¡HAGAN ALGO!

Por Walter Ricardo Quinteros
La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó una resolución en la que se proclamó el año 2019 Año Internacional de las Lenguas Indígenas, sobre la base de una recomendación hecha por el Foro Permanente para las Cuestiones Indígenas. En ese momento, el Foro indicó que el 40% de las 6 700 lenguas que se calcula que se hablan en el mundo estaban en peligro de desaparición. El hecho de que la mayoría de ellas son lenguas indígenas pone en riesgo las culturas y sistemas de conocimiento a los que pertenecen.
Además, los pueblos indígenas suelen estar aislados en los países
Sin embargo, no solo son líderes en la protección del medio ambiente, sino que, además, sus idiomas representan sistemas donde viven, desde el punto de vista político y social, debido a la ubicación geográfica de sus comunidades y a sus diferentes historias, culturas, lenguas y tradiciones de conocimientos y comunicación y deben reconocerse como un recurso nacional estratégico para el desarrollo, la consolidación de la paz y la reconciliación.
Asimismo, los pueblos indígenas fomentan y promueven culturas, costumbres y valores locales singulares que se han mantenido durante miles de años. Las lenguas indígenas contribuyen a la rica trama de la diversidad cultural mundial. Sin ellas, el mundo sería un lugar más pobre. La celebración del Año Internacional de las Lenguas Indígenas en 2019 ayudará a promover y proteger las lenguas indígenas y mejorar la vida de quienes las hablan. También contribuirá al logro de los objetivos establecidos en la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas.
Asimismo, se prevé que esta celebración fortalezca y refuerce los numerosos instrumentos normativos adoptados por la comunidad internacional, que incluyen disposiciones específicas para promover y proteger las lenguas.
La International Year of Indigenous Languages 2019 (IYIL2019) nos dice en su página que: Es a través del lenguaje que nos comunicamos con el mundo, definimos nuestra identidad, expresamos nuestra historia y cultura, aprendemos, defendemos nuestros derechos humanos y participamos en todos los aspectos de la sociedad, por nombrar sólo algunos. A través de la lengua, las personas preservan la historia, las costumbres y tradiciones de su comunidad, la memoria, los modos únicos de pensamiento, significado y expresión. También la utilizan para construir su futuro. El idioma es fundamental en los ámbitos de la protección de los derechos humanos, la buena gobernanza, la consolidación de la paz, la reconciliación y el desarrollo sostenible. El derecho de una persona a utilizar el idioma de su preferencia es un requisito previo para la libertad de pensamiento, opinión y expresión, el acceso a la educación y la información, el empleo, la construcción de sociedades inclusivas y otros valores consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos. Muchos de nosotros consideramos que podemos vivir en nuestra lengua materna sin limitaciones ni prejuicios. Pero este no es el caso de todos. De los casi 7.000 idiomas existentes, la mayoría han sido creados y son hablados por pueblos indígenas que representan la mayor parte de la diversidad cultural del mundo. Sin embargo, muchas de estas lenguas están desapareciendo a un ritmo alarmante, ya que las comunidades que las hablan se enfrentan a la asimilación, la reubicación forzada, las desventajas educativas, la pobreza, el analfabetismo, la migración y otras formas de discriminación y las violaciones de los derechos humanos.
Ante la complejidad de los sistemas de conocimiento y cultura desarrollados y acumulados por estas lenguas locales a lo largo de miles de años, su desaparición equivaldría a perder una especie de tesoro cultural. Nos privaría de la rica diversidad que aportan a nuestro mundo y de la contribución ecológica, económica y sociocultural que aportan. Y lo que es más importante, su pérdida tendría un enorme impacto negativo en las culturas indígenas afectadas. Por esta y otras razones, las Naciones Unidas decidieron dedicar un año entero a las lenguas indígenas, a fin de alentar la adopción de medidas urgentes para preservarlas, revitalizarlas y promoverlas.
La revista ecclesia.com dice que: El Papa en la Laudato sì, dijo que la desaparición de una cultura puede ser más grave que la de una especie animal. Los países pertenecientes a las Naciones Unidas, encargaron a la Organización de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) que se encargue de la coordinación de las actividades del año en colaboración con otros órganos. El objetivo, según el texto, es “llamar la atención sobre la grave pérdida de lenguas indígenas y la necesidad apremiante de conservarlas, revitalizarlas, promoverlas y de adoptar nuevas medidas urgentes a nivel internacional”.
