¿ES POSIBLE CAMBIAR LA ESCUELA?

OPINIÓN / SOCIEDAD

Necesitamos docentes que conozcan las características de cada una de las inteligencias para valorar las potencialidades y limitaciones en cada uno de los estudiantes


Por Carina Cabo

La escuela fue pensada y organizada hace unos cuantos siglos atrás, con un fuerte anclaje en el enciclopedismo de ese entonces y con un gran objetivo homogeneizador. Si pretendemos “romper” con esa estructura y, por ende, con algunas prácticas áulicas rígidas, es necesario tener en cuenta las inteligencias múltiples, descritas por H. Gardner hace más de tres décadas. El autor plantea que todos disponemos de 8 tipos de inteligencias: corporal, lingüística, intrapersonal, interpersonal, naturista, viso- espacial, musical y lógico- matemática, fundamentales a la hora de plantear un cambio radical en el sistema educativo.

Hoy por hoy, la inteligencia es un concepto funcional y se desarrolla en cada una de las personas de muy diversas formas. Sin embargo, generalmente, en la institución escolar se suele creer que es más inteligente quien se destaca en Matemática o Lengua, campos más reconocidos en la escuela. Y cuando algún estudiante es bueno en plástica o educación física, se lo define “vago” porque, comúnmente, se relaciona a estas disciplinas con el tiempo libre.

En definitiva, es un grave error creer que, si un niño es bueno en aritmética, podrá afrontar todos los retos que la institución escolar le demande, reduciendo la inteligencia solo a una tipología y no a la capacidad de resolver problemas o de afrontar nuevas situaciones.

Todos poseemos todas las inteligencias y, por supuesto, tenemos la capacidad de desarrollarlas si recibimos la formación adecuada y estamos en un contexto apropiado. Es decir, una persona podría desarrollar una inteligencia musical si desde muy pequeño se relaciona con la música o si en su casa lo pusieron en contacto con instrumentos musicales, por ejemplo.

Por ello, necesitamos docentes que conozcan las características de cada una de las inteligencias para valorar las potencialidades y limitaciones en cada uno de los estudiantes. Y esto no implica sumarle más trabajo al maestro, ya que no se trata de planificar para ocho tipos de inteligencias, se trata de pensar estrategias diversificadas que respondan a las diferentes formas que los niños tienen de apropiarse del mundo. Para ello, se podría idear la clase trabajando habilidades que correspondan a dos o tres inteligencias, variándolas cada semana, teniendo en cuenta las ocho tipologías planteadas por Gardner.

Se trata de tener claro que todos los niños son sujetos diferentes, con diversidad de intereses, insertos en contextos distintos y con variedad de inteligencias. Y para que las clases sean interesantes y entusiastas, hay que tener claro que si bien los contenidos mínimos son los mismos año tras año, las estrategias cambian según las variables mencionadas.

Algunos ejemplos que se pueden usar en casa o en la escuela pueden ser: el juego de ajedrez, prototipo del trabajo de la inteligencia viso- espacial, así como juegos de lanzar y tomar una pelota, que también estimulan la inteligencia corporal; o el análisis de una canción que promueve las inteligencias musical y lingüística, entre otros. Asimismo, es fundamental ayudar a controlar el propio pensamiento y las emociones, estimulando la inteligencia intrapersonal y, a su vez, ayudar a desarrollar las habilidades sociales, como empatía, compromiso y responsabilidad, desarrollando la inteligencia interpersonal. Estas muestras de estrategias para el abordaje de las múltiples inteligencias permitirán que los aprendizajes transversales vuelvan a ser el eje de la escuela. De una escuela que escuche todas las voces, que valore las diferencias y la heterogeneidad y que habilite a niños, niñas y jóvenes a una educación integral.

(Infobae)


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