INSTRUCCIONES PARA FORMAR UN BUEN CIUDADANO (3)

OPINIÓN

Fundamentos de educación liberal





por Hernán Andrés Kruse

Instituciones Públicas y Privadas: Formar un Buen Ciudadano

Tal vez uno de los argumentos más difundidos para mantener a funcionarios gubernamentales en el campo educativo sea el de que "deben formarse buenos ciudadanos para bien de la Nación", que "la sociedad quiere gente educada de tal manera", "que la comunidad reclama...", "los intereses superiores del Estado mandan a la población...", "el pueblo requiere…", etc. Esta marcada tendencia a la hipóstasis al otorgar vida propia a las construcciones mentales, especialmente las vinculadas a la concepción del estado y su representación de la sociedad, la comunidad, el pueblo, etc., deriva de Hegel quien a su vez ha influido decisivamente en el comunismo, el nacional-socialismo y el fascismo. En un régimen de libertad la individualidad es respetada a través de la inviolabilidad de los derechos de cada uno. Un conjunto de familias reunidas en específicos lugares geográficos se llaman pueblos que en su relación recíproca se dicen naciones. El conjunto de las soberanías individuales y en su relación con otras naciones se dicen estados. Para garantizar en forma práctica la soberanía del estado en el todo y en sus partes se requiere la existencia del gobierno que, por tanto, es el aparato de compulsión y coerción para proteger derechos. La sociedad es otra denominación para la cooperación social libre y voluntaria, por ende, es también pertinente hacer referencia a la sociedad como a "los otros" individuos. Ahora bien, estas construcciones mentales sirven para Representar ideas, lo cual no permite inferir que estos conjuntos reemplacen al individuo o lo releguen a segundo término. Muy por el contrario, debería resultar claro que aquellas construcciones mentales sirven para subrayar su dependencia respecto de la individualidad que deben proteger. Como hemos señalado, esta concepción hegeliana constituye el corpus del fascismo. En la primera frase de la Carta di Lavoro se lee que "la Nación italiana es un organismo con fines, vida y medios de acción superiores a los individuos". Por su parte, dice Mussolini: "Mi espíritu se halla dominado de una verdad religiosa: la verdad de la patria". Siguiendo a Sorel  Mussolini se refiere a la necesidad del mito afirmando que "nuestro mito es la Nación... y a este mito... subordinamos todo lo demás" y "la Nación es un ejército... y los individuos pueden ser considerados los cuadros productivos del gran ejército" mientras que "el gobierno es el Estado Mayor de la Nación". Continúa Mussolini afirmando que "al Estado no se le permite sustraer esfera alguna de la vida individual... toda esfera entra en el Estado y vive en el Estado con todo lo que es y le pertenece". G. Gentile, el ideólogo más destacado del partido después de Mussolini, resumía su pensamiento al decir que "el Estado es el mismo hombre en cuanto se realiza universalmente... el Estado es humanidad plena y perfecta". De igual modo se expresaban Rocco, Sailis y otros intelectuales del fascismo. Este pensamiento respecto de la negación del individuo y la exaltación del aparato estatal, de más está decir, se encuentra presente en el nacionalsocialismo: "El Estado... aspira a crear una comunidad de seres racial y espiritualmente semejantes". El enemigo mortal tanto del comunismo como del nazi-fascismo es el liberalismo puesto que aquellos sistemas propugnan la abolición de la propiedad privada, en el primer caso de jure mientras que en el segundo de facto. Es útil observar que en el manifiesto del partido fascista republicano se propone la abolición del sistema capitalista". Debido a la enorme penetración hegeliana parecería que "la palabra yo ha desaparecido del lenguaje humano y que no hay pronombres singulares; así el hombre se refiere a sí mismo como nosotros y a otro hombre como ellos". En una sociedad libre el punto primero a comprender en materia educativa es que debe respetarse la dignidad del hombre, su individualidad, su humanidad, para lo cual resulta vital que se le reconozca la facultad de desarrollar su energía creadora del modo que considere adecuado a su exclusivo y singular "modo de ser". La construcción mental que se traduce en la palabra gobierno precisamente significa el monopolio de la fuerza para resguardar los derechos individuales que son anteriores a su propia existencia. En una sociedad libre, el gobierno recurre exclusivamente a la fuerza defensiva con el objeto de reprimir violaciones a los derechos de los gobernados. Curioso resulta en verdad que algunos de los partidarios del sistema social de la libertad propongan que los agentes que circunstancialmente detentan