EL NIÑO DEL TAMBOR DE GUERRA

HISTORIAS /

Los tambores de guerra fueron usados primero en el campo de batalla para orientar y movilizar a las tropas. Distintos ritmos guiaban a los soldados en distintas formaciones; por ejemplo, un ritmo era para "atacar", otro para "retirarse."

 
Homenaje al lazarillo y tambor Pedro Ríos.

Por Walter R. Quinteros

El Tambor de Tacuarí, Pedro Ríos, forma parte de la constelación de héroes que la Provincia de Corrientes dio a la Patria. Pedro Ríos había nacido en Yaguareté-Corá, (corral de tigres en guaraní), actual pueblo de Concepción, uno de los más antiguos de la provincia. Fundado en el año 1796, conservó su nombre original hasta 1870, cuando, en honor a la Inmaculada Concepción de la Virgen María, se lo empieza a llamar Concepción, tanto al pueblo como al departamento del que es cabecera. 

En 1810, enviado por la Junta de Mayo con la misión de convencer al Paraguay que se adhiera a la Revolución gestada en Buenos Aires contra la dependencia española, el entonces coronel Manuel Belgrano, al mando de la Expedición Libertadora del Paraguay se detiene en Yaguareté Corá por unos días donde se incorporan soldados, en su mayoría de origen guaraní. Entre ellos un niño de 12 años, Pedro Ríos. 

Aunque sus datos son muy pocos y difusos, la referencia a su edad se desprende de los escritos de un oficial del ejército belgraniano, el general Celestino Vidal, quien había tenido más contactos con Pedro Ríos, el cual le habría manifestado, en el mes de noviembre de 1810, cuando el ejército había pasado por Yaguareté Corá, que había cumplido doce años un par de meses antes. Esa es la única referencia de los historiadores que han estudiado este tema para ubicar su nacimiento en septiembre de 1798.

Narra don Francisco Benítez, cronista de Concepción, en su libro Homenaje justiciero, la estatua al Tambor de Tacuarí , editado en 1930, que el ejército belgraniano había ingresado a Yaguareté Corá en la mañana del 26 de noviembre de 1810. Su primera actividad en el pueblo fue la de ir a rezar a la capilla junto a su plana mayor. Al retirarse de ese oratorio para ir a visitar la escuela del pueblo, se encontró en el atrio con algunos paisanos, quienes le solicitaron incorporarse a las filas del ejército patriota, encontrándose entre ellos Pedro Ríos, quien pedía insistentemente entrar al ejército. Este historiador incluso transcribe una conversación mantenida por Belgrano con el padre de Pedro Ríos, don Antonio Ríos, transmitida durante generaciones, quien le habría indicado que: "No sólo doy mi consentimiento, sino también ruego que lo acepte, porque yo, con mis 65 años de existencia, soy un hombre anciano y la entrega de mi hijo es la única ofrenda que puedo hacer a la Patria”. Aparentemente fue el propio Comandante Celestino Vidal, muy limitado en su vista por una vieja ceguera quien lo convenció a Belgrano para que Pedro pudiera servirle de lazarillo en la Campaña Libertadora del Paraguay. Así fue como el niño fue incorporado al Ejército Patriota, según el cronista mencionado.

El 19 de diciembre el ejército belgraniano cruza el río Paraná hacia territorio paraguayo por Candelaria. El bautismo de fuego de Pedro fue el 19 de enero de 1811, a orillas del Yuquerí, primer ataque de las fuerzas patriotas contra una guardia paraguaya, que desembocó luego en la batalla de Paraguarí, donde Belgrano sufrió su primera derrota. En esa ocasión, Pedro Ríos tuvo la misión junto a 70 soldados y 14 peones de fortificar las carretas del parque de armas, como así también el hospital de campaña. Derrotado Belgrano, se retiró hacia el río Tacuarí, pero 120 de sus hombres habían quedado encerrados, a merced del enemigo en la capilla de Paraguarí, lo que llevó al prócer dictar la orden de reunión para auxiliarlos. Allí, siempre según la historia oral, se produce el bautismo de Pedro Ríos como tambor, batiendo el parche para informar de la orden del prócer. El tambor titular ocupaba funciones de soldado en reemplazo de los que estaban en el oratorio. En la batalla de Tacuarí, que tuvo lugar el 9 de marzo de 1811, se destacó la figura de Pedro Ríos en sus dos funciones, de guía del comandante Celestino Vidal y también batiendo los parches de su tambor. En cumplimiento de esas funciones en pleno desarrollo de las operaciones bélicas, fue alcanzado por dos proyectiles de fusil en el pecho, cayendo herido de gravedad y falleciendo minutos después, con heroísmo en el campo de batalla. El general Celestino Vidal decía hacia el final de su vida: “Lo recuerdo y me estremezco. Me parece estar viéndolo impasible avanzar a mi lado. Yo lo he visto caer y abandoné la lucha para socorrerlo. Murió de dos disparos en el pecho. Estoy seguro de que su muerte fue mi salvación, porque al detenerme, no caí como cayeron casi todos los del ala donde estábamos nosotros”.

