OPINIÓN
Cristina juega al pacman
Pagar, pagamos. El lunes, los 390 millones de dólares trimestrales de la deuda con el Fondo. Pero el gobierno dice que no pagará. ¿Que no? La semana pasada voceó una especie de homilía K. “No nos vamos a arrodillar ante el FMI”. Pero como se ve, pagar se está pagando, sea de parado o de sentado.
El mes que viene hay otro vencimiento: 1.892 millones, uno arriba del otro. Veremos en qué posición se ejecuta aunque se está explorando pedir prórroga. El Central rasca para el Fondo el fondo de la olla.
El que no se da por enterado de los pagos es el riesgo país, justo el que mide cuánto de más tiene que pagar el país por tomar, si puede, crédito en el exterior. Este martes: Argentina, 1.733 puntos; Brasil, 362; Uruguay, 137. Saltó un 26% en lo que va del año. De lo que se da por enterado el riesgo país es que nos estamos quedando sin reservas. Para que se entienda mejor: 1.733 puntos equivalen a una sobretasa de 17%. Nunca es triste la verdad, lo que no tiene es remedio, dice una canción, aunque no tener remedio es bien triste.
Fernández amenaza dedo para arriba y voz destemplada, pero si lo mandan al G20 va contento. Con Biden o Macron cholulea fotos, que son más bien instantáneas, para que las vean desde acá. Y cuando se acerca a John Kerry, lo que consigue es que el ex secretario de Obama se pregunte quién me está agarrando del brazo. O de la manga.
También se notó claro en Roma la frialdad de la delegación norteamericana. Una explicación: a los funcionarios de Estados Unidos les cae muy mal la doble faz de los halagos en privado y las críticas en público.
El presidente consigue ver a Georgieva, la mandamás del Fondo y que se diga que le ha dicho en la cara que “no hay inocentes en esta historia”, ni del lado del que pide ni del que presta. Cada mensaje suyo para la tribuna es otro mensaje desconcertante para banqueros e inversiones.
Si es por lo que el presidente dice ahora, piensa cada vez más como su vice, pero no se puede estar seguro. Lo mismo pasa niveles más abajo. Y mientras no termina de saber dónde ponerse y dilata las decisiones, Cristina avanza como un pacman. Está a punto de comerse nada menos que la conducción de la Unidad de Información Financiera, que controla el lavado de dinero y es un instrumento poderoso para apretar y perseguir enemigos o hacer la vista gorda con amigos.
Las consultoras prevén una inflación de 3 o de 3 y monedas para el recién terminado octubre, número que electoral y psicológicamente descongela el congelamiento Feletti, que para las legislativas llega tarde y para después no se sabe. Feletti circula por Economía con patente CK, como Moreno con Kirchner y con Cristina. Kulfas, su jefe, está pintado. Apareció al lado del canciller Cafiero en el anuncio de una inversión en energía renovable. La australiana Fortescue promete poner 8.400 millones de dólares en un país donde nadie pone un dólar. La empresa es principiante en hidrógeno verde, que se obtiene de electricidad y agua. Aún no comenzó a ejecutar ninguno de los proyectos que tiene en carpeta.
Eso sí: es subsidiaria de un coloso de la minería, Fortescue Metals Group, cuarto productor mundial de hierro y que compró aquí Aminsa, con 48 concesiones para explorar cobre y oro en San Juan. Fernández quiso pasar mensaje o brote verde de tan mal no estamos, aunque la producción real sea cosa recién para 2025. Por ahora, es una promesa. Y una promesa con olor a golpe de campaña.
(Clarín)
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