Entonces, el compromiso especial para la ONU en este 2019 será la necesidad apremiante de conservar las lenguas, revitalizarlas, promoverlas y de adoptar nuevas medidas urgentes a nivel internacional. Tratará de tutelar los derechos y el bienestar de quien las tiene en vida, o sea las poblaciones nativas. Ya en el 1994, las Naciones Unidas había proclamado el 9 de agosto Jornada Mundial de los pueblos indígenas, con el objetivo de celebrar su diversidad y denunciar las violaciones e injusticias que aún sufren después de siglos de colonización y genocidio. En el 2007 la ONU adoptó la Declaración sobre los derechos de los pueblos indígenas, que ratifica su derecho a la autodeterminación, a ser libres de todo tipo de discriminación, en particular en el ejercicio de sus costumbres y en la expresión de su identidad. Es la lengua que hablamos la que define quien somos, es nuestro modo de comprender y relacionarnos con el mundo. Se estima que, con el crecimiento del número de personas que habla sólo las lenguas dominantes, como el inglés, el chino o el español, podrían desaparecer entre el 50 y el 90 por ciento de las lenguas en el mundo que menos se han difundido.
En la carta encíclica Laudato sì del 2015, sobre la tutela de la Creación, en el parágrafo 145, el Papa Francisco escribe que “La desaparición de una cultura puede ser tanto o más grave que la desaparición de una especie animal o vegetal”. Y en el sucesivo añade: “En este sentido, es indispensable prestar especial atención a las comunidades aborígenes con sus tradiciones culturales”. Palabras que el Papa recordó en Perú, en Puerto Maldonado, el 19 de enero del 2018, en el encuentro con los pueblos de la Amazonía, cuando una pareja de indígenas dio su testimonio. “¡Queremos, dijeron, que nuestros hijos estudien, pero no queremos que la escuela cancele nuestras tradiciones, nuestras lenguas, no queremos olvidarnos de nuestra sabiduría ancestral!”. Francisco citó estas palabras en su discurso abierto ante las etnias presentes, desde los Harakbut hasta los Wampis, y dijo: “el único modo para que las culturas no se pierdan es que se mantengan en dinamismo, en constante movimiento”.
El Papa se dirigió a los obispos de la Amazonía. “Pido, dijo, que así como se está haciendo en los lugares más aislados de la selva, se siga promoviendo espacios de educación intercultural y bilingüe en las escuelas y en los institutos pedagógicos y universitarios”. “Escuelas, residencias para estudiantes, centro de investigación y de promoción como lo es el Centro Cultural José Pío Aza, el CAAAP y el CETA, nuevos e importantes espacios universitarios interculturales como el NOPOKI, dirigidos expresamente a la formación de los jóvenes de las diferentes etnias de la Amazonía”.
Anteriormente, el Papa había pedido a las autoridades políticas y eclesiásticas de los Estados del Amazonas, que “cumplieran esfuerzos para dar vida a espacios institucionales de respeto, reconocimiento y diálogo con los pueblos nativos, asumiendo y rescatando la cultura, la lengua, las tradiciones, derechos y la espiritualidad propia”. Y refiriéndose a la Iglesia local, el Pontífice concluye subrayando que “tenemos necesidad que los pueblos originarios plasmen culturalmente a las Iglesias locales amazónicas”. Recordó con alegría que uno de los textos de la laudato si, fue leído por un diácono permanente de su cultura. Ayuden a sus Obispos, a sus misioneros y misioneras, para que se unan a ustedes, les dijo a los obispos el Papa, de esta manera, dialogando con todos, puedan plasmar una Iglesia con un rostro amazónico y una Iglesia con un rostro indígena”.
El sitio Wikipedia nos aclara que: Laudato si' (en el dialecto umbro del italiano medieval: Alabado seas, en español)​ es el título de la segunda encíclica del papa Francisco, firmada el 24 de mayo , Solemnidad de Pentecostés del año 2015, y que fue presentada el 18 de junio de ese año.
El nombre de la encíclica es tomado del cántico religioso denominado Cántico de las criaturas, en donde uno de sus estrofas dice a la letra:
“Laudato si, mi signore, per sora nostra matre terra, la quale ne sustenta et governa, et produce diversi fructi con coloriti flori et herba”.
“Alabado seas, mi señor, por la hermana nuestra madre tierra, la cual nos sostiene y gobierna y produce diversos frutos con coloridas flores y hierbas”.
Ahora vamos a un poema en Quichua de Toribio Rocabado Castro, de Bolivia y publicado en opinión.bo
ARAWI PACHAMAMA
Toribio Rocabado Castro
Kay jallp´ata quwarqanchik
t´ikarisaqta lliphirisaqta ima
sach´akuna, qhurakunayuqta
mayukunapi ch´uwa yakuyuqta.