el poder político se ocupen de "educar para la libertad" a través de instituciones estatales de enseñanza, claro está recurriendo para ello a la violencia. Hemos dicho al comienzo que constituye un non sequitur afirmar que de la necesidad de aprender tal o cual cosa se desprende el hecho de que deban existir instituciones oficiales de enseñanza. Más aún, creemos haber demostrado que las instituciones oficiales de enseñanza reducen las posibilidades de educación debido al consumo de recursos que dicha política engendra. También hemos mencionado que es requisito indispensable para el verdadero aprendizaje el deseo de conocer y el gusto por la materia estudiada. No resulta posible educar compulsivamente en el verdadero significado del vocablo. Más aún, no parece posible educar para la libertad en base a la compulsión. No menos frecuente resulta el invocar la "solidaridad social" para recurrir a la coacción estatal debilitando así la responsabilidad individual y la autoridad de la familia. En este sentido, considero importante citar al profesor Kingsley Davis, uno de los sociólogos más influyentes en temas educativos y uno de los que con mayor énfasis hacen de la "solidaridad social" su tesis central, siguiendo los pasos de Comte. "La persona, en cuanto puede ser un objeto para sí, es esencialmente una estructura social y surge en la experiencia social". "No es posible trazar una clara línea divisoria entre nuestra propia persona y la de los demás". "...la educación paternal se torna cada vez menos adecuada hasta que finalmente es preciso confiar en la socialización fuera de la familia". "...la sociedad compleja y especializada corre el riesgo de caer en un individualismo incontrolado con la consiguiente pérdida de la cohesión social". "... Frente a la motivación individualista y a la crítica científica, los valores centrales y los fines comunes de la sociedad tienden a desmoronarse". Concluye el profesor Davis que "de todos los países que han realizado experimentos con la política educativa, Rusia ha sido el más severo y, aparentemente, el que más éxito ha tenido". "En el plano económico, la escuela está sincronizada con la vida productiva por medio de la politecnización... los soviets se basan lo menos posible en la familia para la educación. No sólo alivian a la familia del costo de la educación sino que toman al niño a edad muy temprana para la educación preescolar en guarderías y jardines de infantes comunales. Por lo tanto, en el momento de la adolescencia, resulta al niño muy fácil quitarse de encima la autoridad paternal ya desalojada por una autoridad estatal... El sistema soviético sugiere que para convertir la escuela en parte integral de la estructura política y económica, y para conceder a la juventud un papel productor, es necesaria la planificación central de toda la economía. Que un estado democrático pueda lograr o no tal planificación, constituye un profundo interrogante. Pero, en apariencia, tiene que lograrlo o dejar de existir". Ortega y Gasset nos muestra con gran precisión la importancia del individualismo: "El terrible impersonal aparece ahora formando parte de nosotros mismos... en la medida en que no pensemos en virtud de evidencia propia, sino porque oímos decir, porque "se" piensa y "se" opina, nuestra vida no es nuestra; dejamos de ser el personaje determinadísimo que es cada cual; vivimos a cuenta de la gente, de la sociedad; es decir, estamos socializados... Hay dos formas de vida humana: una la auténtica, que es la vida individual, la que le pasa a alguien y a alguien determinado, a un sujeto consciente y responsable; otra, la vida de la gente, de la sociedad, la vida colectiva que no le pasa a nadie determinado, de que nadie es responsable". Y así concluye esta idea Ortega: "Desde hace ciento cincuenta años se han cometido no pocas ligerezas en torno a esta cuestión; se juega frívolamente, confusamente, con las ideas de lo colectivo, lo social, el espíritu nacional, la clase, la raza, la cultura (Spengler). Pero en el juego, las cañas se han ido volviendo lanzas. Tal vez, la mayor porción de las angustias que hoy pasa la humanidad provienen de él". Para finalizar este apartado me parece interesante citar el caso de conversión del socialismo al liberalismo de Michael Novak. El siguiente párrafo de su última obra me parece ilustra muy bien lo que les sucede a no pocos estatistas modernos: "...había una capa levemente hegeliana en mi imaginación, con la cual yo trataba de pensar en la humanidad como un Cuerpo Místico, un algo unido orgánicamente tal como está unido el cuerpo humano. Los escritores que enfatizaban el corporativismo, la solidaridad o incluso formas no ateas de socialismo, captaban entonces mi imaginación...”.

