EL MISTERIO DE "MATE COCIDO"

Por Ricardo Canaletti
El tren se acercó a la estación de Villa Berthet, en el Chaco. No llevaba pasajeros comunes sino a gendarmes que estaban agazapados en los vagones, esperando, nerviosos. Mate Cosido no sabía que lo habían traicionado y que la Gendarmería le había tendido una trampa.
El 22 de diciembre de 1939, su banda secuestró a Jacinto Berzón, encargado de una estancia. Le pidieron a su familia 50.000 pesos de rescate con estas instrucciones: el 7 de enero de 1940, antes de que el tren llegase a Villa Berthet, a una señal debían tirar el paquete con la plata por una ventanilla.
El día fijado, Mate Cosido y “El Tata Miño”, un compinche, hicieron la señal con una linterna y el tren redujo la marcha. Desde una ventanilla tiraron un paquete (tenía recortes de diarios) y ellos se acercaron. De pronto, una bengala iluminó el lugar. Mate Cosido quedó inmóvil con la 45 en la mano.
Los gendarmes se incorporaron y tiraron con carabinas Mauser y pistolas Ballester Molina calibre 38 a todo lo que se movía. A la vez, descubrieron una ametralladora pesada Colt 7,65 que estaba tapada con una lona en un vagón bajo y sin techo.
Un balazo dio en la mochila que llevaba el “Tata Miño” y se salvó. Pero el jefe sintió que le quemaba la cadera. Le habían dado y quedó expuesto justo enfrente de la ametralladora. Se escuchó un chasquido, y otro más, y otro más.
El gendarme artillero se puso pálido. Tenía a Mate Cosido a su merced pero en el apuro se habían olvidado de quitarle el seguro a la ametralladora. Mate Cosido corrió por su vida. Gritos y más tiros. El enemigo público número uno del Chaco había escapado.
Segundo David Peralta usó siete nombres falsos en su vida pero tenía un solo alias, Mate Cosido, a causa de una cicatriz oblicua sobre la frente, del lado derecho, de un centímetro. Eso dice en su prontuario de Gendarmería, que lleva el número uno. También, que medía 1,65, de pelo castaño, con una “calvicie frontal incipiente”, de labios finos y orejas grandes. Los años en el monte chaqueño oscurecerían su piel, le harían perder dos dientes y lo enflaquecerían.
Chaco recién sería provincia en 1951. En la década del 30 en ese territorio actuaba Gendarmería. Y lo que no dice aquella ficha es que la Gendarmería se estableció y organizó en el norte con el objetivo de atrapar a Peralta, una empresa impulsada por las firmas Bunge y Born, Dreyfus, La Forestal (el monopolio inglés del quebracho colorado) y los dueños de muchas estancias, a quienes robaba acusándolos de explotar al obrero.
La Gendarmería no pudo cumplir con su misión. Aquella del tren de Villa Berthet fue la última vez que lo vieron. Cuando escapó a la emboscada, Mate Cosido se convirtió en una leyenda –la del bandido benefactor– y también en un misterio –¿qué fue de él?– jamás resuelto. Peralta no era chaqueño. Había nacido en Monteros, provincia de Tucumán, en 1897. Tenía cinco hermanos. Se sabe que al terminar la primaria trabajó en una imprenta.
Es curioso que Peralta y Juan Bautista Vairoletto, el otro famoso bandido rural de aquellos años, tuvieran problemas con la autoridad por la misma causa. Peralta salía con una chica que también le interesaba a un policía. Vairoletto, en Santa Fe, cortejaba a una jovencita que le gustaba a un cabo. Los dos terminaron igual: se cuenta que les inventaron delitos para sacarlos del medio. Vairoletto mató al cabo y se dedicó al bandidaje; Mate Cosido empezó a robar de verdad. Ambos dejaron a sus familias y perdieron a sus novias. Vairoletto se fue a La Pampa y Mate Cosido al Chaco.
A diferencia de Vairoletto, que asaltaba al voleo y según la ocasión, Peralta era calculador y planificaba con detalle los golpes con la información que le alcanzaban los peones, las prostitutas o algún policía corrupto. Su banda estaba formada por unos 15 hombres, entre ellos Pascual Miño, alias “El Tata Miño”, Eusebio Zamacola, alias “El Vasco”, Mauricio Herrera, alias “El Indio”, Antonio Rosi, alias “El Calabrés”, y Pedro Fitz, alias “El Alemancito”. Con ellos asaltó trenes y empresas; también a viajantes, pagadores, productores.
Se escondía en los montes chaqueños y en Santiago del Estero y Tucumán. En Córdoba tenía una casaquinta tipo fortaleza donde vivía su mujer, Ramona Romano, y su hijo, Ricardo Fernando.
Su imagen en la prensa de Buenos Aires era la del bandido que protegía a los pobres. Incluso Peralta solía escribir a una revista porteña, Ahora, para desmentir los partes de Gendarmería y contar su versión de los asaltos. Decía que los verdaderos ladrones eran sus víctimas, que explotaban el suelo argentino y a los campesinos. El historiador Hugo Chumbita dice que Mate Cosido y Vairoletto se conocieron. Los presentaron amigos en común, anarquistas. ¿Dónde? En un prostíbulo porteño de Barracas, o en un templo masónico de la logia Hijos del Trabajo, de San Antonio 814, también de Barracas.
Vairoletto estaba de paisano. Peralta, con traje negro. Dicen que simpatizaron, que acordaron operar en el Chaco contra La Forestal. Brindaron por “la anarquía y el reparto de tierras a los chacareros”. El primer asalto conjunto fue en marzo de 1938. Robaron al gerente de Quebrachales Fusionados, subsidiaria de La Forestal.
El siguiente golpe fue un desastre: los estaban esperando y en un tiroteo murió un civil. Vairoletto creyó que había un soplón entre los de Peralta y volvió al sur.
Mate Cosido dio más golpes en 1938 y 1939 hasta que secuestró a Jacinto Berzón. Uno de sus hombres, Julio Centurión, que cuidaba al secuestrado, lo vendió. Dejó libre a Berzón y por sus informes la Gendarmería preparó la trampa del tren de Villa Berthet.
La herida en la cadera que se llevó Mate Cosido en esa emboscada era muy seria. Escapó hacia Añatuya, en Santiago del Estero. Los gendarmes le siguieron la pista y hasta encontraron su bombacha de campo manchada con sangre. Durante un año vigilaron allí, en la casa de los padres en Tucumán y en la de su mujer en Córdoba.
A mediados de 1940 se dijo que había muerto al infectarse la herida de la cadera; se dijo que se refugió en Córdoba; se dijo que la traición lo decidió a abandonar la delincuencia e irse a Paraguay, donde pasó el resto de su vida. Lo único cierto es que tenía 43 años y que nunca más se supo nada de él.

