LOS RICOS DE LA DEMOCRACIA

OPINIÓN 


Políticos, jueces y sindicalistas, se convirtieron en millonarios, fueron los únicos privilegiados.



Si hay algo falso en la Argentina es que los únicos privilegiados son los niños -una de las "20 verdades" que buscó instalar como ideario Juan Perón-, si se tiene en cuenta que el 60% de los menores son pobres.

En cambio, una casta de políticos, jueces y sindicalistas se las ha ingeniado a lo largo de la historia para mantener a buen resguardo sus privilegios, más allá de lo que ocurriera en el país.

Esa impresión, arraigada en la sociedad, parece intentar ser revertida con medidas como la anunciada por el oficialismo en el Congreso, tras el reclamo opositor.

Diputados, senadores y su séquito de personal político prometen congelarse las dietas por seis meses, en una señal destinada a acompañar el "ajuste sobre los que más tienen" anunciado por Alberto Fernández.

La primera pregunta que surge es si las provincias y municipios acompañarán esta decisión esperada durante décadas.

Y si los sindicalistas aceptarán algún día, por ejemplo, que más de un gremio pueda negociar paritarias de la misma rama, o equiparen la posibilidad de ser reelectos a la misma que tiene un presidente: una sola vez.

Hay gobiernos provinciales convertidos en feudos dominados por familias desde hace 70 años en la Argentina, y son inamovibles.

Y municipios, sobre todo en el conurbano, donde se vive a impuestazo puro, para sostener estructuras políticas sobredimensionadas, destinadas a retener el poder para un grupo privilegiado en los que el puesto se va heredando de padres a hijos.

Es difícil ver un político pobre en la Argentina, ni siquiera alguno que ejerza una vida de clase media.

Apenas algún ex diputado de la izquierda compartir el subterráneo en la Ciudad o subirse a un colectivo, o a una ex vicepresidenta comprando ropa en una tienda tradicional de ropa económica, pero no mucho más.

La mayoría de los políticos se va del cargo más rico de lo que entró, y algunas veces no precisamente por el fruto de su trabajo.

Hasta se pueden observar a devenidos "empresarios" que arrancaron como choferes o cadetes de alguien que se convirtió en político poderoso, cuyos patrimonios se multiplicaron al ritmo del empoderamiento de sus jefes.

Otros se convirtieron en grandes terratenientes de la Argentina, y en sus provincias son dueños de campos, comercios e industrias, además de poseer cuantiosas cuentas bancarias, y encima cobran pensiones vitalicias millonarias.

Ahora parece haber llegado la hora de frenar un poco tamaña impudicia, tal vez porque es imposible sostener un pedido de ajuste que incluye a los jubilados sin al menos dar alguna señal de austero.

Los dirigentes políticos parecen empezar a entenderlo, y la pregunta es si los jueces acompañarán la decisión o se mantendrán al margen con sus privilegios.

Nunca se entendió la relación entre la independencia judicial y no pagar Ganancias, por ejemplo. Ni tampoco que un juez de la Corte gane 4 veces más que el presidente, una queja que transmitió el propio jefe de Estado.

¿Por qué jueces y personal diplomático, que suelen tener un pasar económico de millonarios, además deben recibir jubilaciones de privilegio?

Son preguntas que empiezan a sonar cada vez más fuerte. Tanto que en sesiones extraordinarias el gobierno intentará acabar con algunos de esos regímenes que explican buena parte de la desigualdad en la Argentina.

"En la nueva Argentina los únicos privilegiados son los niños", escribió Juan Perón en las "veinte verdades". ¿Alberto podrá confirmarlo?

José Calero / TdP

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