Instituciones Públicas y Privadas: la Libertad Académica

"Históricamente, en su origen, la libertad académica significaba que los científicos pudieran investigar, inquirir y enseñar sin traba alguna por parte de dogmas religiosos". En la práctica, contemporáneamente, en general, se entiende que la libertad académica significa la posibilidad de enseñar cualquier cosa. Claro que si algún profesor enseña temas de un modo que no parece conveniente a los que lo contratan se le dirá que hay "libertad académica" pero que la ejerza en otra parte y con sus propios recursos. Existe un estrecho paralelismo entre la libertad académica y la libertad política. Tal vez la forma más civilizada para la transferencia del poder de unas manos a otras sea el sistema democrático de gobierno. Ahora bien, en este sistema, el acto electoral constituye su aspecto mecánico y accesorio. Su aspecto esencial consiste en la obligación de los gobernantes de proteger los derechos de los gobernados. En otras palabras, desde Pericles y Aristóteles, el aspecto esencial de la democracia es la libertad, lo cual ha sido confirmado por eminentes juristas, constitucionalistas y filósofos. Contemporáneamente, sin embargo, debido a la prédica de la pseudo-democracia de los jacobinos originada en Rousseau y el racionalismo iluminista, tácitamente se admite que democracia y mayoría son sinónimos. Bajo esta idea los valores, el honor y los bienes quedan a merced de la mayoría o la primera minoría, abriendo la posibilidad de que, a través de actos electorales, lleguen al poder, por ejemplo, los nazis en Alemania, los comunistas en Chile, etc. Como bien señala J. A. González Calderón, debido a que la soberanía del número y la soberanía o el derecho de los individuos que componen el pueblo resultan conceptos mutuamente excluyentes, en la pseudo-democracia queda aniquilado el Estado de Derecho. A este problema se refiere F. A. Hayek al afirmar: "Debo sin reservas admitir que si por democracia se entiende dar vía libre a la ilimitada voluntad de la mayoría, en modo alguno estoy dispuesto a declararme demócrata". Si un genuino régimen democrático implica el reconocimiento de los derechos individuales anteriores a la existencia del gobierno. Si un genuino régimen democrático implica la limitación del poder político como fuerza defensiva para preservar aquellos derechos. Si un genuino régimen democrático implica un modo de vida basado en el respeto y la tolerancia recíproca, si son correctos estos supuestos, de allí se desprende la necesidad de que el régimen deba contar con las debidas defensas o "límites del disenso" al decir de R. Moss. En otros términos, resulta indispensable que se respeten las reglas del juego para que el "juego" perdure, lo cual, en nuestro caso, significa que las facciones que en la letra o en el espíritu de sus programas propongan la demolición de la sociedad libre, no pueden correr una carrera electoral (por lo menos en nombre de la democracia). No cabe duda que, en última instancia, si no se comprenden las ventajas de la sociedad libre ésta no sobrevivirá. De lo que se trata, al intentar la preservación de las reglas del juego o, más precisamente las instituciones republicanas, no es de establecer un sistema perfecto sino de minimizar errores gruesos. En este sentido, es sabido que si todos son ladrones en una comunidad la propiedad no estará a salvo, pero de allí no se desprende que deba eliminarse el robo como delito del Código Penal o que no deba castigarse al ladrón. Es importante visualizar que la pregunta pertinente no es quién decide acerca del delito y su castigo correspondiente sino qué decide. La respuesta para esta interrogante es que determinará la decisión los resultados emanados de estudios científicos sobre la materia. La investigación supone que la verdad existe, el relativismo o el escepticismo no permiten negar o afirmar nada y, por ende, no habría tal cosa como la necesidad de establecer un sistema social que sea respetuoso y tolerante. En palabras del profesor S. Hook: "Una cosa es mostrarse tolerante con las diversas maneras de jugar el juego... y otra, muy diferente, ser tolerante con los que hacen trampas... Un liberal debería ser tolerante con la expresión de cualquier idea al amparo de las libertades fundamentales… sin embargo, no puede demostrarse igualmente tolerante con los