HEDIONDOS CRÍMENES DE GUERRA





En la batalla de Acosta Ñu, 3.500 niños paraguayos enfrentaron a 20.000 hombres del ejército aliado, lo que se tiene como un acto de heroísmo sin igual. Por la masacre producida, se conmemora ese día como el “Día del niño en Paraguay”.

Luego de la derrota sufrida por sus tropas en el combate de Piribebuy, Solano López sintiendo amenazada su retaguardia por las fuerzas que avanzaban por Altos y Piribebuy al mando de los generales Emilio Mitre y José Antonio da Silva Guimaraes, resolvió retirarse dividiendo sus tropas en dos divisiones, una de vanguardia, que confió al general Resquín, y otra de retaguardia, a las órdenes del general Bernardino Caballero.

A las cinco de la tarde del 13 de Agosto se puso en marcha, con rumbo a Caraguatay, donde llegó a las ocho de la noche del día siguiente. De paso, mandó fortificar la entrada de la picada que conduce a dicho pueblo, dejando allí 1.200 hombres, con algunos cañones, a las órdenes del coronel Pedro Hermosa.

El movimiento de la columna paraguaya de retaguardia era, y tenía que ser, muy lento porque seguía el compás de la larga fila de carretas en que iban los bagajes de su ejército. La extrema flacura de los animales de tiro hacía que aquéllas apenas anduvieran. Y así pronto Caballero se vio separado de los suyos, solo, en medio del enemigo, librado a su propia suerte. Era como el escudo del ejército en retirada, contra el cual se estrellaría todo el poder de la alianza.

Recién el 15 de Agosto entró el Conde D’Eu en Caacupé, donde se enteró de la retirada total de las fuerzas paraguayas. Esta noticia lo dejó anonadado y sumido en el desaliento. Ante la noticia de que una fuerte columna paraguaya se retiraba lentamente por una picada que conduce a la llanura de Barrero Grande, el Conde D’Eu ordenó al Mariscal Victoriano Carneiro Monteiro que marchara rápidamente hacia el pueblo de Barrero Grande, para cortarles la retirada, mientras él caía sobre la retaguardia de los paraguayos.

El mariscal Monteiro se alejó a las dos de la tarde del 15 de Agosto, llegando a su destino a las diez de la noche. Desde allí desprendió una división de caballería, a las órdenes del general Cámara, con rumbo a Caraguatay, que fue detenida por el coronel Hermosa.

A las seis de la mañana del día siguiente se movió el primer cuerpo del ejército brasileño, comandado por el general José Luis Mena Barreto, que acababa de reemplazar al general Osorio. Dos horas después, el general Vasco Alves Pereyra, que mandaba la vanguardia del ejército imperial, cambiaba los primeros tiros con la retaguardia de Caballero. A lo lejos se escuchaba la artillería paraguaya, que rechazaba en ese momento las cargas del general Cámara en la boca de la picada de Caraguatay.

El Conde D’Eu precipitó la marcha de sus tropas y salió con todas ellas en Acosta-Ñu, sitio donde iba a librarse la batalla. Los paraguayos disponían de unos 3.500 hombres y algunos pocos cañones, y sólo contaba con un batallón de veteranos, el 6º de infantería. El resto eran niños y ancianos. Los niños fueron disfrazados con barbas postizas para que el enemigo los tome por adultos y les presente combate. Su caballería era escasa y en mal estado

El general Caballero extendió su línea de batalla destacando en su vanguardia al coronel Moreno, con dos cañones, y al comandante Franco a la cabeza de su batallón. Dando frente a su enemigo, continuó el retroceso: su única posibilidad era llegar a los bosques de Caraguatay.

Moreno y Franco hubieron de soportar en seguida la presión de nueve batallones y el fuego de numerosas piezas de artillería. Hostilizados en los dos flancos por regimientos de caballería, lucharon con extraordinario heroísmo.

