¿DÓNDE VAN LOS VOTOS DE LOS POBRES?

EDITORIAL

¿Y por qué me pregunto eso?

Por Walter R. Quinteros

Porque nuestro pobres, nuestra gente sin las necesidades básicas satisfechas, o apenas satisfechas también votan. Y seguramente pensamos que esos votos castigan, o no. Quizás porque se conformen con creerse militantes, o hablen de lealtad, o de resignación. Tal vez, fueron a cambio de una sospechosa promesa. Cumplen con votar. Nada más. ¿Por que los llevan, y los regresan?

Es en los barrios marginados donde se recorta la fractura social y cultural que se fue consolidando en estos años. Y donde se concentra más del 40% por ciento de esta ciudad.

Hay datos estadísticos cuantitativos que son ya bastante conocidos de nuestra ciudad. Cabe añadirles algunos datos cualitativos acerca de este desconcertante fenómeno respecto del que la democracia nuestra de cada día, ha fracasado en retomar ese histórico camino hacia la integración de toda la sociedad mediante el trabajo.

La capacidad de subsistencia de nuestros hogares pobres hoy depende de empleos volátiles e informales, los llamemos de "changas". No hay nada tan fugaz como una changa. Entonces los barrios periféricos se transforman en asentamientos que nos describen un panorama habitacional de tenencias irregulares de viviendas y terrenos, de frecuentes situaciones de escases de agua, con déficits cloacales, de energía eléctrica y, a veces, hasta se convierten en basurales a cielo abierto porque por allí el servicio no funciona. 

Es también cierto que ellos no contribuyen al municipio y nadie desde este municipio planifica. Pero esos vecinos nuestros también votan. ¿Dónde van sus votos?

En el orden cultural, podemos decir que esos barrios contribuyen a mostrar la decadencia de los controles del sector público. 

Pero también debemos señalar nosotros, los medios informativos, que el salvataje social de nuestros vecinos viene nutrido de planes que otorga la nación. De las políticas asistenciales.

Los planes asistenciales generan la ilusión de cierto proteccionismo acompañado por la infaltable propaganda oficial que habla de "Estado presente". "Primero la gente". 

Esa mentira perfecta, ¿direcciona los votos de nuestros vecinos pobres?

¿Qué candidato a la intendencia les dice a nuestros pobres que la economía está exhausta pero menos para ellos, los políticos?

¿Cómo es que se les dice que estamos en el fondo del pozo? 

Hay algunos políticos que se jactan de haber generado a través de la dádiva, un estado de derecho social que parece ser irreversible. Y, sepan que cualquier retroceso en ese aspecto habría de ser concebido como una traición originada por grupos oligárquicos en contra del pobre. 

Pero el agotamiento de esos programas sociales inaugurados allá por la quiebra económica del 2001, se hacen nuevamente tangibles por estos días próximos a las elecciones.

Algunos políticos insisten en captar esos votos desde la habitual mendacidad. La penuria por la que atraviesan nuestros vecinos pobres no debe pasar más por la estupidez de crearles falsas promesas. De ahora en más debe pasar por la generación de un trabajo verdadero, genuino, digno. 

Es hora de atacar el problema mediante planes que honren a nuestros trabajadores marginados. Y acabar con esas defraudaciones orales por un lado, y la maldita maquinaria recaudatoria y burocrática, a veces fría e implacable con la que se ataca al emprendedor, comerciante y empleador por el otro.

Nuestros pobres esperan. Esperan entre la decepción y el recuerdo nostálgico de aquellos prometedores seriales que hoy, se erigen en sus salvadores. 

El oficialismo y la oposición actual demuestran consecutivamente su exponencial ineptitud para contenerlos.

Todos sabemos que se viene un ajuste ineludible y nuestros vecinos marginados merecen que se les hable con la verdad, lo merecen como ningún otro ciudadano.

El ajuste que viene va a acentuar los fantasmas del pasado y algunos se encargarán de exagerarlos para capitalizarlos a su favor, muchas veces, recurriendo a burdas explicaciones ideológicas populistas. Entonces pondrán en marcha esa versión vulgar del Estado presente, fabricarán castillos en el aire, volverán a prometer espejitos de colores, llegarán a la bajeza moral de ofrecerles alimentos y otras bagatelas a cambio del voto, y retrocederemos en lo cultural, una vez más. Como siempre

Es sabido que, como en todos los órdenes de la vida, los espacios que el gobierno no supo ocupar al no crear esas fuentes verdaderas de trabajo y planificación urbana, les cede el paso a los oportunistas y manipuladores que abundan en la política local. Hasta ellos mismos lo son. Incluso, por conveniencia. Algunos le llaman demagogia.

Nos queda a los demás, una ardua tarea para comenzar un camino diferente. Decir la verdad, salir, buscar, gestionar. Hacer que el voto de los pobres sea tan digno, como el de sus sueños.

Comentarios

  1. Muy bien explicado lastima que los pobres no leen la Gaceta y no saben el valor de las cosas, creen que con un bolsón que les dan vivirán todo e año.

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