que intentan destruir las libertades fundamentales". Más adelante continúa Hook: "Mi interés en este problema en particular se despertó hace muchos años, como resultado de las experiencias con las actividades de liberales ritualistas en el régimen alemán de Weimar. Se argüía que mientras los nazis no violaran abiertamente la ley, sería actuar tan intolerantemente como ellos al dedicarse a limpiar los nidos de nazis infiltrados en las escuelas, el gobierno y las fuerzas militares. Hitler había reclamado que tenía la intención de llegar al poder legalmente. El Partido Nacional Socialista era un partido político legal como cualquier otro, era preciso esperar a que la mano que blande el cuchillo hiera para adoptar medidas preventivas; las palabras no tenían gran valor y la responsabilidad del poder amansaría a Hitler, si su minúsculo grupo llegaba otra vez al poder... Las causas de la caída del régimen Weimar fueron muchas: una de ellas, indudablemente, fue la existencia del liberalismo ritualista, que creía que la democracia genuina exigía la tolerancia con el intolerante". Escribe K. Lewinr, que "ha sido una de las tragedias de la República Alemana que las personas de tendencia democrática en el poder, inmediatamente después de la Primera Guerra Mundial, no supieran que la intolerancia contra los intolerantes es tan esencial para el mantenimiento, y particularmente para el establecimiento de una democracia, como la tolerancia con los tolerantes". Por su parte L. W. Levi y J. P. Roche señalan que "la sociedad abierta, aquella en la cual no existen límites, es una quimera lógica que sería vacilante en caso de ser posible concebirla. Lo que distingue a una comunidad democrática de su contraparte autoritaria o totalitaria... son los criterios y las técnicas mediante las cuales se establecen los límites de la conducta aceptable. Es obvio que una sociedad democrática tiene vital interés en mantener aquellos valores que por sí solos pueden hacer alcanzar la libertad; esto no es, con palabras de Jackson, fallecido miembro de la Corte, un pacto suicida... Los dirigentes de una sociedad libre no tienen la obligación de dar la bienvenida a sus verdugos". Ahora bien, en un plano distinto de igual naturaleza, se nos presenta la necesidad de preservar la libertad académica para lo cual no debe permitirse la apología de aquellas ideas que, llevadas a la práctica, constituyan delito. Nuevamente aquí debe examinarse si existe "peligro manifiesto y presente" —según la célebre expresión del juez Holmes— para ver si, en definitiva, el caso configura o no apología del crimen" del mismo modo que la más severa protección a la libertad de expresión no protegería a aquel que viniera a dar en falso la voz ¡fuego! en un teatro". De más está decir que esto, en modo alguno implica que no deban enseñarse las teorías contrarias a la sociedad libre, pero de allí no se desprende que la tarea deba realizarse a través de personas que suscriban sus principios, es decir, que comparten la idea de abolir la libertad académica. La Universidad de Harvard —a pesar de la influencia recibida de la Sociedad Fabiana en alguna de sus facultades— publicó oficialmente el 20 de mayo de 1953 respecto del Partido Comunista: "Consideramos que la afiliación actual de un miembro de la facultad al Partido Comunista, con su habitual concomitante de la dominación secreta ejercida por el Partido, va más allá de sus creencias y asociaciones políticas. Afecta la esencia misma de su capacidad para cumplir sus deberes con independencia de pensamiento y de juicio. Por la misma razón, está más allá del alcance de la libertad académica. No concurriendo circunstancias extraordinarias, consideraríamos la actual afiliación de un miembro de nuestra facultad al Partido Comunista como una grave falta de conducta, que justifica la destitución". Hayek nos dice en forma más general que "las experiencias recientes parecen sugerir que al hacer una designación de profesores deberá establecerse una cláusula reservándose el derecho a destituir al nombrado si, con pleno conocimiento de causa, se une o colabora en cualquier movimiento contrario a los principios en que tal privilegio descansa. La tolerancia no presupone que la intolerancia haya de ser amparada. Este es el motivo que, en mi opinión, aconsejo el no conceder a un comunista un cargo en propiedad" .

