INSTRUCCIONES PARA FORMAR UN BUEN CIUDADANO (1)

OPINIÓN

Fundamentos de educación liberal




por Hernán Andrés Kruse

La crisis por la que atraviesa la educación en la Argentina es muy profunda. A tal punto que hace unos años el profesor Guillermo Jaim Etcheverry tituló un libro de su autoría “La tragedia educativa”. La escuela primaria, el colegio secundario y la universidad se muestran impotentes para desarrollar la tarea de educar a los estudiantes como corresponde. Docentes pésimamente remunerados, edificios en ruinas, alumnos desmotivados y padres desentendidos configuran un panorama desolador. 

La mayoría de los estudiantes que ingresan a la universidad tienen serias dificultades para escribir correctamente e interpretar textos. No se necesita ser un experto en educación para percatarse de que las futuras generaciones serán analfabetas, aunque posean título universitario. El hábito de la lectura dejó de existir al igual que estudiar de libros. Frente a semejante panorama los políticos, pese a declamar su preocupación por la tragedia educativa, se lavan olímpicamente las manos. 

Es probable que, en lo más profundo de su conciencia, prefieran que el pueblo carezca de educación porque, la historia lo ha demostrado hasta el cansancio, un pueblo sin educación es fácilmente manipulable.

De ahí la importancia que adquieren los intelectuales que han dedicado toda su vida a la educación. Uno de ellos es el ya nombrado Jaim Etcheverri. Otro que merece ser destacado es Alberto Benegas Lynch (h) quien desde hace décadas viene haciendo docencia sobre un tema que lo apasiona: cómo debe educarse al pueblo en una sociedad libre. En 1984 publicó un sagaz ensayo sobre esta cuestión que, por su vigencia, merece ser leído con detenimiento.

La educación en una sociedad libre

La educación consiste en todo el aprendizaje que lleva a cabo el individuo a través de su vida. Este proceso educativo permite realizar aquellas potencialidades que, en definitiva, selecciona el individuo. "Sentirse realizado" significa, precisamente que, de todas sus potencialidades, el individuo desarrolla aquéllas que considera son las más acordes con su personalidad. El propio poder discursivo está en potencia en el recién nacido, el cual se va desarrollando a medida que progresa su capacidad cognoscitiva a través del contacto con objetos físicos, el establecimiento de relaciones, inferencias, formación de valores, contacto con otras personas, etc. Todo esto claro que incluye la educación en la familia, el sistema tutorial, las instituciones educativas, los cursos a través de video, por correspondencia, las bibliotecas circulantes, revistas especializadas, capacitación laboral, educación parroquial, etc. Como queda dicho, todos estos canales educativos tienden a desarrollar las potencialidades del individuo, al tiempo que adquiere conocimientos ya expuestos por otros a los efectos de capitalizar su energía y no verse obligado a empezar de cero. 

Cada ser humano tiene características únicas, en la especie humana es donde más se acentúa la desigualdad. "De la misma manera que los animales son más complejos cuanto más alto se encuentran en la escala biológica, la individualidad está también más desarrollada cuando se asciende en la escala". "Los seres humanos difieren entre sí incluso en los más mínimos detalles anatómicos, químicos y físicos: impresiones digitales de los dedos de las manos y los pies, textura del pelo, características de las uñas, espesor y características de la piel, distribución del sistema nervioso, canales del oído, caracteres de los impulsos eléctricos del cerebro, músculos, actividad cardíaca, estructura sanguínea, glándulas y así sucesivamente, prácticamente ad infinitum. "Las diferencias biológicas resultan máximas en los seres humanos". El profesor Williams afirma que las referidas diferencias biológicas resultan incomparablemente reducidas si se las compara con las que aparecen como consecuencia de sus capacidades, gustos, deseos, temperamento, inclinaciones, etc. Dada la desigualdad de los seres humanos, todo lo que se haga para "limar" aquellas desigualdades será antihumano puesto que es contrario a su naturaleza y necesariamente hará que la nivelación opere hacia abajo buscando el común denominador del reino puramente animal. El único tipo de igualdad compatible con la liberación de energía creadora que requieren los individuos para expresarse humanamente es la igualdad ante la ley.

