SOBRE EL CUENTO "ÁNGELA", DE WALTER QUINTEROS

 CULTURA / 

El autor nos encierra en un programa de radio, nos entretiene y nos suelta envueltos en otra trama, fiel a su estilo


Por Berenice Weber / La Gaceta Liberal

(En algún lugar de la Amazonia, hace unos largos años)

— Bueno, bueno estimada audiencia, aquí estamos todos nuevamente después de la pausa comercial, y aprovecho para saludar a los comerciantes que con su aporte hacen posible este programa. Amigos escuchadores de ¡Tal como es! el programa de radio que informa y entretiene y que, sabedores de la lucha que tiene nuestro pueblo, tanto de la norteña capital, como nosotros, los que vivimos en este sur, de tierra prodigiosa, pero no por eso exentos de la problemática que afecta a nuestro querido país, que sufre hoy de las terribles quiebras financieras en este olvidado rincón del planeta, carente hasta de las bendiciones de Nuestro Señor. Aquí estamos, sufriendo los castigos de Dios, por culpa de nuestros gobiernos, hayan sido populistas o conservadores o nacionalistas, que nunca encontraron el rumbo económico y es por eso que algunas empresas se nos van, las fábricas cierran, los periódicos anuncian muertes extrañas e incomprensibles producto de esta inseguridad que nos azota y, las suyas propias... Mi nombre es Juan Carlos Avendaño, luchador con mi voz, a través de los micrófonos de RWT 990 la radioemisora más popular de la región y que, siendo su servidor, me pongo al lado hoy, de nuestro nuevo amigo y periodista del diario argentino "Tiempo de Reformas", el señor Walter Quinteros, que vino a esta queridísima ciudad de Sao Vicente, a buscar nuestro apoyo, nuestro sincero aporte de datos para llegar a esclarecer lo ocurrido hace veinte años atrás, en nuestra tierra. Esa historia oculta a través del tiempo. Los teléfonos de la radio, como siempre, los esperan amigos escuchadores para receptar su mensaje, su opinión. Los espero para que, con la ayuda de su memoria, podamos esclarecer que fue lo que relamente sucedió, hace tanto tiempo atrás. Ponga música señor operador, mientras esperamos las noticias más relevantes del día y los datos del tiempo, en este, su programa favorito ¡Tal como es! por la 990 de la RWT.

"Hola señor Juan Carlos, dígale al señor ese, que es cierto lo del cura que ponía las manos en nuestras cabezas y que con eso nos quitaba todo mal, y nos enseñaba el camino de Cristo, se llamaba Victorino y estaba en la Iglesia de Campo Bonito".

"Hola señor Juan Carlos dígale a ese periodista que nosotros somos un pueblo tranquilo, lejos de las amenazas constantes de los guerrilleros comunistas y dígale que no venga aquí a despertar fantasmas".

"Hola señor Juan Carlos, yo recuerdo que la policía subió a buscarlo a ése tal Tavares a los cuartos de lo que era el hotel "Buen Descanso" de la doña Margarita viuda de Ortigoza, no se si usted estaba aquí y lo recuerda, pero a ella, a la Ofelia la sacaron desnuda de donde el rufián se alojaba y la descarada gritaba por la ventana que si ella estaba embarazada a su hijo le llamaría Cipriano. Había mucha gente en la plaza esa noche".

"Yo no estaba la noche de los fuegos artificiales, señor Juan Carlos, yo no estuve para cuando los asesinatos, ni siquiera para cuando los niños del arco iris llegaban a nuestra Iglesia a tomar la Primera Comunión, pero llegué atrás del circo triste y de ese payaso que decía ser juez y que vino a tomar testimonios, a tomar vino, a tomar cachaça, a tomar mujeres prestadas porque esa es la justicia que todavía tenemos en este país. Un circo como aquel del Pequeño Didú, con animales vestidos de seda, hábrase visto tal cosa".

