ERA RUBIA Y SUS OJOS CELESTES


Héctor Pedro Blomberg dice en los versos de la canción, que "era rubia y sus ojos celestes". ¿Pero ella fue un personaje real o simplemente una ficción o una leyenda? 

Héctor Pedro Blomberg nació en la ciudad de Buenos Aires, en la casa de la calle Santiago del Estero 236, el 18 de marzo de 1889, según surge de la partida de nacimiento número 352 del 22 de marzo del citado año, registrada por el Segundo Jefe de la Primera Sección del Registro Civil, don Gaspar Cúneo y Antola, que tengo a la vista. (Erróneamente muchos de sus biógrafos ubican el nacimiento en 1890).


Su padre fue el ingeniero argentino don Pedro Blomberg; su madre, la dama paraguaya doña Ercilia López, notable escritora y traductora, hija de Venancio López, nieta del presidente Carlos Antonio López y, por lo tanto, sobrina del mariscal Francisco Solano López. Seguramente, doña Ercilia influyó de manera decisiva en las vocaciones de su hijo.

Blomberg dijo que Los versos de La pulpera de Santa Lucía –aparecidos originariamente en la serie de poemas “Las guitarras rojas” de su libro “Pastor de Estrellas,” están inspirados en una historia real: “existía en el barrio, en una de las grandes quintas solariegas, una capilla o mejor dicho, un oratorio consagrado a Santa Lucia. Medio siglo más tarde iba a levantarse el templo actual y la parroquia a erigirse con el nombre que hoy lleva. Pero como Dionisia Valderrama frecuentaba la capilla de la quinta en los días santos, consideré apropiado llamarla en su evocación "La pulpera de Santa Lucía". Se llamaba la Rubia del Saladero o Dionisia Miranda o Ramona Bustos o Dionisia Valderrama..”.

En su novela la llama Dionisia Miranda y la describe así: “Dionisia era rubia, de ojos celestes. Su padre, el sargento Juan de Dios Miranda, murió en las guerras de Oribe, y ella quedó con la madre al frente de la pulpería de la calle Larga de Barracas, cerca de la quinta de Amalia”

El 5 de abril de 1929, se cantó por primera vez "La pulpera de Santa Lucía", el célebre vals en cuya letra se entretejen la historia y la leyenda de de Buenos. Los versos de Héctor Pedro Blomberg, acompañados por la música de Enrique Maciel, se escucharon por primera vez a través del micrófono de Radio Prieto, cantada por Ignacio Corsini. La canción, que evoca una historia de amor en tiempos de las luchas entre unitarios y federales, fue un éxito inmediato. Los primeros versos presentaban al personaje de la historia: la famosa pulpera que «Era rubia y sus ojos celestes / reflejaban la gloria del día / y cantaba como una calandria / la pulpera de Santa Lucía».

¿Existió realmente esa mujer que terminó huyendo con un payador unitario?. En una entrevista publicada en 1940, Blomberg contó que se había inspirado en un relato de Camila, su nodriza negra. La mujer recordaba muchos sucesos de la época de Rosas y según su relato, hacia 1840 existía en el sur de la ciudad de Buenos Aires, un saladero en Barracas y numerosas pulperías. Allí paraban soldados y reseros, trabajadores del saladero y miembros de la temida "Mazorca". En una de esas pulperías, propiedad de la "Parda Flora", trabajaba una muchacha rubia muy bonita, de la que estaban enamorados todos los clientes del lugar. Se cree que la joven era hija de un unitario que había en huído al Uruguay, escapando de Rosas y como en una quinta de la zona, se levantaba una capilla consagrada a Santa Lucía, Blomberg supuso que la mujer asistía a ese templo, y la llamó "la pulpera de Santa Lucía". La leyenda afirma que la joven conoció a un payador llamado Miranda, partidario de los unitarios, y que huyó con él hacia un destino desconocido. En 1928, Blomberg le mostró su poema a Maciel, que le pidió permiso para ponerle música y así nació el inolvidable vals "La pulpera de Santa Lucía".

«La pulpera de Santa Lucía», escrita por el poeta Héctor Pedro Blomberg con música de Enrique Maciel y estrenada por Ignacio Corsini en Radio Prieto en 1928, refleja una época sangrienta de nuestra historia: finales de 1840. Y aunque no podemos saber a ciencia cierta si existió o no la famosa pulpera, ni si se llamaba Dionisia Miranda o Valderrama, o Ramona Bustos, sin duda los autores se inspiraron en estampas auténticas de nuestra patria, al punto de que el dúo Blomberg-Maciel fue precursor de la «canción histórica», y sus obras tan populares, que algunos versos pasaron al habla cotidiana”.

En el sitio Wikipedia encontramos que: Por la época donde se ubica la canción, la Iglesia católica utilizaba la parroquia como división territorial y esa mismo división era usada, al igual que en otras partes, como división a los fines civiles.

