CULTURA /
PRESENTAMOS OTRA OBRA DEL BRILLANTE LITERATO CRUZDELEJEÑO.
—Cuando las autoridades nos pidieron, nosotras les entregamos los planos del proyecto, pues cada una tenía una copia para asegurarnos nuestra autoría.
—Y por si ganábamos el primer premio con nuestro invento.
—Era el soñado viaje de fin de curso, todo pago, a las sierras de Córdoba.
—A la directora de la escuela que no salía de su crisis nerviosa, se la llevaron y debieron internarla de urgencia.
—Lo que pasó es que en la semana de la inventiva, nuestras profesoras nos dejaron solas.
—Nosotras estábamos entusiasmadas por los avances de nuestra "Máquina Voladora."
—A la jueza de Cuarta Nominación, el padre de Josefina, que es un mecánico herrero de profesión, dijo que él colaboró aportando su eficaz mano de obra, sus conocimientos en la materia y en montar el complejo mecanismo en nuestro invento.
—Nuestras profesoras también fueron demoradas luego de que les tomaran declaración.
—Nosotras dijimos en nuestras declaraciones que la tarea asignada a cada curso, era la de desarrollar un invento y demostrar cómo funcionaba.
—También había que validar su aplicación en la vida del hombre.
—A la mamá de Laurita la contenían en la sala de música por un equipo de psicólogas.
—Y vino un señor muy prepotente, que fumaba en los lugares donde estaba prohibido.
—Pero se lo veía muy nervioso.
—Leía las currículas.
—Nos enteramos que era el señor ministro de Educación.
—A nosotras nos mantenían sentadas en el aula.
—También vinieron unos ingenieros que debieron abrirse paso a los empujones entre ustedes, los periodistas que estaban en la puerta.
—Estudiaron nuestros planos.
—De arriba a abajo.
—Los daban vueltas.
—Nos miraban.
—Una de las porteras entró corriendo y llamó al servicio de emergencia, porque la mamá de Laurita se había descompensado.
—Julia pidió permiso para levantarse y abrir el armario.
—La vicedirectora, los policías, el ministro, la inspectora zonal y hasta los ingenieros la acompañaron.
—Julia expuso con toda claridad...
—Si, pero con la ayuda de todas nosotras...
—Ella les explicaba a todos el funcionamiento de la "máquina voladora."
—Era un complejo mecanismo montado en un triciclo, donde las partes de acero fueron reemplazadas por duraluminio y piezas de plástico resistente.
—Es que debían soportar el andamiaje de poleas, engranajes, correas dentadas y comandos guiados por palancas desde el manubrio.
—El papá de Josefina se encargó de las soldaduras y la distribución del mecanismo con precisión porque había que equiparar los pesos.
—Y compensar el peso de la máquina en su volumen.
—La novedad, era la genial idea de desplegar las ruedas traseras para que adopten la forma de alerones.
—Entonces los alerones se desplegaban con un movimiento de una palanca que está en el manubrio y le otorgaba a nuestro invento, mayor estabilidad.
—Adquiría velocidad en los movimientos.
—Respecto a aumentar la mayor cantidad de revoluciones posibles considerando la fuerza en cada vuelta de pedal.
—Las alas de nuestro invento consistían en una estructura de alambre reforzada en los bordes de ataque.
—Nacían en cada punta del manubrio, por las manoplas.
—Que nosotras recubrimos con una fina lona impermeable.
—Y las adherimos con un pegamento para lona de avión.
—Nancy hizo la prueba de funcionamiento de la maqueta en el patio, bajo una fuerte custodia policial.
—Pero la pequeña maqueta apenas voló dos, o tres metros y cayó, funcionaba.
—Por orden de la jueza secuestraron la maqueta de nuestro invento.
—No nos dejaron darle un abrazo a la mamá de Laurita cuando se la llevaron.
—Si, a la señora se la llevaron también en la ambulancia.
—Bueno, volviendo al tema, entre todas, a la hora de la exposición, subimos la máquina voladora al techo de la escuela.
—Nadie nos vio.
—Laurita era nuestra compañera más menuda, pecosa, sonriente, inquieta.
—No, no tenía novio ni pensaba en eso, quería estudiar medicina.
—Quería ser doctora de bebés.
—Se colocó el arnés entre risas, estaba alegre, muy contenta.
—El casco para motos que se puso, le tapaba el flequillo sobre las cejas.
—En realidad, por su físico, su contextura, era la única que podía dirigirla.
—Y así, cuando nos tocó el turno de presentar nuestro invento, les dijimos a todos los presentes que miren hacia el tejado.
—Allá, en el segundo piso, les señalamos.
—Laurita se asomó por la cornisa montada en la máquina voladora.
—Usted la hubiese visto don Quinteros, parecía una reina...
—Era todo un griterío pidiéndole que se baje.
—Si, le gritaban que se detenga, que no lo haga.
—Pero Laurita, sonriendo, pedaleó y voló.
—La policía encontró las zapatillas de Laurita en uno de los techos.
—Al otro día los helicópteros de la Fuerza Aérea y de la Policía salieron a buscarla.
—Se llevó mi vincha, pero le quedaba bien.
(Cuento editado en el 2013, integra el libro "Cuaderno de las malas noticias")
©Walter Ricardo Quinteros
1955 Deán Funes, Córdoba, Argentina
Editor, Locutor y Presentador en radio
Sus cuentos son publicados y traducidos en diversas antologías nacionales y extranjeras, por que, a veces, en sus ratos libres escribe. Fuente: https://diceelwalter.blogspot.com
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