JAVIER, EMPEZÁS MUY BIEN: ¡SE VAN LOS OKUPAS!

OPINIÓN

En la Argentina suele hablarse de la pesada herencia que cada gobierno le deja al siguiente. Esta vez no es así. La peor herencia es que se hubiesen quedado

Por Carlos M. Reymundo Roberts

Permítanme empezar con una reflexión profunda, que en realidad no es tan profunda, y con la promesa de que no volverá a pasar. En la Argentina suele hablarse de la pesada herencia que cada gobierno le deja al siguiente. Esta vez no es así. La peor herencia es que se hubiesen quedado. Alberto, el profesor emérito, se va a dar clases a España, que le abre sus aulas a un aplazado sin más méritos que hablar español. Se va Cristina al sur, pero volverá y será millones de palabras; palabras que abrirán cauce a pensamientos, ideas y toneladas de piedras. Se va Massita, por la ley de la selva: donde manda León, no manda Tigre. Generosa Argentina: uno solo de ellos ya era exceso, y nos dimos a los tres. Termina este tiempo histórico e histérico. Me corre un frío por el cuerpo: se van. Que alguien les abra la puerta, y que un ejército quede ahí cuando estén cerradas.

Milei empieza bien; empieza con el recuerdo fresco de las travesuras de esta gente. Porque los gustos hay que dárselos en vida: masivos nombramientos de parientes, militantes y amigos en la administración pública, no sea cosa que con el nuevo gobierno tengan que ponerse a trabajar; chanchullos en Aerolíneas Argentinas que pintaron de verde los números fatalmente rojos de los jovencitos de La Cámpora; inflación anual en alimentos superior al 240%, impulsada por esa manía de los argentinos: comer; camiones de documentación triturada o quemada, para que no queden huellas de sus tropelías; alianza de la CGT y movimientos sociales con el objetivo declarado de sembrar piquetes y cosechar desestabilización en el país que asoma. En los días que restaban para entregar el poder, el poder se propuso que solo quedaran restos.

Por un momento, apenas por un momento, me las doy de historiador. “Hacia los años 20 del siglo XXI, fuerzas de ocupación tomaron las riendas del país. Instauraron un régimen de tres cabezas que rápidamente, por guerra de guerrillas, quedó descabezado. La falta de un órgano tan vital dio paso a un sistema del todo novedoso. El que estaba identificado con el número 1 se entregó a una vida de lujos y placeres, viajó por el mundo, estiró sus noches, gustaba de enfiestarse y dar estrambóticas entrevistas, manejaba su auto a hurtadillas con rumbos desconocidos, y convirtió en punto de escape un departamento de Puerto Madero al que la prensa llamaba ‘bulo’. La número 2, despojada de la lapicera de mando, se concentró en dar clases magistrales y, especialmente, en sus batallas judiciales, con escasa suerte: fue encontrada culpable de liderar el mayor esquema de corrupción de la historia del país. El número 3, habilísimo operador, en un golpe palaciego se hizo de la suma del poder, reinó a lo largo de 18 meses y se propuso como continuador del régimen apalancado en el más vasto reparto de fondos públicos del que se tuviese memoria. Aquel prometedor candidato encontró un escollo en la futilidad de sus promesas: no iba a poder derrotar la inflación el hombre que había puesto la economía en las puertas de la hiperinflación. Resultó elegido un singular personaje, surgido de un medio de comunicación de la época: la televisión. Al asumir, un domingo de diciembre de 2023, proclamó en un acalorado discurso frente al pueblo: ‘No hay plata’. No había un peso, ni un dólar, era cierto. Pero los analistas interpretaron que lo dijo para terminar de espantar a las fuerzas de ocupación”.

Vuelvo al periodismo: sospecho que la historiografía no se me da bien. Cómo voy a llamar “fuerzas de ocupación” a estos tipos. Alberto pudo ser cualquier cosa menos número 1. A Cris le saltó por los aires la genialidad de poner a un mequetrefe al frente de la fórmula, pero debería tratarla con mayor consideración: todavía no fue presa. Y Massita pasa a jugar un papel relevante en la nueva etapa: le queda muchísimo daño por hacer. Vamos, Mago, que no decaiga. Cris en el sur, el profesor en Madrid, ¿y vos? Te tiro una idea: ¿qué onda pasar las Fiestas en el Bandido, con Malena y los chicos?

Sin fotos, digo.

Ahora me gustaría contribuir al discurso de mañana de Milei, amigazo de tantos años, el hombre al que vi venir y de cuya estabilidad emocional jamás dudé. Javier: duro con los que se van. Que tu cercanía con las fuerzas celestiales no tiña de mansedumbre la condena que merecen. Queremos el inventario: lo que dejaron y lo que se llevaron. Zamarreá a la casta, pero como necesitás votos en el Congreso, convendría empezar a distinguir entre casta irredimible y casta en proceso de descastización. ¿Ajuste? No entraría en detalles. ¿Dolarización? Decí que la campaña ya terminó. ¿Cierre del Banco Central? Cuando encuentren la llave. ¿Promesas? Pocas; por ejemplo, que algún día vas a terminar de conformar el gabinete.

Hablá como Dios te trajo al mundo: sin pelos en la lengua. Igual, eso es discurso, relato. Serás juzgado por lo que hagas, no por lo que digas.

Toda la suerte, Javier. Como los que te precedieron, contá conmigo.ß

(LA NACIÓN)


Comentarios