Entonces, la diversidad, la individualidad del ser humano conduce a que la educación formal que recibe debería impartirse también de modo individual. Nada reemplaza cabalmente la enseñanza que de modo directo y en forma individual imparten los padres o tutores, lo cual no excluye la experiencia educativa que el individuo obtiene en su relación con otras personas. En verdad, la existencia de colegios y universidades se debe a razones pecuniarias puesto que la economía de escala hace más accesible este tipo de educación. La enseñanza individual permite optimizar la flexibilidad de los contenidos de la enseñanza, así como también las formas en que se imparten esos contenidos según sean las peculiares y exclusivas características del alumno. 

Fundamentalmente, razones de índole económica dan vida a instituciones educativas donde necesariamente deben adoptarse ciertos standards, los cuales en alguna medida tienden a obstaculizar el desarrollo de la individualidad en aras del grupo. Educación es lo contrario de ignorancia, pero si tenemos en cuenta que "todos somos ignorantes sólo que en temas distintos" debemos comprender que la selección y las prioridades respecto de cuál es la materia o las materias en que el individuo se educará concluiremos que depende de su vocación personal y de su específica capacidad e inclinación. En la medida en que se trate al individuo como un "ser promedio normal" no sólo se está contrariando la naturaleza de la especie humana sino que se está reprimiendo la creatividad individual. Los elementos genéticos o hereditarios sin duda transmiten ciertos rasgos físicos y de carácter, pero en ambos casos las características de cada persona son únicas y exclusivas. En última instancia, es el individuo quien forja su carácter; puede dejarse llevar por sus primeras inclinaciones y apetitos o decidir otra dirección, según lo que considere lo hará, en definitiva, más feliz. Del mismo modo, no cabe discutir la influencia que ejerce el medio ambiente sobre el individuo, pero también resulta claro que el progreso, en gran medida, consiste en la capacidad del individuo para mejorar el medio ambiente, de lo contrario la especie humana habría permanecido embrutecida rodeada de un medio altamente agreste. Por ende, tanto los factores hereditarios como el medio ambiente en modo alguno implican fatalismo. El libre albedrío y las decisiones individuales constituyen causas y explicaciones de los diversos fenómenos sociales. 

De qué forma asimila el individuo los hechos que lo rodean y de qué modo encauza y forja su "modo de ser" constituyen, precisamente, el aspecto más importante del proceso educativo.

Instituciones Privadas y Públicas: Análisis Económico

Para llegar a conclusiones correctas respecto de la financiación de las instituciones públicas de educación, es menester percatarse que toda la comunidad paga impuestos. No resulta necesario detenerse a señalar que los contribuyentes de derecho pagan impuestos, puesto que no hay tal cosa como traslación fiscal vía mayores precios. El empresario, en última instancia, tratará de cobrar los precios lo más altos que pueda, dada la cantidad vendida a los efectos de limpiar el mercado. 

El empresario no espera que se eleven sus costos para llegar a tal situación. A idéntica elasticidad en la demanda, aumentos en los precios provocarán contracciones en el bien demandado. Ahora bien, el contribuyente de derecho se hace cargo del impuesto vía menores ganancias o mayores pérdidas, pero el resto de la comunidad es también afectada por ese impuesto, con lo cual se convierten en una especie de contribuyentes de hecho debido a que la asignación de recursos producto del gravamen necesariamente operará en sentidos distintos de lo que hubiera sucedido de no haber mediado la intromisión fiscal. 

Esta reasignación de los siempre escasos factores productivos implica desperdicio de capital con lo cual, dada la relación capital-trabajo, se afecta negativamente a los ingresos y salarios en términos reales. Los impuestos conducen a una merma en la capitalización, cosa que sólo se justifica cuando resulta ser el costo político necesario para que el gobierno cumpla con su misión de salvaguardar los derechos de los gobernados. En otras palabras, todos nos hacemos cargo de los impuestos a través de las apuntadas mermas en la capitalización que, a su vez, redundan en precios más elevados. 