Años después cuando Manuel Belgrano era conducido enfermo desde Tucumán a Buenos Aires, en un descanso en tierra cordobesa, recordó con mucho orgullo el rol del niño Pedro Ríos en el combate de Tacuarí. Entonces lo comparó con las niñas de Ayohúma como los recuerdos más fuertes y emotivos de su vida militar, puesto que estos niños en circunstancias adversas no claudicaron.

En el centro de la Plaza 25 de Mayo de Concepción se encuentra emplazada una estatua del Niño Héroe, el Tambor de Tacuarí, Pedro Ríos. Esta estatua fue inaugurada en el año 1929, durante la gobernación del doctor Benjamín González. La estatua es una réplica de la existente en el Colegio Militar de la Nación, obra del escultor Luis Perlotti, y fue fundida en el Arsenal de Guerra. Está montada sobre un pedestal de mampostería y tiene una placa homenaje del Círculo Militar, con la siguiente inscripción: " El Círculo Militar al Tambor Pedro Ríos, Muerto en el Combate de Tacuarí -9 de marzo de 1811”.
Esta historia es escrita por Alfredo Poenitz, historiador de la provincia de Misiones. Fuente: elterritorio.com 

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"Oda al Tambor de Tacuarí" 
(un grande de la Patria")
Por el Dr. Atilio Milanta
Acallen nobles voces, jinetes y soldados; silencien los bastiones, fortines y murallas;
¡la Patria está de duelo, 
ha muerto un grande!
Suspire la bandera, Bandera de Belgrano; 
animen los espíritus y formen los ejércitos
¡La Patria está de duelo, ha muerto un grande!
E hínchense de cielo los bravos corazones; 
restañen las heridas y recen padrenuestros;
¡la Patria está de duelo, ha muerto un grande!
Escríbanse las odas, escúlpanse los mármoles; 
eríjanse los bronces, fulgúrense canciones:
¡la Patria está de duelo, 
ha muerto un grande!
Enclávese en la plaza el pulso que aún convoca; evóquense ese parche, de Tacuarí, y un niño;
¡la Patria está de duelo, 
ha muerto un grande!
Sonría Pedro Ríos, honrado de laureles; 
sonrisa permanente desde hace tiempo y leguas;
¡la Patria está de duelo, 
ha muerto un grande!
Leído por su autor, el poeta Atilio Milanta, Vicepresidente del Instituto Belgraniano de la provincia de Buenos Aires, en el 201º aniversario de la Batalla de Tacuarí (protagonizada por el General D. Manuel Belgrano) en la que ofrendara su vida un niño correntino (Pedrito Ríos); acto llevado a cabo en la plaza Máximo Paz de La Plata, frente al monumento del Tambor de Tacuarí, el viernes 9 de marzo de 2012, y organizado por el Centro de Residentes Correntinos del Gran La Plata.

El diario La Gazeta nos muestra un poema de Rafael Obligado:
Es un grupo de argentinos el que marcha a combatir; es la Patria quien los mueve y es Belgrano su adalid. 
Con la bala y con la idea traen de Mayo el boletín; y las selvas paraguayas 
van abriendo al porvenir, mientras juega con sus chismes 
el Tambor de Tacuarí. 
Rompe el aire una descarga, el cañón entra a crujir, y un vibrante son de ataque los empuja hacia la lid. 
Bate el parche un pequeñuelo que da saltos de arlequín, 
que se ríe a carcajadas si revienta algún fusil, 
porque es niño como todos 
el Tambor de Tacuarí. 
Es horrible aquel encuentro: 
cien luchando contra mil; un pujante remolino 
de humo y llamas truena allí. 
Ya no ríe el pequeñuelo: 
suelta un terno varonil, 
echa su alma sobre el parche y en redobles le hace hervir: 
que es muñeca la muñeca del Tambor de Tacuarí. ¡Libertad! ¡Independencia! 
parecía repetir a los héroes de dos pueblos, que entendiéndose por fin, 
se abrazaron como hermanos; 
y se cuenta que de allí. 
Por América cundieron, 
Hasta en Maipo, hasta en Junín, Los redobles inmortales 
del Tambor de Tacuarí.

“Mi hijo es la única ofrenda que le puedo hacer a la Patria”.

Quiénes & Porqué 

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