La parroquia de Santa Lucía es una iglesia católica cuyo nombre completo es Parroquia y Santuario Santa Lucía y está en el barrio de Barracas de la ciudad de Buenos Aires, a metros del actual cruce de las avenidas Montes de Oca (llamada inicialmente Santa Lucía y luego calle Larga) y la avenida Martín García. En 1783 se levantó en el lugar un oratorio dedicado a venerar a Santa Lucía de Siracusa, patrona de la vista, según la tradición católica. Cien años más tarde, la Iglesia argentina compró el terreno y construyó el edificio actual, que se inauguró en 1887.

Desde la época de Juan Manuel de Rosas hasta fines del siglo XIX el barrio de Barracas al Norte (separado de Barracas al Sud por el Riachuelo) era el lugar de residencia de las familias más acaudaladas de la ciudad. El Palacio Díaz Vélez, que fuera propiedad del estanciero Eustoquio Díaz Vélez (hijo), ubicado en la antigua Calle Larga de Barracas actualmente llamada Avenida Montes de Oca N° 110, es el más importante ejemplo de estas mansiones y sus importantes parques, aún en pie. Los Balcarce, Montes de Oca y Álzaga también fueron vecinos de la aristocracia barrial. Durante esta época la zona cobró mucha importancia y en el barrio se realizaron para 1833 corridas de toros en homenaje al gobernador Rosas.

Entre las décadas de 1820 y 1840, en sus cercanías había una pulpería donde concurrían carreros, cuarteadores, copleros y otros habitantes de aquella zona que por entonces se encontraba a mitad de camino entre la pampa y la ciudad.

La difusión de los versos del poeta Héctor Pedro Blomberg incentivó las versiones acerca de una mujer real como inspiradora de los versos.

Hay una leyenda sobre una joven que atendía el local; la más difundida de las distintas versiones que circulan habla de una joven llamada Dionisia Miranda, hija del dueño de la pulpería, a quien algunos conocían como “la rubia de la zona del saladero”, que junto con su madre quedó a cargo del negocio cuando su padre murió en una de las luchas políticas de la época.

Otras versiones hablan de una mujer de nombre Dionisia Valderrama o Flora Valderrama, también rubia y de ojos celestes que, por su devoción por Santa Lucía frecuentaba la parroquia dada, y una más dice que el nombre del personaje en cuestión era Ramona Bustos.

El periodista León Bouché, en su libro Pulperías, mojón civilizador da una extensa versión basada en tradiciones orales que difiere de las anteriores. Afirma que Flora Balderrama servía en la casa de Bustos, un unitario exsecretario de Rivadavia que cuando debió huir a Montevideo le dejó el dinero suficiente para que Flora pudiera en 1836 instalar la pulpería. La ayudaba Ramona Bustos, la hija del expatrón, la “rubia del saladero”, que despertó el amor un tal Miranda, un unitario, mozo poeta y guitarrero, asiduo visitante de la pulpería, una noche de abril de 1840 huyeron juntos rumbo a la Banda Oriental.

Según la letra, la pulpera se fue con “un payador de (Juan) Lavalle”, esto es uno de los jefes unitarios opositores al gobierno de Rosas, “cuando el año 40 moría”, o sea en pleno desarrollo de la campaña de la Coalición del Norte (liderada por Lavalle) contra los federales de Juan Manuel de Rosas y Manuel Oribe. El dolor de los parroquianos por esa partida es el sonido de llanto de “las guitarras de Santa Lucía” donde “el payador mazorquero” (rosista) iba a dejar “la doliente y postrera serenata que llevábase el viento del río” cercano.

Cabe aclarar que “los trompas de Rosas” eran aquellos soldados que con sus clarines transmitían órdenes en medio de los combates.

La cuestión es que te fuiste, con un payador de Lavalle, oh pulpera que no fuiste mia...

Era rubia y sus ojos celestes
reflejaban la gloria del día
y cantaba como una calandria
la pulpera de Santa Lucía.

Era flor de la vieja parroquia.
¿Quién fue el gaucho que no la quería?
Los soldados de cuatro cuarteles
suspiraban en la pulpería.

Le cantó el payador mazorquero
con un dulce gemir de vihuelas
en la reja que olía a jazmines,
en el patio que olía a diamelas.

"Con el alma te quiero, pulpera,
y algún día tendrás que ser mía,
mientras llenan las noches del barrio
las guitarras de Santa Lucía".

La llevó un payador de Lavalle
cuando el año cuarenta moría;
ya no alumbran sus ojos celestes
la parroquia de Santa Lucía.

No volvieron los trompas de Rosas
a cantarle vidalas y cielos.
En la reja de la pulpería
los jazmines lloraban de celos.

Y volvió el payador mazorquero
a cantar en el patio vacío
la doliente y postrer serenata
que llevábase el viento del río:

¿Dónde estás con tus ojos celestes,
oh pulpera que no fuiste mía?"
¡Cómo lloran por ti las guitarras,
las guitarras de Santa Lucía!


(Blomberg - Maciel)

Quiénes & Porqué / Ricardo Ostuni / Gloria Casaña / Wikipedia

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