Instituciones Públicas y Privadas: Política de Transición

Como en el resto de las áreas, en el caso de la educación un programa de gobierno debería incluir políticas de transición a los efectos de recorrer con la mayor fluidez posible el camino desde la situación actual apuntando en dirección a los objetivos finales. En este sentido, es necesario formular dos reflexiones previas. La primera desde luego implica la decisión política de introducir modificaciones en el área educativa. Para adoptar aquella decisión política resulta indispensable tener sentido de la prioridad respecto de los distintos problemas que deben encararse según sea su peso relativo. Pensamos que, a pesar de la gran importancia que reviste el área educativa, resulta indispensable que la opinión pública previamente acepte la introducción de otras medidas en otros campos. Sin esa previa comprensión y ejecución resultaría del todo impolítico el intento de incursionar en la educación. La segunda reflexión tampoco se circunscribe a las posibilidades de operar en el área educativa sino que también se refiere a la ejecución política en cualquier campo. En este sentido, resulta de gran importancia comprender la conexión entre el nivel académico latu sensu y el nivel político. El nivel académico o intelectual en sentido amplio está formado en primer término por universidades y centros de estudios que abarcan tanto el pregrado como el posgrado, pero también este nivel es el resultado de las más diversas actividades culturales incluyendo las meramente periodísticas a través de medios de comunicación social. Cuanto menos específica y más amplia sea la audiencia mayor será la dispersión y más desperdicio habrá de la comprensión respecto de los fundamentos de las ideas clave y viceversa. Este nivel académico es el que directamente, o de una manera indirecta a través del efecto multiplicador que producen los primeros en recibir la idea, forma la llamada opinión pública. La opinión pública, a su turno, determina el plafón intelectual o, dicho de otro modo, determina el radio de acción que puede explotarse políticamente. Este plafón, margen o franja donde resulta posible la actividad política puede imaginarse entre un punto máximo y un punto mínimo donde resulta factible formular propuestas de mayor o menor libertad, es decir, en el contexto de nuestro análisis, propuestas más o menos compatibles con el liberalismo. Así, los partidos más liberales, capitalizarán el apoyo de la opinión pública situando su actividad cerca del límite de máxima y los menos liberales (o no liberales) se ubicarán cerca del límite de mínima y así se irá situando el resto del espectro político. Si los más liberales pretenden presentar programas políticos de una ortodoxia mayor de lo que el límite de máxima permite, comenzarán a perder apoyo, lo cual también es aplicable para los menos liberales en el límite inferior respecto de programas "más izquierdistas". De este modo visualizamos la estrecha conexión entre ambos niveles: el académico y el político. Como se ha dicho "por más original que se crea el político está repitiendo lo que alguna vez dijo algún profesor". Ahora bien, esta conexión estrecha en modo alguno permite confundir planos. Se destruye el nivel académico si allí se pretende hacer política. En este plano es indispensable apuntar al óptimo y desarrollar la verdad hasta sus últimas consecuencias posibles. En verdad, constituye una afrenta al estudiante inteligente que se trate de disfrazar una idea en la academia. Pero también aquí —como estamos hablando de nivel académico en sentido amplio— entran el tema de las prioridades y el lenguaje con que se transmite la idea. En un centro académico propiamente dicho el tema de las prioridades pesa poco puesto que, en principio, se desarrolla toda la materia (lo cual siempre quiere decir que se explicarán los puntos más importantes) pero a medida que aumenta la audiencia y se recurre a otros canales, la prioridad en el tratamiento de temas se hace más evidente