EL HAIKU NO PIERDE VIGENCIA

 CULTURA /

Un género tradicional japonés que atrae a nuevos lectores y autores



Por Daniel Filoni

El haiku, una de las formas más refinadas y antiguas de la literatura japonesa, no pierde vigencia. Desde que se abrió paso en Inglaterra y Francia a comienzos del siglo pasado, para luego extenderse a Latinoamérica, muchos son los autores occidentales, como Jorge Luis Borges y Leopoldo Lugones, que se vieron atraídos por este género, que hoy vive un cierto resurgimiento.

A Borges, gran admirador de la cultura japonesa, lo habían atraído sobre todo dos de las características del haiku: su brevedad y su eficaz realismo representativo.

Luego de realizar varios viajes al país oriental, publicó en 1981, su libro La Cifra con 17 poemas de este género.

El haiku es una composición poética que consta de diecisiete moras (unidad fonética más breve que la silaba), distribuidas en tres versos no rimados, dispuestos según el esquema cinco, siete y cinco, aunque en la tradición japonesa el poema se escribía todo en una sola línea.

Sin duda, el rasgo más distintivo de un haiku es su forma. Sin embargo, su métrica es flexible. Existe el llamado hachoo, también verso roto, que se refiere a un haiku que no respeta el cómputo silábico tradicional.

En este género poético, el eje está dirigido hacia escenas de la vida cotidiana o de la naturaleza, contemplada a través de las diferentes estaciones del año.

ESTILO Y POETICA

El estilo del haiku se caracteriza por la espontaneidad, la levedad y la simplicidad.

Su poética generalmente se basa en la emoción que produce en el poeta la contemplación de la naturaleza y su devenir. A menudo se trata de una emoción melancólica pero también el entusiasmo exultante puede ser motivo de inspiración poética.

Sin entender el asombro que genera en el hombre el contacto con la naturaleza y su sublimidad, no se puede acceder a la profundidad del sentir japonés, ya que este constituye la esencia del género poético haiku, que tiene su base en la filosofía zen.

Esa conmoción solo sobrevive a través de las palabras cuando el haijin (que es el poeta que escribe haiku), queda al margen. El foco no es el poeta sino la escena mostrada, porque en esta composición lo verdaderamente poético es lo que no se expresa y no lo que se trasmite con las palabras.

La escritura del haiku exige un camino de búsqueda, a la vez poético y existencial, que procede a través de diversos grados de perfeccionamiento.

Un buen haiku, por lo tanto, debe ser el espejo de ese camino, y debe poder acoger las diferentes formas estéticas que se derivan de ello. Tres son esas formas principales:

* El sabi, o la belleza solitaria que encuentra expresión en un lenguaje simple e inmediato, y que se contrapone al hanayaka (la belleza viva y llamativa de las cosas mundanas).

* El hosomi, o esa "sutileza" contemplativa indispensable para captar la verdadera esencia de la realidad, diametralmente opuesta a la tosquedad, o futoi, de las actitudes comunes.

* Y el ogosoka, o solemnidad de la experiencia sensible, en antítesis a ese sentido del ridículo, okashii, que a menudo resulta en lo desacralizador o en lo grotesco.

De la disposición poética de los haijin en relación con las formas antes mencionadas, por lo tanto, pueden emerger diferentes estados de ánimo y diferentes manifestaciones del sentido estético, entre los que pueden mencionarse seis.

* El wabi (soledad), modelo estético basado en un estilo sobrio y frugal, que prefiere la irregularidad de las formas a la perfección y la simetría, y que también expresa una belleza calma y austera, para ser saboreada en la quietud solitaria.

* El shiori (delicadeza), la fascinación que se irradia de los versos hacia el lector, yendo más allá de la mera palabra escrita, envolviendo todo en un halo vago e indistinto de compasión y empatía.

* El makoto (verdad), índice de la plenitud poética y espiritual de los haijin que, bajado a la naturaleza, se convierte en uno con ella.

* El yugen (profundidad y misterio), la belleza vívida, sutil y profunda de lo que, indistinto, procede más allá de la comprensión mental.

* El karumi (luz), la belleza poética reflejada en su sencillez, libre de preconceptos.

* Y el mono no aware (sencillo, compasivo), es decir, la capacidad de dejarse atravesar por las cosas del mundo.

ORIGEN

El haiku nació como género literario en Japón, en el siglo XVII, y alcanzó su máxima expresión con poetas tales como Matsuo Basho (1644-1694) , monje budista que es considerado hoy como el más grande poeta japonés y padre del género, y Kobayashi Issa, poeta y pintor japonés.

A comienzos del siglo XX, como decíamos, se abrió paso en Inglaterra gracias a los imaginistas, grupo creado en 1910 por varios poetas ingleses y norteamericanos, como Thomas Hulme y Ezra Pound. Este grupo, buscaba la simplificación de la expresión. Anhelaban una poesía sin grandes elaboraciones intelectuales, lo que los condujo espontáneamente a la poesía japonesa clásica y, en especial, al propio haiku.

En Francia, poetas como Apollinaire, Paul Eluard o Paul Claudel, también adoptaron la nueva forma poética con entusiasmo.

En cuanto a la Latinoamérica, fue el poeta mexicano José Juan Tablada, quien tuvo el mérito de haber sido el primero en introducir el haiku, al que llamó "poema sintético". Su influencia se extendió rápidamente a los demás países de habla hispana.

Entre los escritores más conocidos que utilizaron este género poético en nuestra región se cuentan, además de Borges y Lugones, Jorge Carrera Andrade, Octavio Paz y Mario Benedetti. Más tarde, llegó a España a través de Juan Ramón Jiménez, Federico García Lorca, Antonio Machado y Luis Cernuda.
En la actualidad, esta clase de literatura breve comienza a hacerse un lugar cada vez más importante en la elección de lectores y nuevos autores.

La reciente publicación en diversos países de varios libros de este género de origen japonés demuestra la permanencia de un estilo compositivo que es antiguo y moderno a la vez, motivo por el cual los autores contemporáneos se sienten atraídos por su forma breve e icástica, pero, simultáneamente, siendo occidentales, se sienten autorizados a trascender "con respeto" la estructura métrica tradicional.

Daniel Filoni es Profesor de Filosofía en el Liceo Cristoforo Colombo, y de Historia del Pensamiento Político en la Facultad de Lenguas Modernas de la Universidad del Salvador, además de autor del libro "Luci in fuga" (Ensemble, 2020).

(LA PRENSA)

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