Runaqa mana yuyayninuqchu,
nana ñawiyuqchu, sunquyuchu ima
allinta kawsayllapi umachakun,
jallp´aq puquyninllanwan.
Parakuna, pachakuykuna,
llarqhay, muchuna ima,
sapa p´unchaw yapakusan
Pachamama, qunqapusunku.
MADRE TIERRA
Toribio Rocabado Castro
Nos diste esta tierra
floreciente y brillante
con árboles y hierbas
con agua clara en los ríos.
La persona no tiene conciencia
sin ojos y sin corazón
solo piensa en vivir bien,
con la producción de la tierra.
Lluvias y terremotos,
hambre y sufrimiento
aumenta cada día
se olvidaron de ti, madre tierra.
Pero teniendo en cuenta que yo, nacido en Deán Funes y de claros rasgos indígenas, les voy a dejar un artículo publicado en el blog pluma y sangre por Ana María Sixto que entre otras cosa nos refresca la memoria y dice que: El apelativo «comechingón» parece ser la deformación de una palabra peyorativa que les daba la etnia salavinón -o sanavirona- que hacia el siglo XV, procedente del interfluvio río Dulce-río Salado (actual Provincia de Santiago del Estero), invadía los territorios ancestrales de los henîa-kamiare. Los sanavirones los llamaban «kamichingan», que en idioma salavirón parece haber significado ‘vizcacha’ o ‘habitante de cuevas’, esto debido al tipo de vivienda semisubterránea de los henia-kamiare.
Sin embargo según la crónica del conquistador español Jerónimo Bibar, escrita en 1558, el apodo les fue dado directamente por los españoles al escuchar el grito de guerra de los henîa: “¡Kom-chingôn!”, según Bibar este grito se traduciría por “muerte-a-ellos” (a los invasores). Es probable que los sanavirones “entendieran” y “tradujeran” con mofa tal clamor de guerra de sus enemigos con la palabra “kámichingan”.
La cultura comechingona poseía indudables influjos de procedencia andina, practicando la industria textil con lanas de auquénidos, cestería, metalurgia y cerámica o coroplastia medianamente elaborada. Eran sedentarios, cazadores-recolectores (en especial de bayas de algarrobo criollo y otros frutos: molle, piquillín, chañar y “coco” -de la palmera caranday-) así como horticultores de papas -patatas-, maíz, zapallo, porotos, quínoa), eran también poseedores de una incipiente ganadería y avicultura al poseer grandes rebaños de llamas y criar gallináceas como las pavas de monte, aunque su dieta en parte provenía de la caza. Se estima que los comechinghones tenían una influencia relacionada con los astros, se realizaban ceremonias adorando los astros, los equinoccios y los solsticios, ceremonias de luna llena, dichas ceremonias consistían en un agradecimiento a la pachamama por los alimentos recibidos, por la salud de los habitantes de la etnia, también realizaban algunos cánticos, se armonizaban con algunos instrumentos musicales construidos por ellos como caja o tambor y ocarina o un elemento similar con un significado de expresión, respetaban las aves principalmente al cóndor y el águila. Muchos antropólogos tienden a considerar a los hênia-kamiare como un conjunto muy diferenciado del grupo huarpido. Dos rasgos de los comechingones que más han llamado la atención son su aspecto caucasoide (los varones eran barbudos ya en la pubertad), sus tallas relativamente elevadas para su época (aproximadamente 1,71 cm en los varones) y la existencia de una frecuencia de quizás el 10% de individuos de ojos verdosos.
El otro rasgo llamativo era el de sus viviendas: casas de piedra, colectivas y semisubterráneas para soportar mejor los fríos (hasta las caídas de nieve) del invierno meridional.
Es de tener muy en cuenta que los hênia-kamiare o “comechingones” poseían su propio idioma, aunque actualmente en el territorio que habitaban abunda la toponimia en runa sini o quechua; esto debido a que los conquistadores españoles desde el siglo XVI impusieron el runa sini (dialectizado).
No existen datos que permitan decir con certeza plena que la cultura Ayampitín (nombre de un sitio del noroeste cordobés) sea correspondiente de un modo absoluto a un “momento formativo” de la etnia de los hênia y kamiare o “comechingones”.
