ANDRÉS PY Y LA TERTULIA DIALÓGICA LITERARIA

SOCIEDAD / CULTURA

El hacedor de cultura en Cruz del Eje

Por Walter R. Quinteros

Allá por el año 2018, tomando un café y conversando sobre literatura, estábamos Andrés Py y yo. Andrés había cumplido 94 años. Léase: noventa y cuatro años. Andrés fue subteniente de reserva, comerciante, camionero, profesor, creador de la Escuela de Bellas Artes de Cruz del Eje, pintor, poeta, escritor y, buena persona. Hablábamos de su poema "El golpe perpetuo del hacha". Donde dicen sus primeros versos:

"Mortificante el cielo abierto un círculo de fuego es asesino rojo".

—Andrés, un periodista inglés de apellido Russell, allá por 1854, escribió una frase que señala: "la delgada línea roja, rematada en fino metal" refiriéndose a la espada de los soldados en la batalla de Balaklava y vos poeta, decís lo mismo en el movimiento asesino del filo del hacha... Eres un genio.

Y seguimos con el poema: "Hay un murmullo doloroso que fuga de su seca boca deshabitada ¿Ruego? Quizás... Porque si... ¿Reproche? A quién barbotear su dolor.

Andrés, me recuerda a Roberto Arlt y su crónica sobre el fusilamiento del anarquista Severino Di Giovanni y a la crónica de Martí sobre la ejecución de Sacco y Vanzetti en la silla eléctrica, le digo entusiasmado. Hay ruegos, hay reproches...

Esto, señoras y señores se llama Tertulia Dialógica Literaria.

Las Tertulias Dialógicas Literarias son una práctica de lectura dialógica que promueve la construcción colectiva de significados a partir de textos de la cultura clásica universal. Esta práctica complementa el modelo de lectura tradicional en las escuelas, que muchas veces prioriza el análisis de los personajes, del espacio o de la intencionalidad de los autores. Son encuentros en donde los participantes dialogan, reflexionan y generan conocimiento mediante una lectura activa y compartida. Es decir que es un encuentro basado en la lectura dialógica. Es la lectura e interpretación colectiva de libros de la literatura clásica elegidos en común acuerdo. Es el ejercicio de lectura dialógica en el cual todos los presentes participan. Los intercambios son mediados por cualquier persona del grupo que, en esa función, tiene el rol de favorecer el diálogo igualitario entre todos los participantes. Es la práctica en la que predomina el diálogo igualitario, promoviendo el desarrollo de valores como la convivencia, el respeto y la solidaridad. 

Siempre sostuvimos con Andrés que,  si quienes hacemos reuniones literarias, abrimos la puerta a la comunidad toda para que, nos lean, nos cuenten sus sensaciones y participen, habremos logrado mejor resultado, un sentido, una meta que no conseguimos con las actuales estructuras de las reuniones, menos si la organización depende de la municipalidad.

Creo conveniente dejarlo ahí porque les quiero hablar de Andrés Py.

Me cuenta que Thomas Edward Lawrence, conocido como Lawrence de Arabia, estuvo junto a un francés veterano de la Primera Guerra llamado Rosario René Py, su padre, que fue reclutado por el ejército en 1916 y que estuvo en primera línea de combate hasta el año 1918, en que fue trasladado a Alemania y que, tiempo después, fue enviado a Medio Oriente por los conflictos árabes de entonces. Py, ya era instructor de tiro con ametralladoras pesadas.

Aprendió a hablar en arábigo y cumpliendo con las órdenes de sus mandos, combatió en Siria, Palestina, Jordania y Arabia Saudita entre otros países. Y estuvo en ciudades como Jerusalén, Damasco y Bagdad hasta finalizar aquella contienda y donde una vez finalizada, vuelve a su Francia natal. Más adelante, R. R. Py, regresa al Líbano a trabajar, porque esa tierra era prometedora de un buen porvenir. Allí conoce a quien sería su esposa, Nabia Orban y juntos emprenden un largo viaje de luna de miel hasta Argentina, donde se encontraba la madre de ella, en una lejana localidad llamada Cruz del Eje.

Pero los padres de nuestro entrevistado, siguieron viajando, buscando nuevos horizontes y así, en la ciudad de San Francisco, nace Andrés Py, que con apenas cinco años de edad, conoce Francia, la tierra de su padre y donde va a los primeros grados de la escuela. Luego, la ciudad de Beirut es su nuevo lugar de residencia y donde concurre a nuevas escuelas, hasta que, a finales de 1934, la familia decide volver a la Argentina y, a permanecer para siempre en esta ciudad.   

Rescato algunas partes de las tres entrevistas que le hice a Andrés para LA GACETA LIBERAL.

—¿Cómo hacías con el idioma Andrés?

—No sabía nada de castellano, solo hablaba en francés y árabe, por eso mi padre pagó una maestra particular para que me enseñe mañana y tarde, para enviarme a la escuela, eso duró casi dos años, era duro ir a clase sin conocer el idioma, hice unos grados en la Escuela Normal y otros en la José Ingenieros. Pero quiero recordar con mucho cariño y respeto a una señorita de apellido Vinatier, ella tuvo la paciencia necesaria, la comprensión que yo necesitaba, y de eso ella se dio cuenta, tal es así que yo le enseñaba francés y ella me enseñaba castellano. Bueno, hasta que pude terminar los estudios secundarios y, me tocaba hacer el Servicio Militar, pero ya era camionero.

