¿EN QUÉ ESTAMOS CONFUNDIDOS?

EDITORIAL

Esta tragedia pudo haberse evitado con un diálogo sincero

Por Walter R. Quinteros

Ya está, acertamos con el pronóstico, Rusia ha invadido Ucrania. Creo, que las palabras de Vladimir Putin son de escaso valor, poco creíbles, es decir que no quiere que Ucrania sea parte de la OTAN, no quiere tener un vecino armado hasta los dientes. Es decir, haga de cuenta que usted no quiere que sus vecinos y/o familiares lejanos piensen distinto a usted.

¿Y Estados Unidos? Probablemente esta gran nación ha tratado de convencer a los otros países de Occidente que Ucrania deje de pertenecer a la órbita rusa e incorporarla a Occidente y armarla hasta los dientes, despertando la ira de Putin. Es decir, a usted le tiran los vecinos en contra.

¿Para qué Ucrania tiene que estar en la OTAN? Desde 2008 que Georgia y Ucrania quieren pertenecer a esa organización.

¿Y la Unión Europea? También, la Unión Europea se mostró dispuesta a aceptarlos como miembros.

Es como que los vecinos de su casa, por una extraña razón no quieren saber nada con usted. Entonces lo miremos por este lado, irracionalmente, como parece ser Putin, que ahora piensa que esos terrenos donde viven los vecinos, les pertenece porque eran de los abuelos de sus abuelos y que por eso los vecinos tienen que pensar y actuar como el quiere. 

Nada de cosas raras. Digamos que parece que tiene la ambición de restaurar a Rusia, o como se llamaba antes, la Unión de Repúblicas Soviéticas Socialistas. ¿Será así?

He leído que han hecho grandes comparaciones de Putin con Hitler al respecto. Pero ni Putin es Hitler ni Rusia es la Unión Soviética. Hay ahora otro contexto.

Lo explica Ted Galen Carpenter desde el blog de noticias "El ojo digital": "Al final de la Guerra Fría, la Unión Soviética tenía la segunda economía más grande del mundo; Rusia en 2020 se ubicaba en la posición onceava, justo detrás de Corea del Sur. La Unión Soviética adoptó la economía marxista-leninista, mientras que Rusia es en gran medida parte del mundo capitalista. Es verdad que el capitalismo que Rusia practica es una variedad extremadamente corrupta caracterizada por el compadrazgo, pero todavía es algo muy distinto a la economía dirigida por el Estado y rígidamente centralizada de la era soviética".

Y agrega que: Desde el punto de vista militar, mientras que la Unión Soviética buscó mantenerse al nivel de EE.UU., el gasto militar anual de la Rusia actual es menos de un décimo del de EE.UU.

Un ejemplo particularmente gráfico es el reciente artículo publicado en 19FortyFive con autoría de Michael Rubin, académico titular del neoconservador American Enterprise Institute —nos dice Carpenter—, y agrega que: El título, “Rusia era un Estado rebelde mucho antes de Ucrania y Georgia”, captura de manera adecuada el grado al cual llega la rusofobia de Rubin y de muchos de sus adláteres, por lo que puedo leer.

Porque predeciblemente, Rubin responsabiliza a Moscú por la guerra de Georgia en 2008, aún cuando una investigación de la Unión Europea concluyó que las fuerzas del presidente de Georgia, Mikheil Saakashvili, dieron inicio a la agresión. De igual modo, Rubin ignora con esmero la asistencia brindada por Washington y por algunos de sus aliados europeos a los manifestantes que removieron al anterior presidente ucraniano pro-ruso, desarrollo que provocó la subsiguiente anexión de Crimea por parte de Moscú.

¿Se entiende? Piñas van, piñas vienen.

De acuerdo a Rubin, dichos episodios son señales que revelan la estrategia de Vladimir Putin en torno de 'recrear la Unión Soviética en todo menos en nombre'. Acto seguido, condena a las Administraciones de Obama, Trump y Biden por carecer de firmeza frente a las malignas reacciones imperiales. No obstante, sostiene Rubin que 'el problema es, en rigor, más profundo. La agresión rusa y su sensación de impunidad no dio inicio con Georgia, sino con el Japón. Hacia fines de la Segunda Guerra Mundial, Rusia le quitó a Japón las islas sureñas Sakhalin y Kuril'.

Fíjese, amigo lector, cómo en el mundo de las comunicaciones tratan de confundirnos.

Dice Carpenter que subsiste un problema con esta tesis de Rubin: la toma de control de territorio del Japón fue una acción de la Unión Soviética. No había una 'Rusia' independiente en 1945, en tanto la pieza confiesa una extrema pereza intelectual al utilizar los términos de manera intercambiable, tal como es costumbre en Rubin y otros analistas. Durante la era soviética, Rusia era solo un componente de la Unión Soviética, aún cuando era el más grande. Complementariamente, es incorrecto asumir que los rusos étnicos siempre administraron el Estado comunista.

