CUANDO HACE FALTA UN PROGRAMA

OPINIÓN / ENTREVISTAS

La sensación que da el Gobierno es que tenés que agradecerle que no te saca todo

Por Gustavo García

Al conversar con Juan Carlos De Pablo queda la sensación de que uno está frente a un hombre que lo ha leído y experimentado casi todo. 

No sólo en materia económica, aunque primordialmente en este terreno, adonde se mueve con la comodidad propia de quien hace fácil lo difícil.

Economista de lecturas diversas, la última vez que recibió a La Prensa mano a mano estaba leyendo un libro sobre la historia del automóvil. De todo extrae una enseñanza, algo para remarcar. Por eso, tal vez, es que al momento de explicar los fenómenos de la economía logra construir una dinámica que lo lleva de la teoría inasible al más claro y concreto ejemplo de la vida cotidiana. De Harvard al kiosco de la esquina.

Para De Pablo la vida no se mide en decimales. Así es que toma con sorna cuando sus colegas proyectan variables al detalle, con comas y porcentajes. Analiza procesos montados sobre la exigencia del día a día y rechaza, siempre, la posibilidad de hacer pronósticos a mediano y largo plazo. Sostiene que todo, absolutamente todo, puede cambiar de un día para el otro.

Fiel cultor del pragmatismo, cada vez que echa luz sobre alguna problemática no deja de ejemplificar tomando como referencia a los hombres y mujeres que todos los días se levantan “para encontrarle la vuelta al asunto''. Como él mismo dice, “esos son mis héroes''.

CONSUMO­

-¿Podemos salir adelante fomentando sólo el consumo interno, que es uno de los estandartes del Gobierno?­

-Yo en realidad voy a hablar del arranque del año. Los problemas siempre son de demanda y de oferta, esa es una cuestión empírica. Pensar que son todo de demanda puede chocar con la realidad. Ejemplo: si el Banco Central se queda sin divisas para vender en el segmento oficial del mercado de cambio y las empresas no consiguen insumos importados, la producción se para por razones de oferta.

-¿Hay margen para hacer peronismo a la vieja usanza en este contexto? Es decir, un Banco Central que opere como banca de desarrollo, sustitución de importaciones.

-La agenda de trabajo de un ministro de Economía o de un presidente del Banco Central es absolutamente perentoria. Todo lo demás son divagues. Hoy en la agenda de trabajo hay un tema inflacionario que se está acelerando, un tema de divisas, muy atrás está la negociación con el Fondo. Esto lo dan mucho más las circunstancias que la ideología.

-El segundo gobierno de Perón aplicó control de precios para vencer a la inflación, y el Gobierno va por ese lado también, y forzó un congelamiento salarial por dos años. ¿Sería aplicable eso en estos días?­

-Usted se refiere al programa de 1952, donde hay que subrayar el programa. Lo que hoy hay en la Argentina son todas unilateralidades. Un día hacen una cosa, otro día otra. Lo que hay que decir es: `Muchachos, hagan un programa, no le tengan miedo a las palabras'. Las medidas tienen que ser concluyentes. Uno no tiene una política económica para la inflación, una política económica para la pobreza, una política económica para el Covid. Tenés una política económica y hay que meter todo ahí adentro. Si vas a congelar o no vas a congelar, hay que meterlo en ese contexto. Ahora, si no tenés más remedio que emitir y vas a congelar, ya sabemos lo que pasa. Es más viejo que andar a pie.

-La economía requiere de la inversión privada. Sin embargo, cada vez que surge un proyecto como pueden ser las granjas porcinas o la megaminería, hay resistencia. ¿Qué lectura hace al respecto?­

-Pésima. Hay gente que hoy, después de pagar los impuestos, le queda muy poca plata para pensar en las inversiones. Después hay gente que tiene fondos pero recibe señales pésimas por parte del Gobierno. La sensación que te da el Gobierno es que tenés que agradecerle que no te saca todo, te saca una parte. El acto de inversión es un acto instrumental, ponés 100 pesos porque querés sacar 120. Por ahí te equivocás y sacás 80. Pero nadie pone 100 para sacar 80. Esto es muy viejo. Entonces hay una mezcla de perspectivas macroeconómicas como en cualquier país del mundo, más señales complicadas. Resultado: la tasa de inversión que tenemos, como dicen mis amigos que hacen las cuentas, a duras penas repone el capital.

REFORMAS­

-La vertiente liberal de los economistas insisten con que el país no saldrá adelante si no se hacen las reformas estructurales de la economía. Pero los gobiernos pasan y las reformas no se hacen. ¿Se puede diseñar igual un plan sin ejecutar estos cambios de fondo?­

-Vos preguntale a un médico si podés bajar de peso igual, comiendo como siempre. Se va a matar de risa. Pero de repente alguien puede decirme que no está probado que con las reformas vamos a crecer. Tiene razón. Ahora, sin las reformas no estamos creciendo. Discutamos. Acá hay que hacer una discusión profesional, no una discusión principista, ideologizada o cosa por el estilo. Los grandes debates totalizadores no sirven absolutamente para nada. Vos me decís que hay que hacer cosas factibles, tenés razón. Tomen a Lavagna. ¿Qué es lo que dice? Si queremos cambiar toda la legislación laboral no va a funcionar, pero si no la cambiamos no hay empleo. Moraleja: hace una propuesta que para todos los empleos nuevos se utilice el mismo criterio como es el caso de la Construcción, donde van juntando en una caja de ahorro por si después al terminar un edificio no podés comprar el otro. Cosas concretas siempre se pueden hacer.

