EL GOBIERNO LLEGA A SU PRIMERA CITA ELECTORAL EN PLENA CRISIS

OPINIÓN

Alta inflación, estancamiento, pobreza récord, desempleo y una deficiente gestión de la pandemia, los factores que pusieron al kirchnerismo ante la posibilidad de una derrota en las urnas

Por Sergio Crivelli

El pronóstico de varios encuestadores y la historia reciente anticipan la posibilidad de un revés para el kirchnerismo hoy. En sintonía con ese mal augurio sus principales figuras aumentaron visiblemente el sesgo polarizador y la agresividad de sus discursos en el último tramo de la campaña.

Las predicciones sobre intención de voto han dado ejemplos abundantes de su poca confiabilidad, pero con la historia política reciente no ocurre otro tanto: hay fenómenos que se repiten con la regularidad de las mareas. En ese plano la experiencia enseña que las decisiones económicas de los gobiernos en sus dos primeros años de gestión resultaron decisivas para su supervivencia.

Casi todos los presidentes afrontaron de 1983 a la fecha circunstancias adversas. Los cambios de manos del poder producen habitualmente un terremoto en la Argentina, país de institucionalidad precaria. La única excepción fue la de Néstor Kirchner que recibió una economía saneada en términos fiscales, con el PBI en aumento y un tipo de cambio muy favorable, todas circunstancias derivadas del brutal ajuste de Duhalde y Remes Lenicov.

La respuesta a las crisis sucesivas fueron los planes de estabilización. Y en ese plano la regla ha sido que los que los pusieron en marcha consiguieron ganar su primera elección. Los otros sufrieron las consecuencias. El plan de Alberto Fernández todavía es un misterio.

Raúl Alfonsín heredó una situación altamente volátil. Intentó la vía "heterodoxa" con Bernardo Grinspun y fracasó de manera estrepitosa. Tuvo el reflejo de recurrir a un cambio de moneda, el Plan Austral, que aquietó la inflación y le permitió ganar en todo el país en 1985.

Otro tanto sucedió con Carlos Menem. Recibió en 1989 el incendio de la hiper alfonsinista y tuvo dos picos más de su propia cosecha. Pero con el plan de convertibilidad de Domingo Cavallo bajó la inflación y llegó justo para ganar las elecciones de 1991.

En sentido contrario, Fernando de la Rúa recibió una situación fuertemente deteriorada por la recesión, mantuvo inalterado el programa de Cavallo, perdió en 2001 y la crisis lo barrió.

Por su parte, Mauricio Macri levantó el cepo abriendo el ingreso de dólares para financiar el déficit y postergar la crisis, lo que le alcanzó para ganar en 2017.

¿Qué hizo Fernández? Mantuvo el "modelo" de Cristina Kirchner/Kicillof de alto déficit, emisionismo y ajuste vía inflación. Su "plan", supuestamente la Ley de Presupuesto, pronosticó una inflación del 29% para todo 2021, meta que quedó atrás en agosto. Respecto del dólar, el nivel de actividad, el déficit, etcétera, las proyecciones tuvieron un nivel de acierto parecido.

Conclusión: no sólo fracasó en el control de las variables macro, sino que generó una perspectiva pesimista sobre el futuro inmediato. El desaliento social es palpable.

Las elecciones las marca la economía. La pandemia era la única excusa admisible para el inmovilismo y los resultados negativos, pero fue mal gestionada. A lo que hay que agregar los escándalos y abusos de poder que impiden usar el virus siquiera como atenuante.

En este clima adverso el Gobierno tiene dos factores favorables: uno, pudo mantener su unidad; dos, la oposición carece de liderazgo y de orientación clara. El kirchnerismo retuvo el control de la estructura peronista y el liderazgo de Cristina Kirchner no fue desafiado. La lista única en la provincia de Buenos Aires da testimonio de ese fenómeno persistente.

Del discurso electoral, en cambio, no puede decirse lo mismo. Comenzó con un mensaje de un optimismo irreal ("estamos saliendo"), que se fue agriando a medida que llegaban las malas noticias y crecían las sospechas de una derrota. Los candidatos tampoco ayudaron. La cabeza de lista en Buenos Aires se perdió en una serie de divagaciones y terminó aferrada a los ataques al gobierno anterior como única propuesta.

De todas maneras, la provincia sigue siendo el bastión al que confía su suerte, Cristina Kirchner entre otros motivos porque la oposición presentó un candidato con un carisma nulo, Diego Santilli. El radical Facundo Manes es de un nivel de amateurismo tal que carece de sentido tomarlo en cuenta.

La mala elección de candidatos redujo la posibilidad de triunfo opositor en el mayor distrito del país. Santilli encabeza la lista porque es un peón de Horacio Rodríguez Larreta en la partida por las presidenciales de 2023. Esto debilitó a Juntos por el Cambio en una elección que se ha polarizado y en la que las terceras fuerzas (Espert, Milei, Randazzo) no parecen llamadas a tener un papel decisivo.

Así, un resultado neto en la votación de hoy determinará no sólo la integración del Congreso, sino las candidaturas para dentro de dos años, cuando el poder real estará en juego.



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