"Hágale callar la boca a todos señor Juan Carlos. Hablemos de la gloria que era vivir en el socialismo. Nadie era rico. Nadie era pobre. Nuestro comandante estuvo cien años al mando y nada nos faltaba".

"Cuenten que teníamos un cura viejo, muy viejito que se llamaba Arnulfo Sepúlveda, que el pobre se murió en su lucha contra Satanás cuando vino el circo del pequeño Didú, pero el señor en su Gracia Divina, mandó a los árabes a vengarlo. Dicen que lo encontraron disfrazado de mono y que lo ataron a un globo y que el globo tomó la altura de las sogas, dicen que soltaron las sogas hasta que el globo se llevó a ese enano inmundo mas allá de la atmósfera y que allá arriba explotó. Dicen que nunca más nadie vio una miserable hilacha del enano hijo del diablo. Señor Juan Carlos, Dios lo bendiga". 

"Hola señor Juan Carlos, conozco a la señora Ofelia, ella ahora está enferma, muy enferma y me gustaría que los oyentes de la emisora la respeten, por favor, gracias".

"¡Hey! Juan Carlos ¡Que voz de macho tienes, hombre! Mírale mocito, no se si te sirve para algo pero hace veinte años atrás, yo pasaba con mi camión por la ruta y vi varias cosas extrañas, un tipo caminando de madrugada vestido de traje claro y sombrero y llevando un maletín, para mi que salía de la casita del Gervasio Moyano y después vi a los hermanos Sepúlveda asistiendo a un tipo apuñalado. Tu sabes me guardé todo porque en aquel momento yo estaba casado y llevaba una puta en mi camión, bueno hermano, cosas de la vida, tu sabes, a los hombres nos gustan las putas. ¡Métele música payo!"

"Hola Juan Carlos, la historia de todo lo que pasó esa noche triste la tiene un señor llamado Esteban Cañizares y lo ayudó en los dibujos ilustrativos el finado paraguayo Artoaga, gracias".

"Yo recuerdo cuando vino el juez a tomar declaraciones, el tipo se sacaba el sombrero y saludaba a todos como si fuese un actor de películas, Juan Carlos".

"Señor Juan Carlos, nosotros le estamos haciendo el programa, al menos pónganos música".

"Señor Juan Carlos yo no quiero salir al aire ¿Puede pasarme por privada con el señor Quinteros?"

"A la barcaza que llevaba el oro la hundió la anaconda del río Pirenbui, el oro todavía está ahi, la anaconda también".

"No se olviden de la borrachera que teníamos todos en aquellas fiestas, señor Juan Carlos, eran nuestras fiestas patronales, eran las fiestas de nuestro pueblo, hasta la policía estaba borracha, y recuerdo que esa noche hasta los músicos se olvidaron del Bolo Valladares, dormido en un banco de la plaza. ¡Qué músico el Bolo!"

"En el programa de ayer señor Juan Carlos, ustedes me hicieron pensar en las familias compañeras que se tuvieron que ir a la fuerza de aquellos pueblos, y no en aquellos que se fueron porque quisieron. No señor, hay que pensar en los auténticos pobladores que fueron reemplazados por los edificios y las construcciones que reemplazaron su infancia, sus casitas, sus manuales escolares, su ética y su fusil".

"Matilde y yo hoy cumplimos 40 años de casados, Juan carlos, dedicanos 'Si usted supiera' por los hermanos Gómez Pires, gracias".

"¿De qué habla ese señor? Los rebeldes echados eran unos vagos de poca monta".

"Ellos eran así, señor Juan carlos, porque acá no tenían trabajo, porque se desesperaban viendo que no le podían dar a sus hijos y nietos las cosas mínimas, o porque les perseguían". 

"Yo fui soldado de Cipriano Tavares, recuerdo su nombre, pero no su cara, hace 50 años, creo".

— Chirino, buscá Si usted supiera por los Gómez Pires.

"Bien señor Juan Carlos, ándele, ahora la gente aquí, desparramado por los países vecinos y los lugares de este rincón donde nadie conocía nada, los días más tristes de nuestro pueblo. ¿Me quiere decir para qué?"

