del resto de la región) se notaba un fuerte incremento de operaciones para adquirir alimentos mediante esa operatoria. Es decir, muchas familias recurren al financiamiento en cuotas para adquirir comida. En nuestra provincia las compras con esa modalidad no tienen un volumen total importante en la actividad comercial general, pero se incrementaron el 543% en un año.

Son los detalles de una crisis que el oficialismo asume con un doble discurso que permanentemente plantea la cuadratura del círculo. Un esfuerzo comunicacional cotidiano por decir que estamos mal pero bien, que vamos para atrás aunque hacia adelante, que nos estamos haciendo grandes mientras nos achicamos.

(Sergio Schneider / NORTE CHACO)

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