y también la necesidad de recurrir al lenguaje más llano. Del mismo modo, si se actúa como académico en política se resquebraja íntegramente aquel campo. Esto no significa que un político no pueda actuar en la academia o un académico en la política, significa que las actitudes inexorablemente serán sustancialmente diferentes. Por ello es que, en este sentido, es realista la definición de que "la política es el arte de lo posible" (más precisamente, el arte de gobernar dentro de lo posible) y deberíamos agregar que el margen de lo posible está predeterminado por el nivel académico en el sentido antes descripto. Dicha franja donde es posible actuar políticamente tendrá cierta altura y cierto ancho lo cual establecerá también la magnitud del espectro político (sentido vertical) y los matices entre cada partido dentro de la misma postura básica (sentido horizontal). Hemos dicho que la educación no se desprende del hecho de que existan instituciones estatales de enseñanza (más bien se presume lo contrario). Como queda apuntado, para que reciban educación formal en instituciones de enseñanza todos los que deseen hacerlo, no resulta necesario que existan instituciones estatales de enseñanza. Como política de transición deberían tomarse tres medidas de fondo. Primero, la privatización de todas las instituciones públicas de enseñanza a todos los niveles con la condición —para no afectar derechos adquiridos— que los compradores reciban en sus aulas por lo menos a aquellos que estaban estudiando en esa casa y desean continuar allí sus estudios. Segundo y simultáneamente, el gobierno (léase los contribuyentes) ofrecerá becas (sin cargo) y créditos educativos (a tasas y/o plazos más atractivos que los de mercado) para aquellos que: a) voluntariamente lo soliciten, b) no cuenten al momento con ingresos suficientes y c) que tengan las aptitudes como para estudiar lo que solicitan (esta última condición se verificará a través de los requisitos de ingreso que establezcan las instituciones privadas). Pueden incluso presentarse casos en ciertas áreas en donde todos los alumnos estén becados o bajo el régimen de créditos educativos, lo cual constituirá la demanda para la instalación de la institución. La beca o el crédito educativo estatal se aplicará a la institución privada que desee el solicitante. La tercera medida sería que el Ministerio de Educación circunscriba sus tareas a lo que hemos enunciado en este último punto y a lo que hemos sugerido en el apartado referente a la libertad académica. Esto significa eliminar todas las disposiciones y reglamentaciones en cuanto a tipos de programas, bibliografía, etc., abriendo la posibilidad de que se establezcan nuevos tipos de enseñanza con diversos curriculae en todos los niveles. Un segundo paso dentro de esta tercera medida sería eliminar también del área del Ministerio de Educación el reconocimiento de títulos, tarea que quedaría en manos de academias, asociaciones científicas y consejos profesionales. La eliminación de instituciones educativas gubernamentales reduce el costo de esta "empresa estatal"  lo que permite liberar recursos para que se reasignen por el sector privado o, incluso, para que el gobierno mejore sus servicios en el área educativa circunscripta a las mencionadas tareas. Dichas funciones gubernamentales irán desapareciendo en la medida en que las instituciones privadas otorguen becas y las fundaciones y entidades filantrópicas puedan reforzar su actividad debido al fortalecimiento de la economía a través de otras medidas anteriores adoptadas en otras áreas para sacar lo antes posible la educación de la órbita política, entre otras cosas, teniendo en miras la sentencia del profesor A. Alchian en el sentido de que "Pensar que los individuos aptos para el estudio deben contar con enseñanza "sin cargo", es pensar que los individuos más inteligentes deben recibir riqueza a expensas de los menos inteligentes".

Hernán Andrés Krause /IP


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