"Hola Juan Carlos, yo tenía un abuelo que caminaba despacito por las calles de mi pueblo, había nacido en Itapara, y él decía que fue lancero itaparense y que supo conocer al comandante en los años de guerra, en que se juntaban a programar las defensas de frontera. Él me contaba que las tropas eran los fusileros mapuyenses, los macheteros de Oriente, los artilleros de Lemos y otros más que no recordaba y que todos eran saludados uno por uno por un hombre grande de casi dos metros de altura, de cerca de ciento cincuenta kilos y que tenía la sonrisa de un niño y que a cada uno de los combatientes le decía así: "Quiero volver a saludarte después de la batalla" "Quiero volver a saludarte después de la batalla". Gracias hermoso tu programa Juan Carlos".

"Todos sabemos que la mejor de todas las exposiciones ante el juez fue la del señor Gervasio Moyano, que finalmente se compró un traje con unos ahorritos, cavó su propia tumba al lado de donde estaban enterrados sus padres y se acostó a esperar la muerte. Usted a eso lo sabe señor Juan, hable de eso".

"Que le preguntes al mártir ese del aniversario, si lleva 40 años viendo lo mismo".

"Este era un pueblo donde llegaban los trenes y todo era alegría, señor Juan Carlos. Usted y su radio todavía no estaban, a usted y a su radio la instaló el gobierno conservador para entretenernos y hacernos olvidar de todo y como ahora están los milicos usted sale con todo esto. Aquí disfrutábamos hasta de la lluvia, contábamos nuestros perros amarillos y nos afligíamos cuando un vecino tenía la jeta del espanto que anuncian algunas desgracias. Y si la señora Ofelia se volvió puta, a eso usted ni a nadie le importa".

"Hola, dentro de todo este puterío ¿Me puede decir cómo va a estar el tiempo para mañana señor Juan carlos?"

"Poné un chamamé argentino y dejen a los muertos en paz ché".

"Hola ¿me puede pasar por conexión privada con el señor Quinteros?"

"Yo recuerdo que mi padre decía que los perros amarillos eran más de cien, en aquel tiroteo".

"Antes de esa noche usted pasaba por las casas y todas tenían las puertas y ventanas abiertas y desde adentro salía un aliento de fritangas y guisos, de ropa lavada a mano y desinfectante para las cucarachas que los turcos bajaron de un tren carguero. ¡Qué lindo era mi pueblo!" 

"Señor Juan Carlos, ya que su amigo vino a desenterrar muertos le aviso que en la tumba de Cipriano Tavares, que el gobierno le mandó hacer a pedido de la señora Ofelia, adentro solo tenía piedras".

"Decían que el famoso tipo ese llamado Cipriano Tavares era un vendedor de terrenos, si ese fue un milico que se encargó de borrar a los comunistas de la Turma sem Bandeiras. Entonces, yo soy Mario Lanza". 

"Después de esa noche vivimos las alegrías a medias, ni siquieran vuelven los circos. Juan Carlos, poné música, basta de lamentos".

— Andá a ver quién quiere hablar con vos Quinteros.
— Me dicen que ya cortó Juan Carlos.
— La puta que lo parió, esto explota.

"Los que vinieron con toda la maldad de instalar en esta ciudad la guerrilla, fueron esos comunistas que murieron degollados, anoticiado de eso, de que estaban aquí, el gobierno los mandó a liquidar a todos. Por eso señor Juan Carlos, desde esa noche las alegrías en este pueblo se fueron muriendo, todos empezamos a desconfiar el uno del otro y hasta desde esa radio nos han llenado de varieté pa' entretenernos".

"Vivir en esta tierra pagana, es pagar el impuesto a la tristeza, señor juan Carlos, dígale eso a su amigo el argentino, yo, el poeta Virgilio Cepeda, hijo de ilustres rebeldes".

"Si el diario "Tiempo de Reformas" ya quebró, ¿a qué viene este chaval?"