Casi con certeza la llamada Cultura Ongamira que comprendía Ongamira, Quebrada de la Luna (los Terrones); cerro Minas, cerro Colchiquín surgida hacia el 4600 A. C. es precedente directo de la cultura comechingón, aunque recién se puede hablar de una cultura comechingón en el período que va del 500 al 1600 D.C diluyéndose esta cultura con la criolla-española tras el siglo XVI (uno de los últimos asentamientos con una cultura “comechingona” típica se ubicó en la localidad de Nono hasta el 1750, tras 1600 corresponde hablar de una cultura “…Como otros pueblos precolombinos del actual territorio argentino, en el siglo XVI los “comechingones” se hallaban organizados en jefaturas y (debido a la acumulación económica y de poder) en señoríos: hacia el 1100 a.C el ámbito “comechingón” se encontraba habitado por comunidades productoras de moderados excedentes alimentarios, estas comunidades se asentaron en las zonas más fértiles y menos frías, es decir, principalmente en el fondo de los valles.
Sin embargo, permítanme decirles, más allá de los datos históricos y antropológicos, que muchos se conservan como patrimonio cultural de una región que nos pertenece y llevamos en el corazón, muchas de las personas de hoy conservan rasgos y características de tales antepasados. Tanto por el largo de sus huesos y facciones, como así también por el color del cabello, estos signos personales de los individuos que durante siglos han permanecido y desarrollado en esta región, entremezclándose con huarpes, pampas, ranqueles. Afortunadamente, se han conservado en distintos museos y zonas cordobesas, objetos y pertenencias de este pueblo comechingón que nos merece respeto por su sabiduría. La sierra que une Córdoba y San Luis se denomina Sierra de Comechingones y su pico más alto es el Cerro Champaquí.
Ahora tenemos al conocido quichuista Domingo Bravo, que dice que la voz champa significa: “césped arrancado para obstruir una corriente de agua, para limitarla o derivarla”. Los vecinos del valle de San Javier, en casa de Tomás Domínguez cuentan la leyenda de la novia de la laguna. Después de la pampilla de la cima, farallones a modo de fuerte custodian una laguna circular, alimentada por arroyos. En los atardeceres se alza un suave vapor, que el sol tiñe de rojo y de oro. Entonces aparece una mujer de cabellos rubios envuelta en blanco y anaranjado tul: es la novia de la laguna.
Se conoció a través de Raúl Verde Paz como la leyenda del Champaquí.
“En una de las grandes cuevas, en la falda oriental, poco antes de llegar a la cumbre del cerro vivía un jefe indio que, desde esa atalaya natural, vigilaba toda la región. Desde ese amplio horizonte descubrieron un día gentes de raza blanca, al oeste en el Valle de San Javier. En una de sus incursiones al otro lado de la sierra, cortada a pico, raptó a una muchacha rubia de rara belleza. La llevó a su cueva de la montaña como hizo Bamba en el Valle de Punilla”.
¿Qué le habrá dicho? ¿Cómo la levantó? ¿Tan buenos modales tenía?
Oscar Salas en su tira cómica del diario La Voz, dice que la unión entre un Comechingón y una Sanavirona nació un "comebiromes"
Pero Adolfo Ligorria nos vuelve al tema y nos habla de la lengua "Camiare" en su blog y nos dice que: Comechingón palabra híbrida que significa "Serranías con muchos pueblos". Que viene de Cami (Sierra) Chin (pueblo) Gon (plurazicación quichua)
Algunos consideran la traducción de Comechingón como "hombre de las cuevas"
Que los Comechingones habitaron la zona que abarca desde Cruz del Eje hasta Achiras (en la Provincia de Córdoba) y desde Piedra Blanca en Villa de Merlo hasta La Punilla (en la Provincia de San Luis).
Que el grupo del norte hablaba el henia y el grupo del sur el dialecto Camiare
Que Camiare es un dialecto, es comunicación ... encuentro, orientación, armonía, bienvenida.
Y que del vocabulario aborigen en la lengua Camiare tenemos:
Anta-Tica: Cerro lindero
Ayllos: Viviendas de los Comechingones
Ayllu:: Parcialidad de indígenas
Nave, Navira: Cacique
Luimin: Pescado
Lolmal: Algarrobal
Chelcos: Lagartijas
Manque: Jote, especie de buitre
Chumamaya: Río bravo
Piscu Yaco: aguada de los pájaros
Bueno, Hombres y mujeres de la cultura, seguramente ustedes tendrán algo para agregar quitar o enmendar a este artículo, encontrarán por ahí poemas en Camiare o en Guaraní o en etc. etc. El propósito era recordarles que este es el año de las Lenguas Indígenas y como dijo un obrero por ahí... ¡Hagan algo!
Walter R. Quinteros - Quiénes & Porqué

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