—¿Dónde estaba tu casa?

—Donde ahora está la Estación de Servicio, en la esquina de Sarmiento y Rivadavia. Pero papá era dueño de varios terrenos más. Era un señor muy inteligente y muy trabajador.

—¿De tu madre, qué recuerdas?

—Luchadora incansable, toda su vida al lado de mi padre, buscando lo mejor para sus hijos, la educación por sobre todas las cosas. Nos tenía cortitos en eso.

—¿Ella es nacida en Beirut?

—No, había nacido en una ciudad que se llama Jonchara, en el Líbano.

—Normalmente los hombres, a eso de los 18 a 20 años, ya sabemos lo que queremos hacer, qué profesión tener. ¿Qué quería ser Andrés Py?

—Te vas a morir de risa. Quería ser piloto de avión, quería ser aviador y estuve en la Escuela Naval, dónde podía egresar como subteniente. Al finalizar la guerra, la Armada debe devolver unos barcos confiscados y otros materiales, y nos dan de baja. Me vuelvo a Cruz del Eje.

—¿Y una vez aquí, a que te dedicas?

—Retomo el camión, hago viajes, largos viajes, he llevado de todo a todas partes. Puse un aserradero, a ese aserradero le agregué una sierra circular que tenía un diámetro de un metro, que inventé, y con eso cortaba los troncos que eran arrastrados por una zorra hasta la sierra. Hacíamos desde aberturas hasta pisos de parquet. Llegué a tener dos camiones. Y siempre estuve dedicado a ese rubro, tenía además unos campos y eso hizo que me estresara un poco, tenía contratos que cumplir. Fui cediendo algunas cosas en alquiler...

—¿Ya estabas casado?

—Si, y trabajaba y estudiaba constantemente más las exigencias del trabajo, afectaron un poco mi salud...

—¿Y desde cuando pinta cuadros y escribe poesía y narrativa Andrés Py?

—De toda la vida, mis primeros dibujos los hacía en la calle, con carbón sobre el asfalto y las paredes de mi pieza estaban todas decoradas con mis dibujos. Y escribía. Todas esas cosas están guardadas por aquí.

—Fundaste la Escuela de Bellas Artes.

—Si, hace unos 55 años...

—Qué ocurrencia, estabas tapado en trabajo y querías y buscabas traer cultura a Cruz del Eje...

—Si, había que pelearla con la burocracia, iba y venía de Córdoba, aparte tenía que seguir en mi trabajo, hasta que finalmente un día la señora del ex presidente Illia, (Silvia Elvira Martorell), que era pintora, me acompaña a Córdoba y así se liberaron algunas cuestiones, como que la compra del edificio se efectuase a través del Fondo Nacional de las Artes.

—¿Fuiste profesor?

—No, en la misma escuela me inscribo como maestro de arte.

—¿Y profesor?

—Tuve que estudiar en Córdoba tres años más para ser profesor, además tres años más para ser profesor de grabado y dos cursos de Historia del Arte. Y durante siete años toqué el violín, un instrumento que me apasiona, pero lo tuve que dejar por un accidente en la mano.

—Tenés un inmenso atelier

—Aquí en un tiempo funcionó la SALAC (Sociedad Argentina de Letras, Artes y Ciencias) yo era el presidente de la sucursal Cruz del Eje.

—Estamos rodeados de cuadros, de todas tus pinturas, de algunas esculturas, me da la impresión de que forman parte de una tribuna llena de testigos de nuestra conversación. ¿Cuántos cuadros pintaste?

—Tres mil, aquí hay cerca de dos mil, entre acuarela, óleo y lápiz, enmarcados debe haber cien, calculo, y el resto en láminas y carpetas.

—¿Cuántos de tus cuadros habrá en los hogares de Cruz del Eje?

—Entre vendidos y regalados mil, pero no solo en Cruz del Eje, vaya a saber por dónde están.

—¿Cuántos libros has escrito?

—Diecisiete publicados, hay uno que espera en imprenta, más algunos borradores...

—Andrés ¿Naciste en 1924? 

—Si, tengo 96 años.

—Contame ¿Qué querés hacer cuando seas grande?

—Una exposición de mis cuadros y presentar mi último libro.

En otra de nuestras largas tertulias dialógicas literarias le digo a Andrés que creo que Asterius, el carcelero que le pidió favores a San Valentín, a favor de su hija, el mismo carcelero que entregó a su yerno a los pies del verdugo por orden de un emperador, un 14 de febrero, le debe haber llorado su alma con una turbación infinita.

—Puede ser, si, claro como el hachero al árbol.

—Andrés, hay un dicho que dice que cuando los árboles del bosque ven llegar al hachero, dicen entre ellos: "Pensar que el mango es uno de los nuestros".

Nos reímos. Pedimos otro café.

En el Centro Comercial y organizado por el Café Literario "Locos de la Estación", Andrés cumplió su sueño, lo hizo en el nombre de Feba, su esposa fallecida.

Este año Andrés cumplirá 100 años. Que así sea, diosito querido.

Hoy en el Salón Cultural El Puente, el cineasta Marcos Figueroa nos mostrará un documental sobre Andrés Py, a las 22 horas. 

LA GACETA LIBERAL propone al Honorable Concejo Deliberante de Cruz del Eje, se trate y, en justo homenaje, que dicho Centro Cultural lleve el nombre de Andrés Py. Conste.

Será justicia.





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