El contribuyente de derecho siempre es el que absorbe directamente el impuesto, de igual manera que repercute sobre el patrimonio neto del empresario cualquier modificación en la estructura de costos, pero indirectamente el impuesto repercute sobre toda la comunidad. Si todos pagan impuestos, centremos nuestra atención en una familia extremadamente pobre, tan pobre que no puede afrontar el enviar a sus hijos a estudiar fuera de la casa porque necesita del trabajo de sus miembros para subsistir. 

Si existen instituciones educativas estatales, esta familia, a través de los menores ingresos resultantes del impuesto, estaría sufragando estudios de individuos que provienen de familias más pudientes, lo cual se traduce en una flagrante injusticia. 

En segundo lugar, aquella familia que, con gran sacrificio, envía a sus hijos a estudiar, tenderá a colocarlos en instituciones estatales de educación, de lo contrario duplicaría sus costos; de esto último se deduce que las instituciones estatales de educación, en gran medida, resultan discriminatorias respecto de las privadas. Las instituciones educativas de carácter público son empresas estatales que producen los mismos resultados que éstas en cuanto al desperdicio de recursos que implica y a la consiguiente mala administración. 

Por otra parte, como veremos más abajo, afirmar que debe haber instituciones estatales de educación para que la comunidad financie los estudios de algunos de sus miembros constituye un non sequitur. (en lógica, non sequitur del latín «no se sigue» es un argumento en el cual la conclusión no se deduce -no se sigue- de las premisas. En sentido amplio, se aplica a cualquier razonamiento inconsecuente, es decir, toda falacia es un non sequitur.)


Hemos dicho al comienzo que la individualidad requiere máxima flexibilidad en la enseñanza y ésta es, precisamente, otra ventaja de la despolitización de las instituciones educativas, es decir, otra razón para sacarlas de la órbita política a los efectos de que funcionen enteramente en el mercado que, al igual que otras empresas, ofrecerán los más diversos "productos" para los más diversos mercados. De más está decir que esto implica la derogación de todas las normas educacionales que provienen de la órbita política puesto que una estructura férrea impuesta desde el Ministerio de Educación respecto de programas y textos hace que de facto todos los colegios sean estatales. 

La flexibilidad también se aplica a la propia dimensión de las instituciones, para lo cual además es importante operar en el mercado. En esta sección debemos considerar un último punto que se refiere a la educación compulsiva y a las instituciones estatales. Podemos aquí establecer cuatro posiciones básicas. 

La primera sostiene que debe existir educación compulsiva para ciertos conocimientos básicos y que el gobierno debe verificar el cumplimiento de esta norma, independientemente en donde se lleva a cabo (en su familia, colegio privado, etc.) 

Una segunda posición sostiene que debería haber colegios estatales para ofrecer estudios "gratuitos" a quienes voluntariamente deseen realizarlos. 

En tercer lugar, se sostiene que no deberían existir instituciones estatales de educación y que no debe haber educación compulsiva de ninguna clase y, por último, los que afirman que debe haber instituciones de enseñanza estatales y que la educación debe ser compulsiva. 

Una quinta posición sería la que sustenta la compulsión en la educación la cual debe llevarse a cabo exclusivamente en instituciones estatales, sistema que es propio de los regímenes totalitarios y, por ende, estaría fuera del contexto del presente trabajo. 

