NON OMNIS MORIAR, ESTRADA

HISTORIAS

"La educación es de lo más preciado que tiene una persona, una sociedad o un país"

Por Walter R. Quinteros 

Estrada nos dijo que:
"La educación es de lo más preciado que tiene una persona, una sociedad o un país".
“Somos republicanos y amamos la libertad, porque somos cristianos y amamos la dignidad del hombre”.

El Día del Profesor, es en honor a José Manuel Estrada. Hijo de Rosario Perichón de Vandeuil y José Manuel Estrada Barquín. Nació en Buenos Aires el 13 de junio de 1842 y falleció un 17 de septiembre de 1894, fue abogado, político y escritor, y representante del pensamiento católico más recalcitrante, ya que por ejemplo se opuso desde el Congreso Nacional al matrimonio civil y a la sanción de la ley 1420 de educación común. También fue orador y periodista y, para muchos argentinos, fue muy admirado por sus ideas y por la manera de comunicarlas y conservarlas. Además, sostuvo un arduo debate con Leandro Alem en el Congreso Pedagógico de 1882. Para Estrada, la escuela pública común debía ser católica y no otra.

Estrada fue autor de "El génesis de nuestra raza", "El catolicismo y la democracia" y "La política liberal bajo la tiranía de Rosas", entre otras. El profesor Fabián Ledesma, escribe en el sitio de la Agencia Informativa Católica Argentina, que El 17 de septiembre, en homenaje y conmemoración a la figura de José Manuel Estrada, se celebra en la Argentina un día tan significativo como singular: el Día del Profesor.

Y empieza preguntando. ¿Quién es este hombre para que tan egregia fecha se conmemore en su nombre? Seguramente, el lector avezado habrá notado que en la precedente interrogación el verbo ser se encuentra conjugado y formulado en presente (“Quién es”, y no, “quién fue” o “quién habrá sido”). La razón de ello estriba en un motivo tan sencillo como profundo: los grandes hombres de nuestra historia, los auténticos próceres de nuestra amada y flagelada Patria, aunque fueron, continúan siendo… y desde luego, serán. En la memoria, en la tradición viva, en la interpelación constante de su inexpugnable vigencia, el lugar de los grandes es el hoy, es decir, el para siempre.

¿Qué apasionados amores concurrieron y transcurrieron, fervorosos, al interior de esos trascendentes y jóvenes 52 años? Constituya nuestra respuesta homenaje y semblanza, y sirva, pues, para dejar trazada con gratitud la entrañable huella de nuestro autor.

Estrada amó la Patria, y lo expresó en su predilección por la historia y su comprometida participación ciudadana y política. Amó la familia, en el amor a su esposa, Elena, y en la fecundidad de los hijos. Amó la fe católica, la cual profesó ardientemente con vigorosidad y testimonió, incólume, hasta el fin. Amó la excelsitud de la palabra: cuando Estrada escribía, persuadía, pero cuando hablaba, engalanaba y cautivaba. Era un orador nato, excepcional.
Sin embargo, y a propósito de nuestro día, un capítulo aparte merece aquel amor singular al cual consagró gran parte de su vida: el amor por la educación de los adolescentes y jóvenes.

Escuchemos, ahora, su propias palabras:
“Mis jóvenes amigos: Os esperaba; y he querido pensar lo que debía deciros en esta despedida, cuyo dolor vosotros no podéis medir. Para concebir el amor paterno, es necesario que la naturaleza despierte todas las ternuras en el corazón del hombre. ¡Cerca de veinte años en la cátedra me han enseñado a amar a la juventud! Al despedirme de ella, he querido recibiros rodeado de mis hijos, a quienes seguís en mis predilecciones; y en esta casa, cuya modestia os prueba, que en esos veinte años he pensado mucho en vosotros y muy poco en mí mismo".
“Ha sido para mí la enseñanza un altísimo ministerio social, a cuyo desempeño he sacrificado el brillo de la vida y las solicitudes de la fortuna: el tiempo, el reposo, la salud, y en momentos amargos, mi paz y la alegría de mi familia". "Vosotros creéis en la justicia. No esterilicéis esa fe sagrada y noble de la primera edad. ¡Servidla, mis jóvenes amigos, con abnegación, con sacrificio, con virilidad! Sea éste mi último consejo y mi última lección. Os la doy con mi palabra, os la doy con mi persona". "¡De las astillas de las cátedras destrozadas por el despotismo, haremos tribunas para enseñar la justicia y predicar la libertad!" "El amor a la verdad nos separa. Él nos reunirá, donde los ciudadanos de un pueblo libre luchan y triunfan contra los traficantes y los ambiciosos. Entre tanto, señores, os deseo maestros que os amen como os he enseñado, y os sirvan con la misma sinceridad”.

Tan emocionantes y sentidas palabras salieron de don José Manuel Estrada cuando, en el atardecer de su vida, despojado de todos sus cargos públicos profesionales (rectorado del Colegio Nacional de Buenos Aires; catedrático de la Facultad de Derecho), y a causa de su perspicaz inteligencia y de su inquebrantable Fe, recibió el mayor de todos los honores, acaso esos honores que todo auténtico profesor anhela con sigilo en lo profundo del corazón: el reconocimiento, homenaje y gratitud de sus propios alumnos.

Estimados profesores: que la persona de José Manuel Estrada, modelo cabal de educador argentino, sea, una vez más, manantial de agua fresca y fuente inspiradora para que renovemos con alegría, profesionalismo y entusiasmo, nuestra altísima y nobilísima vocación. Cierra el profesor Fabián Ledesma.