Vamos a aclarar esto: Para Carpenter, el dictador soviético que duró más tiempo en el mando (que gobernó durante casi tres décadas) fue Josef Stalin—georgiano; no ruso. Nikita Krushchev, quien liderara la Unión Soviética durante más de una década, era étnicamente ruso, pero creció en Ucrania y, culturalmente, era ucraniano. De hecho, en palabras de su bisnieta, Nina Krushcheva, él le tenía un cariño especial a Ucrania. Probablemente, no fuera una coincidencia que Krushchev fue la persona que tomó la decisión de transferir Crimea, que había sido parte desde Rusia desde 1782, a Ucrania.

Le repito la última frase de Carpenter: "Probablemente, no fuera una coincidencia que Krushchev fue la persona que tomó la decisión de transferir Crimea, que había sido parte desde Rusia desde 1782, a Ucrania".

Por eso, ¿en qué estamos confundidos? ¿Nos quedamos solo con el tema de que el gas para Europa pasa por Ucrania y por eso todo este lío con cientos de muertos?

Carpenter nos señala que la Unión Soviética si, era un gran poder expansionista y totalitario con pretensiones de convertirse en una superpotencia. La Rusia de hoy es un poder regional tradicional que intenta mantener su esfera de influencia en su vecindario inmediato, frente al recurrente intervencionismo llevado a cabo por una alianza militar extraordinariamente capaz y liderada por Washington.

Qué bonita vecindad, cantaría el personaje de Roberto Gómez Bolaños, "El Chavo".

Las políticas oficiales que hoy amenazan a Rusia de manera implícita, presentan a éste país como a un enemigo, sin diferenciarlo del letal adversario de Occidente en épocas de la Guerra Fría. En los hechos, esa corrosiva actitud domina hoy el pensamiento de gran parte del establishment de la política exterior americana, y también el de la prensa.

El citar siempre la mala conducta soviética como justificativo para adoptar una política hostil hacia Rusia no solo es inadecuado, sino que es absurdo dice Carpenter y expone estos ejemplos:

En el siglo XXI, por ejemplo, a Alemania no le cabe responsabilidad por la devastación propiciada por la Alemania nazi.

El Japón democrático de la contemporaneidad en nada es responsable por la masacre de Nanking, como tampoco lo es por otra serie de delitos perpetrados por el Japón imperial.

La actual Turquía nada tiene que ver con el genocidio armenio, desatado durante los últimos años del Imperio Otomano.

Finalmente, la Rusia actual no tiene por qué atribuírse responsabilidad por los abusos contra los derechos humanos o por los actos de agresión ejecutados por la ex URSS.

Carpenter señala que la política exterior de EE. UU. desde hace mucho adolece de un narcisismo que le impide darse cuenta de que otros países pueden percibir sus acciones como amenazas a su seguridad nacional. Es comprensible que países como Alemania y Japón perciban a EE. UU. como un poder global benévolo, pero también deberíamos entender que países como Rusia tienen razones para verlo como una potencial amenaza a su seguridad nacional.

Y nos hacemos estas preguntas:

¿Constituía una amenaza para el mundo que Ucrania forme parte o no, de la OTAN?
¿Por qué los líderes no le hablan al mundo y exponen sus razones?
Cuando su vecino le molesta, ¿no hace la denuncia correspondiente para que un Tribunal decida al respecto? O va y le toma la casa y le rompe todo. Onda, Vladimir Putin.

Mire amigo lector, en mi modesta opinión y después de leer a Carpenter, creo que Rusia y EE. UU. más bien deberían ser aliados frente a China. Vive en otro barrio, pero quiere sus terrenos. Y hace alardes de su material bélico. Se regocija, se frota las manos esperando la reacción de la mojada de oreja. Otro pariente lejano también, se llama Corea del Norte.

¿Vió como uno se confunde un poco?

En lo que a mi respecta esta tragedia pudo haberse evitado con un diálogo sincero. Porque ahora con esto, todos los vecinos nos miramos con desconfianza por culpa de ambiciones desmedidas de cierto presidentes que lejos están de ser considerados líderes. 

Y los ucranianos... ¿Qué pensaban al respecto los ucranianos? No su presidente. Ya no interesa lo que piensan los presidentes. Ni de los unos ni de los otros. Porque nada sabemos de los estados emocionales de estos zánganos que demuestran que no les importa la sangre derramada de su gente.

Escuchemos a los pueblos de ahora en más. Porque la política, los políticos, han fracasado.

De eso estamos todos seguros.




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