Respecto de la primera postura de la obligatoriedad de contar con una educación mínima, se nos presenta el primer problema con la arbitrariedad que significa la definición de aquel mínimo. Si la educación es el permanente aprendizaje que el individuo realiza en su paso por la vida, resulta difícil fijar un criterio para establecer cuál "debe ser" el mínimo. Si a alguno de nosotros nos parece evidente que la gente debería educarse en A y B y, efectivamente, acertamos en nuestro juicio respecto de dicha evidencia no habría necesidad alguna de imponer a la gente a que aprenda A y B ya que de todas formas procedería en este sentido. La compulsión resultaría superflua y se incurriría en gastos administrativos inútiles. Por el contrario, si la mayoría no considera evidente la importancia de su instrucción en A y B ¿qué derecho tiene la minoría de imponerla? Más aún, aunque se trate de una minoría, tampoco tendría derecho la mayoría de imponer su criterio respecto de la vida educativa de esos otros. Por otro lado, debe señalarse que en la medida en que la gente es obligada a educarse en A y B, no lo podrán hacer en C, D, E, etc. Asimismo, no tendría sentido obligar a los ineptos para A y B estudiar estos temas a expensas del nivel académico de los aptos y los que desean estudiar A y B. Hasta la adolescencia, son los padres los responsables de la educación de sus hijos y, luego, éstos son los responsables. 

Los padres son los que mejor los conocen y los que les tienen el mayor afecto. Si los individuos que circunstancialmente detentan el poder político deciden acerca de los standards y de establecer coactivamente un mínimo de educación, ¿por qué no pueden decidir acerca de un mínimum de vitaminas, proteínas e hidratos de carbono? Al fin y al cabo para pensar en educarse el individuo debe estar alimentado. 

Más aún ¿por qué no establecer normas estatales para el vestido y para conducirse en general por la vida? La base fundamental de una persona bien educada es que respete al prójimo, lo cual no tiene lugar si se lesiona el derecho del individuo obligándolo a adquirir cierto tipo de educación que los gobernantes del momento consideran apropiado. 

No es posible contar con un edificio sólido en base a cimientos mal construidos. No parece razonable fortalecer la responsabilidad individual obstaculizando el poder de decisión de cada uno respecto de su vida y de sus asuntos personales. 

Respecto de la segunda postura, ya hemos comentado las desventajas de las instituciones estatales de educación y hemos anunciado que más abajo explicaremos que si la comunidad desea financiar los estudios de ciertas personas, de ahí no se sigue que deban existir instituciones estatales de educación. 

La cuarta posición reúne los vicios de las dos anteriores, mientras que la tercera postura es la que consideramos más atractiva Se suele argüir que "la comunidad" debe financiar compulsivamente estudios de algunos de sus miembros bajo el argumento de que esto "les conviene" a los que financian puesto que el retorno sobre la inversión compensará con creces el sacrificio. A veces esta argumentación se la clasifica también dentro de externalidades (beneficios externos). 

Se sostiene, por ejemplo, que a través de aumentos en los salarios se compensará el sacrificio a que aludimos, ya que los mejor educados provocarán un aumento en la capitalización. El retorno sobre la inversión —sea psíquico o material— es lo que precisamente condujo a la fundación de colegios e instituciones privadas, entre las que deben incluirse importantes obras filantrópicas y de caridad. 

No tiene mucho sentido obligar a X a financiar a Z argumentando que "esto le conviene" al primero, ya que si éste lo considerara conveniente financiaría voluntariamente los estudios de Z. Si no procede en este sentido es porque no encuentra que tales ventajas existan dadas las circunstancias imperantes. 

Aquel modo de razonar abre las puertas a la planificación estatal más generalizada puesto que algún burócrata podría decidir que, por ejemplo, si se unifican todas las fábricas que venden el producto A podrían haber economías de escala lo cual "le conviene a la comunidad". Este razonamiento desconoce las valorizaciones, deseos y gustos de los su- jetos actuantes en el mercado. En resumen, con la intención de obtener estos supuestos beneficios externos, se viola el derecho de cada uno a disponer del fruto de su trabajo. Al respecto, el profesor Ludwig von Mises afirma que "En verdad, hay sólo una solución: el estado, el gobierno, las leyes en modo alguno deben involucrarse en la educación. Los fondos públicos no deben ser utilizados para tales propósitos. La educación de la juventud debe estar totalmente en manos de los padres y de asociaciones e instituciones privadas".

(Ver mañana Parte 2)

Hernán Andrés Kruse /IP

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