Non omnis moriar (NO MORIRÁS DEL TODO)

¡Desgraciados los pueblos que olvidan! Aquellos de cuyo corazón desaparece la memoria de sus bienhechores, como inscripciones sepulcrales que borran los vivos al pasar; aquellos de cuya conciencia desaparece el odio hacia los grandes malvados, como el fuego de una antorcha apagada en la onda abominable! ¡Demos gracias al cielo, porque sabemos glorificar a San Martín; démosle gracias porque sabemos execrar a Rosas, y levantemos al pie del altar la plegaria cristiana por todos los que resistieron a la corrupción y cayeron bajo el puñal! 

¡Ah! Si me fuera dado infundir en vuestro espíritu esas verdades, como una luz para las horas congojosas de la incertidumbre, como una fuerza para las horas a ciegas de la tentación y de la lucha; si pudiera devolveros a la familia, y entregaros a la vida impregnados en estos sentimientos que empalidecen y se enfrían en mis labios, yo también exclamaría: non omnis moriar: ¡no, no moriré del todo!
José Manuel Estrada, 24 de abril de 1877.

(Del comienzo y final de su discurso a los alumnos del Colegio Nacional con motivo de la muerte de Juan Manuel de Rosas y los funerales celebrados en Buenos Aires por las víctimas de la tiranía).

En 1858 y con solo 16 años, Estrada publicó Al descubrimiento de América, con el que ganó un concurso organizado por el Liceo Literario de Buenos Aires. Se inició en el periodismo: entre noviembre de ese año y marzo del siguiente dirigió, junto a su hermano Santiago, un periódico semanal llamado La Guirnalda, y colaboró en el semanario La Religión fundado por León Federico Aneiros y Olegario Correa. En 1861 creó la Sociedad San Francisco Javier, para unir a los artesanos de Buenos Aires, y para difundir entre ellos la cultura católica. En 1862 publicó su opúsculo Cristianismo y Democracia rebatiendo la tesis de Francisco Bilbao de que el cristianismo y la democracia son incompatibles, y que el cristianismo era la causa de los males de América. En 1864, con 22 años de edad, fundó junto a Lucio V. Mansilla el Círculo Literario, a cuya primera reunión concurrieron entre otros, Valentín Alsina, Dardo Rocha, Luis Sáenz Peña, Miguel Navarro Viola, Carlos Guido y Spano, Estanislao del Campo, Juan María Gutiérrez, Juana Manso, Marcos Sastre, Luis Lorenzo Domínguez. El círculo se concentró en el estudio de la Historia argentina, temática propuesta por el presidente de la Nación, Bartolomé Mitre. Otras personalidades de relevancia nacional que participaron de las reuniones del círculo fueron Amadeo Jacques, Pastor Obligado, Miguel Puiggari, Carlos Burmeister y Manuel Trelles. Ese año Estrada también publicó Ensayo histórico sobre la revolución de los comuneros del Paraguay en el siglo XVIII.

El presidente Domingo Faustino Sarmiento tenía aprecio por Estrada, aún cuando discreparan en algunos aspectos ideológicos:
«del joven Estrada he gustado mucho de sus lecturas sobre historia».

Por eso, cuando en 1869 el presidente fundó una cátedra de Instrucción Cívica en el Colegio Nacional de Buenos Aires, lo designó titular. En ese año también Emilio Castro, gobernador de Buenos Aires, lo designó jefe del Departamento de Escuelas, cargo que antes había tenido el renunciante Luis José de la Peña y que Estrada ocuparía hasta 1870. En esa época los maestros no tenían título ni se los evaluaba: Estrada organizó un ciclo de conferencias y cursos para su desarrollo profesional y propuso remover a quienes fueran menos competentes o tuvieran un injustificado ausentismo. El gobernador puso en práctica estas reformas de manera parcial, por lo que Estrada renunció al año siguiente.

Estrada puso mucho empeño en su labor docente y escribió una serie de artículos sobre la materia, dado que no había manuales y se usaban libros de derecho estadounidense. Se destacan su artículos Sufragio y Representación de las minorías.

En octubre de 1893 el presidente electo Luis Sáenz Peña lo llamó para ocupar un lugar en su gabinete, pero Estrada rechazó el ofrecimiento. En cambio, aceptó ser designado ministro plenipotenciario ante el gobierno de Paraguay, donde pensaba encontrar un clima más adecuado para su salud. En ese país era ministro de Relaciones Exteriores un ex alumno suyo: Venancio López, que lo ayudó y facilitó su trabajo.

La salud de Estrada no mejoró, y murió en la tarde del 17 de septiembre de 1894.

Sus restos llegaron a Buenos Aires a bordo de la fragata La Argentina. Por disposición presidencial fue velado en la Catedral Metropolitana con los honores de un general de división; y el canónigo Juan Nepomuceno Terrero, muy amigo de Estrada, pronunció la oración fúnebre. A su funeral asistieron miles de personas, incluyendo el presidente Luis Sáenz Peña. ​Sus restos descansan en el cementerio de la Recoleta.

Les escribió así a los alumnos del Colegio nacional de Buenos Aires:
“Estampad en vuestra alma dos nombres, divisa y enseña de las supremas victorias ¡Dios y la Patria!​”

Entonces en conmemoración de su muerte, el día 17 de septiembre, en la República Argentina se conmemora el día del Profesor.
¡Non omnis moriar, Profesor Estrada!



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