-Dado el nivel de las reservas netas del Banco Central, ¿es un desafío para el Gobierno llegar a abril sin saltos cambiarios?­

-Mirá, capaz que es un desafío llegar a la semana que viene. No sabemos. Me hubieran llamado el día del dólar a 190 pesos y capaz que estábamos pensando en un dólar a 400, pero después bajó a 150. La verdad es que no lo sabemos. Ahora, nadie puede creer que vas a tener el bendito shock de confianza, con lo cual esto es aritmética. El día que te quedes sin una sola reserva neta, es lo mismo que en el casino cuando te quedás sin fichas. Te podés quedar a mirar, pero ya no jugás más.

-¿Cree que se le puede solicitar al Fondo algunos de los desembolsos que fueron rechazados por el Gobierno al inicio de la gestión?­

-Pedir, se puede pedir lo que uno quiera. Ahora, si van a negociar sobre la base de qué les van a dar, creo que sonaron. Si van a negociar sobre la base de que no te pido nada, sólo que en lugar de pagarte cuando dijo Macri te vamos a pagar más tarde, y eso puede ser. En esa negociación no veo apuro. Ni por parte del Gobierno argentino ni por parte de la señora Georgieva, que tiene un dolor de cabeza con la Argentina.

NEGOCIOS­

-¿Cree que hay un clima antinegocios en la Argentina?­

-Cualquier persona que tiene hoy una empresa, un estudio profesional o cosa por el estilo, tiene increíbles cantidades de problemas objetivos y concretos para ver cómo le encuentra la vuelta. No necesita que encima desde el punto de vista del Gobierno lo enloquezcan. Bueno, el Gobierno encima lo enloquece. No tiene remedio. Ejemplo: suponete que sos economista y estás sentado en una reunión de gabinete económico, como ocurrió el otro día, discutiendo el tema inflación. Aparece el presidente de la Nación y dice: `Acá hay que aumentar los controles para evitar la especulación'. Y la vicepresidenta dice: `Hay que quemar todos los libros de economía porque todos los problemas son de demanda'. ¿Vos qué hacés? Una, te vas a tu casa. Otra, lo llamás en privado y le decís: `Mire jefe, no le quiero hacer pasar calor delante de toda esta gente'. Y le explicás. Acá hay una combinación. Los argentinos que no tienen la vaca atada nos levantamos todos los días para ver cómo le encontramos la vuelta. No me canso de decirlo. Son mis héroes.

-¿Qué cree que desnudó la pandemia en materia económica? Le pongo como ejemplo el impacto en el empleo a partir de la alta informalidad laboral.

-Dejame, entre comillas, defender la informalidad laboral. Tomemos lo que pasó el otro día en La Salada. La Salada desde el punto de vista sanitario puede ser un desastre, pero desde el punto de vista económico te está mostrando la lucha por la vida. Esa es la fuerza. El ser humano dice: `Flaco, yo no voy a esperar acá a que algún funcionario se digne'. La pandemia desnudó que tenemos un Gobierno que se llena la boca hablando de las bondades del Estado y yo digo, menos mal que existe la actividad privada para solucionar no sé cuántos problemas, por izquierda y por derecha. La otra cosa que mostró es que nada va a ser igual. Yo cuando veo un comercio cerrado, además de decir pobre, a nivel humano, desde lo económico digo: `Momentito. ¿Hay demanda para ese producto? ¿No será que no le encontró la vuelta en la nueva forma de comercialización? Yo sigo viendo cine, sólo que no voy al cine. Veo Netflix. Y lo mismo con una serie de cosas que comprás desde tu casa a través del delivery. El teletrabajo no fue inventado ahora, pero exacerbó y llegó para quedarse. Moraleja: cada uno de nosotros está, al tiempo que pelea por la vida, diciendo, ¿y esto, cómo voy adecuando a estas nuevas realidades?­

-Ante una segunda ola de Covid, ¿la Argentina tiene espalda fiscal para responder con programas como fueron el ATP y el IFE?­

-No tenemos cómo saberlo. Cualquiera se da cuenta de que el Gobierno dice que se termina el IFE. Ah, ¿sí? Si tenés que ponerlo lo vas a poner otra vez. Es una cosa elemental. Acá tenemos que estacionalmente venía bajando el número de contagios y ahora se ha complicado un poco. Pero esto es estacional y por eso el tema de la vacuna hay que tomarlo en serio. Yo miro por la televisión las vicisitudes de la vacuna y me agarro la cabeza.

-Dado este contexto mundial, ¿puede haber una regresión en el comercio exterior tan globalizado, de producción trasnacional? ¿Puede imponerse el proteccionismo?­

-La economía mundial se está recuperando. Lo mismo la economía argentina. Para la Argentina la historia va a decir que en el 2020 el peor mes fue abril, porque estaba todo cerrado, después se fue recuperando. Por supuesto que la realidad es heterogénea. Siempre va a haber cambios. Si vos tenés una línea aérea internacional vas a estar más complicado que si producís soja.

(La Prensa)

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