Ricardo Canaletti
Nació el 16 de marzo de 1955 en Buenos Aires, Argentina, es periodista y escritor.​ Ha incursionado en el periodismo gráfico, televisivo y es autor de varios libros. Nació en el barrio de La Boca y vivió una parte de su juventud en Barracas. Sus padres nacieron en Italia y se trasladaron a Argentina. Ricardo Canaletti es el mayor de tres hermanos. Estudió un cuatrimestre Abogacía y trabajó en los tribunales de su ciudad revisando expedientes fuera de letra a comienzos de la década de los ochenta.​
En 1983 se trasladó a Milán, dada la situación económica, política y social que atravesaba Argentina. Pasaría los siguientes tres años trabajando en Milán, ejerciendo pequeños oficios como lechero, empleado municipal y hasta en una ferretería.
En 1986, decidió volver a la Argentina.​ Uno de sus hermanos trabajaba como administrador en el diario Clarín, donde Ricardo Canaletti comenzó a redactar crónicas policiales, dado su conocimiento en leyes. En 1989 Canaletti pasó a ser jefe de redacción en la sección de Policiales de Clarín.​
Durante gran parte de la década de los noventa, Canaletti cubrió las crónicas policiales más importantes de la Argentina, numerosos escándalos políticos de corrupción, y asesinatos como el de María Soledad Morales, el asesinato del soldado Omar Carrasco, el Yomagate, el asesinato del periodista José Luis Cabezas, entre muchos otros.
En 2006, tras casi veinte años como jefe de la sección de Policiales; pasó a trabajar en televisión, primero en la señal El trece, Telenoche y posteriormente en Todo Noticias, en donde tuvo una pequeña sección de casos policiales e información sobre casos judiciales, que duraban algunos minutos.​
A raíz de que recibía muchos datos e información sobre hechos de violencia; en febrero de 2014, Canaletti comenzó a conducir sus propio ciclo televisivo, llamado Cámara del Crimen; en donde relata de forma directa, los casos y testimonios más impactantes y aberrantes de la sociedad argentina y del exterior.​ El programa se convirtió en un éxito, poniendo a Canaletti como unos de los periodistas más populares de Argentina.​ Además de periodista; ha editado varios libros sobre criminología y crónicas policiales.

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