"Los rebeldes fueron cerrando poco a poco la herida del desarraigo, y usted ha hecho en tres días de su programa, que volvamos a caminar en las calles polvorientas de las añoranzas, nos hierve la sangre a todos y los tres hoteles ya no dan abasto de gente curiosa. Buen negocio el suyo, Juan Carlos, yo de nuevo, Cepeda".

"El doctor Bonaventura hizo lo que pudo, había testigos que vertían falsos testimonios en sus declaraciones, señor Juan Carlos, a mí me consta".

"Qué programa de mierda, llevamos tres días escuchando la misma trifulca".

"Necesito hablar por privada con el señor Quinteros, por favor".

"Se está vendiendo como pan caliente, un libro de un tal Teófilo Cabanillas de hace cincuenta años atrás editado por la Editorial Estrella Roja de aquella época y titulado 'Aquellas manos que dijeron adiós' que salga de esa cobacha suya el periodista ese, y que lo compre y que se vaya ahorita mismo, que nos deje en paz, Juan Carlos".

"Un saludo para mi comadre María Estela que está escuchando su programa muy entretenida y que quiere escuchar a Tito Castañares y al Bolo Valladares cantando la 'Rumba de tu ausencia' de parte de su compadre Dilmer Juipa Soto, dígale eso amigo".

—Amigos oyentes, voy a hacer una pausa entre la enorme cantidad de mensajes para decirles que "Las manos que dijeron adiós", era un libro que repartía en las escuelas el abogado, periodista, compositor y médico don Teófilo Cabanillas, muerto por ese tal Tavares en Naranjillos y se creía que toda su obra había sido destruída. Pero por la gentileza del señor Quinteros, que me ha traído una copia de las que fueran secuestradas hace 60 años,  les voy a leer amigos escuchadores, apenas un párrafo, presten atención. Baja la música de fondo un poco por favor, Chirino. 

"A las heridas de la ausencia forzosa, se le formará una cascarita de sangre seca que luego caerá sola, entonces el tajo triste y sereno ya no sangrará más, y el originario mirará a sus descendientes crecer en otra tierra, con los ojos llenos de cosas ajenas, con los ojos llenos de un brillo llamado esperanza. Como la suya, como la de sus padres, como la de sus abuelos. Quizás en sus secretas esperanzas, con ese brillo, su familia le devuelva la felicidad perdida." Escuchamos ahora a los Hermanos Gómez Pires, de Fonseca, si usted supiera...

Por aquí Quinteros, siéntate ahí gordo, no, ése no, atiende el llamado por aquel teléfono, el gris, levántalo que yo te paso el llamado. 

— Hola, ¿Está ahí, señorita?

— Si, estoy.

— Le paso el llamado por privada.

— Gracias.

— Gracias Chirino, hola, soy Walter. 

— Hola Walter ¿Cómo estás corazón? Soy yo, Ángela.

— Ángela, Dios mío, qué suerte escucharte después de tanto tiempo ¿Cómo estás?

— Escúchame bien, sigues siendo el mismo cretino de hace ochos años atrás, te escondes, te vas, te encierras en lo tuyo y nadie sabe nada de vos ¿Quién te crees que sos, eh?

— Angela...

— Van tres días que te estoy llamando y hoy hace diez minutos que espero y tu sabes que las llamadas son carísimas, me estoy quedando sin un peso pero quiero decirte que desde hace tres días aquí dicen que en esa radio están pasando testimonios que van en contra del gobierno inútil que tenemos y también dicen aquí que vos te has metido en serios problemas.

— Lo que pasa Ángela...

— Nada, escúchame vos, quiero decirte que hace dos días te están buscando de todos los otros medios, que tu diario ha presentado la quiebra y que, que bueno, que te he extrañado mucho en todo este tiempo, niño tonto. Te extraño, decime algo lindo, decime que vas a volver.

— Ángela, quién soy yo para quererte como te quiero.


©Walter R. Quinteros "En la Amazonía, sin ti". Fuente: https://diceelwalter.blogspot.com

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