El mismo Conde D’Eu reconoce en su Diario de Campaña “la gran desventaja” con que peleaban los paraguayos, por la manifiesta inferioridad de sus armas. “Nuestros fusiles a lo Minié –dice-llevaban la muerte hasta a sus reservas, al paso que a nuestros soldados más avanzados poco perjuicio sufrían”.

El general Caballero impidió con habilidad que sus fuerzas fueran rodeadas y consiguió llegar a la orilla opuesta del arroyo, donde emplazó la artillería. El Conde D’Eu colocó sus cañones frente al paso y abrió un nutrido fuego contra la posición paraguaya, y ordenó una carga a fondo sobre el puente, que fue repelida.

La batalla llegaba a su momento culminante. Era ya mediodía, y desde el amanecer la lucha no tenía tregua ni descanso. Se produjo una nueva carga y nuevamente fue repelida por Caballero. El cauce del arroyo quedó colmado de cadáveres. Optó entonces el ejército imperial buscar un vado, para evitar fracasar en otro ataque frontal.

Caballero volvió a hacerse fuerte sobre el puente de Piribebuy, conteniendo con todo éxito el avance de sus persecutores. La tarde inclinaba. De pronto los paraguayos se vieron acometidos por la retaguardia, era el segundo cuerpo del ejército brasileño que llegaba. Se trataba de una fuerte columna de infantería, con ocho bocas de fuego, a las órdenes del general Resín, que obligó a dividir las escasas fuerzas de Caballero y a atender dos acometidas simultáneas. Los veteranos de Franco (muerto en el combate) habían desaparecido, y con ellos el nervio principal de la resistencia paraguaya. No le quedaban sino niños y jinetes mal montados.

Dice Juan José Chiavenatto: “Los niños de seis a ocho años, en el fragor de la batalla, despavoridos, se agarraban a las piernas de los soldados brasileros, llorando que no los matasen. Y eran degollados en el acto. Escondidas en al selva próxima, las madres observaban el desarrollo de la lucha. No pocas agarraron lanzas y llegaban a comandar un grupo de niños en la resistencia, las madres de los niños paraguayos salían de la selva para rescatar los cadáveres de sus hijos y socorrer los pocos sobrevivientes". 

El Conde D´Eu, —un sádico en el comando de la guerra,mandó incendiar la maleza, matando quemados a los niños y sus madres.” Su orden era matar “hasta el feto del vientre de la mujer”—. las madres de los niños paraguayos salían de la selva para rescatar los cadáveres de sus hijos y socorrer los pocos sobrevivientes, el Conde D´Eu mandó incendiar la maleza, matando quemados a los niños y sus madres.” Su orden era matar “hasta el feto del vientre de la mujer”.

“Mandó a hacer cerco del hospital de Peribebuy, manteniendo en su interior los enfermos – en su mayoría jóvenes y niños – y lo incendió. El hospital en llamas quedó cercado por las tropas brasilera que, cumpliendo las órdenes de ese loco príncipe, empujaban a punta de bayoneta adentro de las llamas los enfermos que milagrosamente intentaban salir del la fogata. No se conoce en la historia de América del Sur por lo menos, ningún crimen de guerra más hediondo que ese.” 

Perfil del asesino

Nos dice el sitio Wikipedia que Luis Felipe María Fernando Gastón de Orleans, conde d´Eu (Neuilly-sur-Seine, 28 de abril de 1842-océano Atlántico, 28 de agosto de 1922), fue el mayor de los hijos de Luis de Orleans, duque de Nemours, y de Victoria de Sajonia-Coburgo-Kohary. Nieto del rey Luis Felipe, en su niñez fue exiliado junto con la Familia Orleáns en Inglaterra luego de la proclamación de la Segunda República Francesa en 1848. Bajo la protección de su tío Antonio de Orléans, duque de Montpensier e Infante de España, ingresó a la Academia Militar de Segovia en España, donde adquirió conocimientos militares.

