MÁS PARTICIPACIÓN, MÁS DEMOCRACIA

OPINIÓN


Si muchos eligen no participar se debilitan los gobiernos y el sistema, y, en consecuencia, las soluciones a las demandas sociales

Por Guido Donaire

Sin dudas una de las novedades menos felices del proceso electoral en curso es la baja participación de la ciudadanía. Ya con las primeras elecciones provinciales comenzó a vislumbrarse un alto ausentismo que llegó en algunos distritos a caídas en la participación de más de 5 puntos, como ocurrió en La Rioja, Misiones, Río Negro (y más recientemente en Mendoza) en relación a sus elecciones equivalentes en 2019.

Pero el fenómeno no tuvo que ver con un desinterés por las elecciones provinciales, ya que en las PASO de agosto los datos nuevamente fueron preocupantes. La participación sobre el total de padrón fue del 69,62%, es decir un nivel muy inferior al 76% que se alcanzó en la misma instancia de 2019. Si tomamos la evolución de las últimas elecciones, los datos acerca de la cantidad de electores que se ausentaron generan alarma. En las elecciones generales de 2019 faltaron a las urnas 6.7 millones de ciudadanos, en las PASO 2023 ese número trepó a 10.5 millones.

Se ha reflexionado mucho en estos días sobre las causas de este comportamiento. Sin entrar al análisis detallado, todo indica que hay una pluralidad de causas y que hay razones locales como otras que responden a tendencia globales. Sin embargo, creemos tan importante como evaluar las causas, atender también a sus consecuencias.

Las democracias están hechas de demócratas. Y la experiencia indica que las democracias sanas están hechas de muchos ciudadanos comprometidos. Y que los gobiernos son fuertes cuando tienen legitimidad. ¿Cuál legitimidad? La que dan las urnas, la que se obtiene con gobiernos elegidos en elecciones libres, abiertas y competitivas donde una enorme mayoría esté involucrada en la decisión que representa elegir un nuevo gobierno. Una democracia donde muchos eligen no participar es una democracia débil, caracterizada por también gobiernos débiles, escaso respaldo popular y demandas sociales que pocas veces encuentran canales institucionales para ser vehiculizadas.

Argentina necesita volver a creer en la capacidad del voto como herramienta de transformación social. Es necesario que la ciudadanía pueda hacer valer su voto. Que cada ciudadano tenga la convicción de que su voto cuenta, que con su voto pasan cosas y que cuando se elige no ir a votar hay otros que deciden por ellos. De transmitir estos mensajes se trata la campaña #VamosaVotar que impulsamos desde Asociación Conciencia. Una campaña que pone el foco en el poder del voto y en la elección como esa instancia única donde todos somos iguales, porque todos los votos valen uno; y donde las diferencias sociales, económicas, culturales y geográficas son borradas de un plumazo con el poder “horizontalizador” que tiene el sufragio.

De cara al futuro, nuestra misión es hacer especial énfasis en los jóvenes. En nuestro semillero de demócratas. La tarea es ardua. En las elecciones generales presidenciales de 2019, se observó un aumento en la participación de los/as jóvenes de 16 y 17 años, alcanzando el 63%. Pero aún se mantuvo considerablemente por debajo del promedio nacional de participación que fue del 80.47%, generando una brecha de 17 puntos porcentuales.

Por esta razón, desde Conciencia estamos trabajando con énfasis en este rango etario. Este año, con nuestro programa “Hoy Participamos” hemos llegado a más de 10.000 jóvenes de todo el país con nuestro taller de capacitación electoral. Cuando los jóvenes tienen la oportunidad de dialogar al respecto, una gran mayoría de quienes a priori pensaban renunciar al derecho a elegir revierte su decisión.

Quizás entonces, a 40 años del regreso de la democracia, la tarea sea (una vez más) reflexionar sobre la importancia del voto como el componente principal para la calidad democrática. Este domingo, más que nunca #VamosAVotar.

(Infobae)


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