Contrajo matrimonio en Río de Janeiro el 15 de octubre de 1864 con Isabel de Braganza, princesa imperial de Brasil (1846-1921), hija del emperador Pedro II de Brasil. Este matrimonio dinástico fue arreglado por la Casa Imperial del Brasil y revestía una inusitada importancia política ya que la única Heredera del Trono, la princesa Isabel, requeriría en su futuro desempeño político del consejo de su esposo. 

El conde d'Eu renunció a la ciudadanía francesa y adoptó la ciudadanía brasileña, convirtiéndose en un personaje relevante dentro de la Familia Imperial brasileña después del Emperador Pedro II.

El matrimonio entre Gastón de Orléans y la princesa imperial Isabel, tuvo cuatro hijos.

Uno de los aspectos más controvertidos de la biografía de Gastón de Orleáns es su papel como Comandante de las tropas brasileñas en la Guerra de la Triple Alianza. Según la historiografía paraguaya, luego de casi 5 años de guerra sostenida por los aliados invasores al Paraguay, el emperador Pedro II, presionado interna y externamente por la mala política y el curso insostenible de la guerra, el 20 de febrero de 1869, nombró comandante del ejército brasileño en operaciones a su yerno, el príncipe de Orleans, en reemplazo del Marqués de Caxías. Esta decisión obedecía al dificultoso desarrollo de la Guerra del Paraguay (1864-1870) que amenazaba la estabilidad de la Corona de los Braganza.

El 16 de abril del mismo año, el conde d'Eu asumió la comandancia general naval y militar con órdenes de proseguir la guerra hasta su conclusión con la persecución y muerte del mariscal y presidente Francisco Solano López, ocurrida el 1 de marzo de 1870 en Cerro Corá.

El 11 de agosto de 1869, cercó la ciudad de Piribebuy, intimando rendición al comandante de la plaza, Teniente General Pedro Pablo Caballero, a lo que éste se negó rotundamente. El conde d'Eu colocó entonces numerosa artillería al mando del general Juan Manuel Mena Barreto, quedando la ciudad totalmente sitiada. Al día siguiente, el 12 de agosto de 1869, inició un recio bombardeo, lanzándose luego los aliados al asalto de la plaza de Piribebuy con 20 000 soldados contra 1600 paraguayos, en su mayoría niños, adolescentes, mujeres y ancianos. La batalla fue muy encarnizada, muriendo en contienda el general Mena Barreto, amante del conde d'Eu. En represalia, el conde d'Eu ordenó el degüello del Comandante de Piribebuy y de su tropa, luego de un bárbaro martirio. 

Decía el historiador paraguayo Efraín Cardozo:

"Pero nada fue el degüello de los vencidos. Todavía quedaba por realizarse un horror sin precedentes en los anales de la humanidad".

Se refería al incendio del hospital de sangre de Piribebuy:

"Pues bien, concluida la matanza, el conde d'Eu lo mandó incendiar, después de cerrar las puertas y ventanas, dejando que pereciesen centenares de desgraciados. Fue unos de los horrores más recordados en la historia del Paraguay". 

Escribe el historiador brasileño Julio José Chiavenatto:

"El Conde D´Eu, un sádico en el comando de la guerra, no se conoce en la historia de América del Sur por lo menos, ningún crimen de guerra más hediondo que ese, Incendiar un hospital y matar los enfermos. ¡Quemar viejos y criaturas!"

"Junto con la pavorosa matanza de niños en la batalla de Acosta Ñu, acaecida el 16 de agosto de 1869, una de las páginas más negras de la historia sudamericana donde murieron 3.500 niños menores de 14 años de edad".

Fuente: Julio José Chiavenatto. "A guerra do Paraguai" / Carlos Schauman Editor / Wikipedia

Quiénes & Porqué / Cultura

Comentarios